13 de Mayo del 2015

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13 de Mayo del 2015


O Layla no contaba con que el miércoles era su día de suerte, o quería darle la suficiente ventaja como para que los dos ganaran el reto.

Nunca se había levantado tan temprano para estar en un lugar, ni siquiera cuando de eso dependía el resto de su semestre la semana anterior. Sin embargo, ahí se encontraba, esperando por la moto que ya podía ver a la distancia y cuyo sonido seguramente reconocería en cualquier lugar en el futuro.

La chica detuvo la motocicleta justo detrás de su auto. Claramente le estaba pagando con la misma moneda lo que él había hecho el primer día que se conocieron pero le divirtió en lugar de molestarlo.

―¿Debo preocuparme que le hagas lo mismo que le hice a tu auto? ―cuestionó con una sonrisa bailando en sus labios mientras se quitaba el casco y lo dejaba en la parte trasera.

Él se encogió de hombros mientras se acercaba a ella, aun con las manos en los bolsillos.

―Teniendo en cuenta que nunca he tocado una moto, si lo hago, tal vez deberías estar muy preocupada.

Una autentica carcajada salió de ella y no pudo explicar la calidez que sintió en su pecho ante tal sonido. Le gustaba su lado rebelde o verla feliz pero no le gustaba ver la expresión que había tenido cuando su padre la había visitado la última vez.

―Deberíamos cambiar eso, no puedo dejar que manches mi reputación si vas a estar conmigo ―bromeó una vez que estuvo junto a él mientras caminaban hacia el mismo edificio.

―¿Ahora voy a estar contigo? ¿Cuándo saltamos a esa parte de la relación? ―alzó una ceja pero la sonrisa permaneció en sus labios.

Aun cuando Layla se veía muy segura en su forma de ser, sus mejillas se sonrojaron al notar que lo que había dicho podía tener un significado más profundo. Pensó que iba a cambiar de tema y reírse de eso pero no se retractó.

―Te estoy dando la oportunidad, ¿la tomas o la dejas? ―sonó un poco a la defensiva pero sabía que era superficial, ella le estaba dando el beneficio de la duda.

―Estoy tomando todo lo que me permitas tomar.

Y sin aviso previo, sus labios estuvieron sobre los de ellas antes de que los dos tuvieran un segundo pensamiento. Casi esperaba una patada en las bolas con aquel inesperado movimiento pero la chica repentinamente se había quedado quieta. No estaba seguro de que ella fuera a responder pero al menos no estaba atentando contra su virilidad y eso podía verse como un progreso, ¿cierto?

Aunque no era como si el hecho de que no estuviera teniendo reacción alguna por su beso no lo matara.

Se separó de ella lo suficiente para mirarla a los ojos y poder descifrar en qué estaba pensando. Su expresión en blanco no le estaba diciendo nada y tenía un gran miedo de haberla jodido antes de siquiera tener una oportunidad.

Pero, repentinamente, fue ella la que estaba tirando de su chaqueta y aplastando sus labios contra los suyos.

Su respuesta fue inmediata. Una mano fue a su mejilla para mantenerla fija en el lugar mientras su otro brazo rodeaba su cintura. Ella no lo estaba dejando ir pronto tampoco. Ambas manos viajaron de sus hombros hasta su cabello y jalaron lo suficiente como para causarle placer que estuvieran en la misma página.

Ella estaba tan desesperada como él.

Estaban en un lugar público y eso fue lo que le detuvo de dejar que sus manos vagaran más allá de lo apto para horario familiar. Sus respiraciones estaban agitadas, y sus pechos subían y bajaban, arrítmicamente.

―¿Entonces, supongo que sellamos el trato? ―fue ella la primera en hablar cuando consiguió estabilizar su cabeza.

Aquel sí que había sido un beso vuela mentes.

―Desde ahora eres mía, nena.

Layla personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora