7 de Noviembre del 2015
A pesar de que no habían llegado a ningún acuerdo después de lo que ocurrió en la casa de Frank, Dave sabía que algo se había roto.
Su último vistazo del padre de Layla lo dejó aturdido, un hombre como Frank parecía muy fuera de lugar apostado en una cama. Él le había prometido que volvería pero no lo había hecho porque Layla le había dicho que ella quería manejarlo. Desde entonces ella no había respondido a ninguna de sus llamadas o mensajes y él temía que si seguía presionándola haría un mal peor que estando ahí para ella.
Se fue esa noche a la cama pensando en si debía animarse a volver y discutir con ella si era necesario para que lo dejara entrar en su vida. Su mente había vagado por todas las posibilidades cuando escuchó el timbre de su teléfono.
Era algo tácito.
Pero cuando vio el nombre de la persona que estaba en la pantalla supo que lo peor había pasado.
Y no se había equivocado.
Layla no lloró por teléfono, su voz era monótona cuando le confirmó la muerte de Frank. Sabía que estaba guardando el dolor que sentía y aquello era mucho peor porque en algún momento iba a estar y no sabía si lograría estar ahí para juntar sus piezas.
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El entierro fue la cosa más dura que alguna vez haya presenciado. No tenía que ver con el ambiente lúgubre o que el cielo también parecía triste porque las nubes grises lo cubrían por completo.
Se trataba de Layla.
Ella permaneció cerca del baúl, con la mirada fija. No estaba llorando pero su cuerpo no estaba emitiendo ninguna otra señal de ser algo más que un muerto viviente. Él colocó una mano en su hombro y apretó con fuerza, como una forma de decirle que estaba ahí para ella aun si no lo quería pero no recibió nada a cambio.
No lo esperaba tampoco.
Cuando todos se marcharon y la única que quedó fue ella en casa temió dejarla sola. No sabía cómo decirle que podía quedarse a hacerle compañía porque en realidad parecía una bomba de relojería, a punto de explotar. Su respuesta llegó cuando ella tomó su mano y le dijo:
―Quédate conmigo.
Supo que esa era la única señal de debilidad que alguna vez vería de ella y también la única forma en que le diría con palabras que necesitaba a alguien a quien aferrarse. Él estaba feliz y preparado para ser esa persona.
Ambos se acostaron en la habitación de huéspedes. Ella descansó la cabeza contra su pecho y él sintió su pecho subir y bajar pacíficamente. Sabía que lo último que en realidad pasaba por su cabeza era descansar o relajarse pero al menos le estaba permitiendo sostener su mano cuando lo necesitaba. Él quería hablar pero no sabía qué decirle. Layla pareció sentir su inquietud.
―Solo estemos en silencio.
Él asintió. Si eso era lo que necesitaba, se lo daría.
Los silencios sí que eran significativos.
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Layla personal
FanfictionLas Laylas no suelen permanecer mucho tiempo en tu vida pero siempre dejan huella en ella. ---------------------- Historia participante del concurso Ellas de DiValencia. Cantidad de palabras utilizadas: 13.377 Basada en la canción: Layla de Eric Cla...