Capítulo 14

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Lissa suelta un pequeño jadeo para sí misma y sigo acariciando la talla en la vieja madera.

—Esto es una chorrada.–Saco una pequeña navaja multiusos–Que significa demasiado para mí, es hora de que deje de importarme.–Acerco la navaja a la talla con la intención de romperla.

—¡No! ¡Justin!–Lissa agarra mi brazo separándolo.

—Eres tú la primera que rompió esa talla, no aquí, si no en mi corazón, ahora yo romperé la que se ve.–Lissa mantiene su mano en mi brazo pero termina cediendo y separa lentamente su mano de mi muñeca.–Bien, adiós.–Empiezo a trazar desde un extremo superior una ralla, pero enseguida suspiro al llegar al corazón alrededor de nuestras iniciales.

—¿Justin?–Pregunta Lissa al ver que he parado.

—Estarás contenta.–Gruño levantándome y tiro la navaja hasta clavarla en un árbol, y sin mas, comienzo a caminar, hasta que agarran mi brazo.

—H-He decidido ir a vivir con m-mi abuela.–Se enderece intentando parecer segura.

—No creo que sea muy buena idea vivir en un cementerio, gatita.–Encarno una ceja y Lissa deja caer sus hombros suspirando.–Tal vez puedes con tu hermano.–Lissa niega.–¿Y por qué? Tu hermano es mayor de edad, no creo que le importe cuidar a su hermana durante unos meses.

—Él...esta en el extranjero...sí, en el extranjero.–Asiente convencida.

—De acuerdo...–Asiento no muy convencido–Puedes quedarte conmigo mientras tanto.

—Yo...no quiero molestar.–Sonríe tímidamente.

—Está claro que me molestas–Eleva su mirada–Bastante además, eres como un maldito grano en el culo.–Miro hacia abajo un momento y Lissa se pone a mi lado, elevo mi mirada girando mi cabeza hacia ella–Pero no te voy a dejar en la calle, sería inhumano por mi parte.

—Gracias, gracias, ¡gracias!–Sonríe intentando acercarse a mi pero la empujo levemente.

—Lo que sea.–Ruedo los ojos–Ahora mueve tu culo, nos vamos a casa–Camino sin importarme si me sigue o no.

*

Nada mas abro la puerta el sonido de unos rápidos pasos se acercan a la entrada hasta poder ver a Debrah, que me pide explicaciones con mucha ura en sus palabras.

—Hola, que tal, yo también estoy bien, me alegro...–Ruedo los ojos–¿Qué pasa?

—¿Enserio Justin? ¿Un consolaror? ¿Un maldito consolador?–Enseguida Lissa abre los ojos como platos.

—Es un regalo, no me des las gracias, solo había pensado que como no quiero que me vuelvas a tocar en tu vida pues habia pensado en ser considerado y que cuando te sientas sola puedas auto-satisfacerte.–Digo en un tono claro de burla–De nada.

—No quiero tus malditos regalos–Me tira el consolador a la cara.

—Eh, los regalos no se devuelven Debrah, es de muy mala educación–Niego repetidas veces y le devuelvo su regalo–De nuevo, es cortesía, pero no te me hagas ilusiones eh.–Le guiño un ojo divertido y río cuando Debrah sale literalmente echando humo de las orejas y corre a su habitación.

—Eso ha sido muy cruel, Justin.–Me regaña y me encojo de hombros indiferente.

—¿Y?–Lamo mis labios–Cruel es buena–Canturreo y cojo sin cuidado el brazo de Lissa arrastrandolo por las escaleras, entramos en mi habitación y suelto el brazo de Lissa, haciendo que se lo sobe.

Vuelta a Canadá | j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora