7 de Octubre del 2015

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7 de Octubre del 2015


Era la mejor idea que se me había ocurrido; combinaríamos nuestros disfraces para Halloween. Habían conversado sobre lo mucho que extrañaban disfrazarse cuando eran pequeños e ir por el dulce o truco. En realidad no podían hacer eso con veinte años pero al menos podían combinar sus disfraces para la fiesta de fraternidad de la que le avisó Rick más temprano.

Su mente ya estaba viajando por las posibilidades cuando salió de la clase de historia el miércoles. Sabía que Layla saldría en cualquier momento así que se sentó en su auto. Miró alrededor y notó que su moto no estaba. No habían hablado desde hacía tres días porque ella había tenido un examen difícil para presentar así que ni siquiera habían acordado una fecha para volver a verse.

Estuvo afuera alrededor de veinte minutos hasta que por fin observó la clase salir. Una cantidad de chicas y chicos pasaron a su lado pero en ningún momento vio a Layla. Incluso se acercó al salón para ver si había quedado rezagada en el interior pero nadie más quedó ahí después de que el profesor saliera.

Corrió hacia Emily, la única chica con la que había visto a Layla interactuar alguna vez ―aunque fuera solo para pedirle algunos apuntes―, y le preguntó por ella.

―No la he visto desde ayer. Comparto la clase de finanzas con ella pero no se presentó y esta mañana tampoco ha entrado.

―Gracias ―se marchó al ver la expresión en su rostro. Probablemente preguntaría si Layla estaría bien y le mataba no saber la respuesta.

Subió al auto y marcó su número pero no atendió. Llamó un par de veces más hasta que decidió dejar mensajes. Fue cuando amenazó con ir a su casa a asegurarse por sí mismo si todo marchaba bien que finalmente ella envió un mensaje:

Layla:

Malestar estomacal. No es agradable.

Dave:

¿Necesitas que te lleve algo?

Layla:

No. Gracias de todas formas.

Se inquietó pero no sabía si debía llevarle la contraria. A pesar de lo que pudieran querer muchas mujeres, a Layla no le hacía ni pizca de gracia que la vieran menos que arreglada aunque no por el factor atractivo sino cuestión de no parecer débil.

Cuando llegó a su departamento todavía seguía pensando en eso y seguramente se reflejó en su rostro porque Jake preguntó casi de inmediato cuando lo vio.

―¿Problemas en el paraíso? ―bromeó, refiriéndose a la temporada que ella y Dave habían pasado uno sobre el otro sin molestarse en averiguar si había alguien alrededor para mirar.

―No estoy seguro ―la expresión de Jake cambió de inmediato, al darse cuenta que la situación era un poco más seria de lo que había creído.

―¿Qué pasa?

―Layla no fue a clases hoy.

―Hermano ―silbó―, creo que estas dependiendo demasiado de esa chica si no puedes estar separado ni siquiera un día de ella.

―No se trata de eso, imbécil ―le lanzó una mirada molesta en su dirección y se dejó caer en el otro sillón, frente a él―. La llamé para preguntarle qué le había ocurrido pero no respondió. Tuve que amenazarla con ir a su casa para que finalmente me dijera que tenía un jodido malestar estomacal.

―Ya tienes tu respuesta, no veo el problema en eso.

―No me quería ahí. Sé que a ella no le gusta que las personas la vean en momentos vulnerables pero algo me dice que es más que eso.

―No le busques tres pies al gato ―Jake a veces podía salir con unos refranes muy raros―. Sabes cómo es ella y, a pesar de que repitas una y otra vez que ella no es como las demás, a las mujeres no les gusta que las veas tiradas en la cama en su peor momento.

―No todas son así.

―Efectivamente, pero estando con alguien como Layla ya deberías saber que te enviaría al demonio antes de permitir que la vieras pegada a un inodoro, ¿no crees?

―Tal vez...

―Solo no saques las cosas de contexto. Simplemente envíale mensajes y espera a que ella quiera responderte. No vas a sacar mucho más de ella si la presionas.

Era jodido pero tenía que darle la razón a su amigo. Estaba exagerando al pensar que algo más podía estar ocurriendo solo porque había faltado un día a clases. Tal vez incluso necesitaría más que un par de días para reponerse del todo y querer verlo. Por experiencias anteriores, sabía que no debía presionar a su novia a que saliera si no le apetecía así que lo único que le quedaba era tener paciencia.

Layla personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora