Capítulo 5

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—Descansa, Justin–Se despide Scooter.

—Igualmente.–Le agarro el brazo cuando se va a ir–¿Sabes si puedo ir a visitar a mis padres?

—Tienes tus coches a tu disposición y la casa de tus padres, ellos están ansiosos por verte.–Asiento.

—Nos vemos mañana entonces.–Me despido y asiente yendose hasta su coche.

Entro en mi nueva casa y enseguida una chica se acerca rapidamente a mí.

—Buenas tardes, Señor Bieber–Sonríe–Yo seré su empleada, estoy completamente a su disposición para lo que necesite.

—Oh–Resoplo–No necesito ahora nada, gracias...–Espero a que me diga su nombre.

—Debrah–Sonríe.

—Gracias Debrah–Me rasco la nuca y subo las escaleras de dos en dos hacia mi habitación.

Una vez entro abro la boca, esto es mas grande de lo que imaginaba.

Eso te dicen todas

Buena esa, mente, por una vez me caes bien.

Dejo la mochila en el suelo de la cara madera oscura y me fijo en el laptop de mi escritorio, me siento en la silla y lo enciendo.

Abro FaceTime y sin pensarlo dos veces llamo a Alfredo.

—Hey–Saluda alzando la mano y enciendo un cigarro.

—Hola–Le doy una calada al cigarro entre mis manos.

—¿Qué te pasa?–Pregunta.

—Scooter me ha metido en una universidad.–Exalo el humo.

—Ya, eso me lo habías contado, ¿estás enfadado por eso?–Encarna una ceja.

—Me ha metido en la universidad donde está–Resoplo–Lissa y Harry.

—Joder–Abre los ojos–¿Y? ¿Ha pasado algo interesante?

—Siguen siendo novios, Harry se ha quedado echo un gnomo de jardín y...–Doy otra calada al cigarro.

—¿Y ella? ¿Está guapa?–Abro los ojos.

—Demasiado–Resoplo nuevamente–Hablemos de otra cosa, por favor.

—Sabes que debes olvidar a Lissa.–Insiste–Y no, no me llames pesado, llevas siete años, ¡siete malditos años, Justin!

—Déjame en paz, Fredo–Le escupo.

—Sé que fue traumático para tí, llevabas tres años enamorado de Lissa y ella fue una completa estupida que rompió tu corazón en mil pedazos.

—¡Ella no es ninguna estupida!–Grito.

—Mírate, con todo lo que ella te ha echo y tu sigues como un tonto defendiéndola.–Apago el cigarro–Solo inténtalo, Justin.

—Está bien...–Refunfuño–Oye Fredo, hablamos en otro momento, quiero ir a ver a mis padres y a mis hermanos.

—Vale, nos hablamos tio–Alzo mi mano despidiéndome y cuelgo la videollamada.

Apago el ordenador y me levanto de la cómoda silla de mi escritorio para estirarme.

Cojo las llaves de la entrada y las de mi Ferrari rojo.

Cierro la puerta detrás mía una vez salgo y miro a mi derecha e izquierda buscando la puerta del garaje, hasta que recuerdo que esta casa tiene el garaje por dentro.

—Joder...–Gruño cogiendo las llaves y abriendo de nuevo la puerta principal.

Entro por la puerta situada al lado y el olor a gasolina inunda mis fosas nasales.

Vuelta a Canadá | j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora