Capítulo XII: I love the way you lie.

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Terry seguía pensando en Adam. ¿Cómo era posible que su novio mintiera? ¿Qué estaba ocultando A.J?

Ella y Kendall estaban cerca de la casa de los Maslow en un auto negro con vidrios polarizados. Kendall tenía unos binoculares especiales con los que chequeaba que todo estuviese en orden.


- ¿Crees que el chacal trabaje en la compañía de Mike Maslow? -Watson no respondió-. ¿Terry?

- ¿Qué cosa? –Asustada.

- Veo que no estás aquí –rio.

- Lo siento, tengo la cabeza en otro lado.

- Si quieres puedo quedarme.

- ¿Estás seguro?

- Necesito a alguien despierto y tú, querida mía, no lo estás.

- Dame una hora.

- Bien amorcito, tienes una hora de recreo –sonrió amistoso.


Kendall Schmidt era el mejor amigo de Adam Johnson, a pesar de esto, siempre llamaba de manera dulce a Terry, por supuesto con ninguna mala intención. Sentía que en ella estaba la confianza suficiente como para usar esos apodos. Ambos compartían algo en común, un gran afecto y admiración por Adam. 

La agente Watson nunca dudó de su novio, en los tres años de relación que llevaban jamás habían tenido problemas. Tal vez algunas discusiones, discusiones tontas que todos los novio tienen. Algo que se resuelve hablando y luego en la cama. Adam era demasiado perfecto, el novio que todas querían. ¿Cómo dudar de alguien así?

Leía y leía aquel mensaje de texto. ¿Quién lo envió? Sólo una persona podía darle esas respuestas, una persona capaz de saber hasta en dónde te encontrabas hace cinco años. Carlos Pena.

Carlos estaría en su casa, iba a la base cuando se le llamaba. Podríamos decir que él si vivía su vida como todos quisieran. Buen sueldo, trabajar desde su hogar, tenía algunas novias virtuales, lo que un nerd quiere.


- ¿Terry? –Abriendo la puerta-. ¿Qué haces aquí?

-  ¿Puedo pasar?

- Sí, adelante. Creí que estabas con Schmidt custodiando a Maslow.

- Digamos que me tome un receso.

- ¿Todo bien?

- ¿Puedo hacerte una pregunta?

- Las que quieras.

- ¿Cada agente y navy tiene un código, no? Ya sabes, una especie de chip rastreador.

- Sí, tu chip está en la placa.

- O sea, si siempre llevo mi placa...

- Sabré donde estás –terminó la oración-. Es increíble lo que hacen los agentes después del trabajo. Una vez rastree a Wesley –riendo- ni te imaginas donde va los viernes por la noche -Terry lo miro extrañada-. Pero, ya sé que es malo espiar –avergonzado.

- Guardaré tu secreto si me dejas espiar a alguien.

- ¿Adam?

- Sí –desanimada.

- Iré por la otra laptop.

- Ohh y Carlos.

-  Dime.

- ¿Puedes investigar un número de teléfono? Quiero saber a quién le pertenece.

- Necesitaré tu celular.

El chacal de Nueva YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora