Capítulo XI: Hasta que la muerte los separe.

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Los minutos pasaban con velocidad, la gente que circulaba por la avenida se acercaba a la entrada del gran edificio por curiosidad y morbo. Las sirenas de las ambulancias sonaban con fuerza, las de la policía también.

James Maslow estaba desesperado, según Françoise, sus padrinos Antonio y Milena Ortiz fueron sido asesinados. ¿Por qué ellos? ¿Acaso sabían la identidad del Chacal? ¿Tendrían algo que ver con Thompson y Coleman?

- ¡Déjeme entrar por favor! –Desesperado-. ¡Mis padrinos están muertos!

- No puede pasar señor.

- Oficial Nichols –el uniformado lo miró.

- Detective Corey.

- Me encargaré de él –miro a la agente encubierta.

- ¿Detective Corey?

- Señor Maslow.

- ¡Déjeme pasar, por favor!

- No puedo hacer eso, podría contaminar la escena del crimen. Por el momento hay algunos agentes especiales. Le pido que se calme.

- Dígame que está pasado –llorando.

- Antonio y Milena Ortiz fueron asesinados. No puedo darle detalles todavía.

- ¡Mierda! Les dije que vendría –se tomó la cabeza.

- James –tocando su hombro- no es tu culpa.

- Esto no puede estar pasando –abrazó a Terry-. No pueden estar muertos.

Al cabo de unos minutos, Mike Maslow, Gilbert Santa Cruz y Françoise Longoria llegaron. Lo primero que Mike hizo fue abrazar a su hijo.

- Están muertos –sollozó-. Mis padrinos están muertos papá

- ¿Cómo es posible? ¡Almorzamos juntos! –reclamó Gilbert-. Estuve hace unas horas con ellos -paso rápidamente sus dedos entre su cabello bien peinado.

- El detective Corey está aquí.

- Hablaré con él, jefe –se fue.

- Yo me iré, tengo trabajo y si no llego pronto me despedirán –a James-. Estás acompañado ahora.

- Gracias Terry.

- No hay de qué. Es una lástima conocerlos en una situación así –al resto-. Siento mucho lo que paso.

- Nosotros también –apenado-. Eran increíbles personas y amigos –suspiró Gilbert.

- Es una desgracia -se lamentó Mike.

- Nos vemos James.

La agente camino entre la multitud encontrándose con Kendall Schmidt.

- Fue él.

- ¿Viste los cuerpos?

- Tu hermana subió, al parecer Corey la llamó. El perímetro está cubierto, todos estamos aquí.

- El asesino puede estar entre nosotros.

- Lo sé -analizando a la desesperada multitud-. Siempre vuelven a la escena del crimen, mntén los ojos abiertos.

Ambos caminaron en dirección a la parte trasera del edificio, ahí presentaron sus credenciales de agentes. Un oficial los dejó entrar.

Prefirieron usar las escaleras hasta llegar al tercer piso. En el departamento 312 estaba Corey, Jessica y otros funcionarios.

- Terry.

- Jess, ¿es muy malo?

- Terrible –desanimada-. Primero lo mató a él, la mujer vio todo.

El chacal de Nueva YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora