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Karla finalmente se armó de valor y habló con sus padres sobre la relación que mantenía en secreto con Leo, su padre enfureció, principalmente por celos y la desconfianza de su hija en no comentarles al instante sobre ésta, en cambio, su madre fue más comprensiva y la defendió ante su papá, ambos accedieron a concederle permiso para seguir viendo al muchacho, con muchísimas restricciones por cierto, fue un buen avance a consideración del coraje que les ocasionó a sus papás, a pesar de que estaría castigada cerca de un mes y las visitas con el supuesto novio serían hasta que el muchacho se presentara en la casa para la aprobación. Cuando esto sucedió fue bastante gracioso para Vane, ver a Leo nerviosísimo sentado en la sala con ambos padres frente a él observando cada detalle de él, y preguntando sobre cada aspecto de su vida, por otra parte la tez de Karla cambiaba de colores conforme el tiempo avanzaba, absolutamente fue una estrategia para hacerla pagar por sus errores. Más tardaron en molestar e incomodar a Leo, que en decirle a Karla que el chico estaba aprobado y a ella le retiraban su castigo. Inmediatamente después de esto Karla no sabía que decir, un tornado de emociones la arrasó, únicamente pudo acudir a su hermana mayor para pedirle consejos, se topó con el inconveniente de que ésta es inexperta en tales cuestiones.

Los días consecuentes Vanessa mantuvo contacto con Alex mediante mensajes de texto, cada vez tenían una mejor amistad, en una ocasión la llamó para invitarla a salir. —Son vacaciones, el aburrimiento comienza a devorarme, hagamos algo juntos— sugirió y ella aceptó, ya que por un tiempo considerable, ella lo catalogaba como su amor "platónico". Ese día en vez de terminar en algo hermoso, resultó en una pelea, fue algo sin sentido, pero ambos tomaron una actitud de orgullo, cada uno se fue del lugar muy enfadado, dejaron de hablar y mantenían su enojo desquitándose con las personas a su alrededor. —Es un terco — despotricaba Vanessa. — Es una obstinada— gruñía por su cuenta Alex. Esos problemas eran tan característicos de los adolescentes, << ya se les pasará, si se pelean por algo tan simple, están destinados a estar juntos>>, pensaban quienes conocían la situación. Sin embargo el paso de los días no mejoraba el asunto, todo era neutral porque ninguno se decidía a actuar. El cumpleaños de Cassandra llegó y por ende la reunión planeada, a la cual no se presentó Alex, no obstante todo lo demás fue excepcional, merecedora de quedarse en la memoria de todos, digna de ser uno de los recuerdos de adolescencia, los chicos agradecieron por tan agradable velada al retirarse. —Ahora es el turno de mi regalo— notificó Vanessa sacando una caja envuelta en papel estampado de mil colores, Cassandra no se detuvo ni un milisegundo cuando ya estaba colgada de su mejor amiga dándole las gracias y arrancando el regalo de sus manos para romper la envoltura con una desesperación inconmensurable, era como una niña pequeña que no podía ser paciente, Vanessa lo sabía y por esa razón el regalo estaba envuelto unas diez veces —Las amigas no hacen esto— gimió intentando deshacerse de todas las trabas para llegar hasta el preciado regalo, una risa estruendosa reinaba en el lugar, pues Vanessa no paraba al ver tal reacción. — ¡Lo tengo!— exclamó sosteniendo un par de libros en el aire clamando victoria. — ¿Y? ¿Te gustaron?— Preguntó ansiosa. Gritó infinitamente, incluso causó temor en ella —Son hermosos, extraordinarios, fascinantes, y todas esos adjetivos similares— habló mientras los hojeaba; el primero era una obra clásica que estuvo buscando por tanto tiempo, el segundo era un libro hecho a mano con una cantidad severa de fotos con todos sus recuerdos más espectaculares. Fue evidente que adoró los regalos pues se marchó con una expresión de felicidad dando pequeños saltitos hasta su auto. —Te amo mejor amiga— gritó partiendo a su hogar.

Hubo un suceso extraño, ilógico e inexplicable que nadie comprendió, Vanessa estaba saliendo con completo maleante, y no simplemente era por su apariencia física sino porque en cuanto a su moral era terrible. Todo sucedió una tarde cuando Vanessa casi fue atropellada por una gran camioneta negra, evidentemente sería culpa del conductor que se pasó una señal de alto, al voltear para gritarle una cantidad impresionante de obscenidades, Vanessa olvidó la manera apropiada de articular palabra alguna, se sintió atraída hacia aquel sujeto de una forma rara y al parecer lo mismo sucedió con éste, que dudaba de ver a un ser real frente a él, se quitó los lentes oscuros para cerciorarse de no estar alucinando. Vanessa entonces pudo observar mejor al susodicho: un chico mayor que ella, probablemente de unos 19 ó 20 años, sus rasgos faciales muy finos, vestía una gorra al revés y una camisa azul entallada que mostraba sus músculos, una mirada que pareció penetrarle el alma. Se alejó del camino para dejarle el paso libre a la camioneta que avanzó un poco más para quedarse a su altura —Vamos chaparra, súbete— ordenó éste y ella accedió aún sin hablar. Una semana o un poco más había transcurrido desde el suceso y todos los días sin excepción salían, era una descarga de adrenalina para ambos, en cada encuentro realizaban algo delirante, tenían una relación extraña, era singular cuando mantenían una conversación más larga a 20 minutos, una de éstas fue cuando el sujeto llamado Jaime, le comentó que su brazalete con una ancla era muy "chévere" —Gracias— respondió amablemente. —Yo tambiéntengo una ¿quisieras ver?— ofreció y al ver que Vanessa permanecía en silencio optó por arriscar su manga izquierda y mostrarle su antebrazo cubierto detatuajes, en el centro había una ancla enorme, ella no pudo contener su curiosidad y sin avisar comenzó a recorrer el contorno con las yemas de sus dedos delicadamente —Es preciosa— musitó. Jaime llevaba a Vanessa a toda clase de experiencias, las que más le gustaban a ella eran los conciertos colosales de rock, en los cuales estaba positivamente segura que todos consumían algún tipo de droga aunque ella prefería no unírseles, era una sensación para la cual no tenía palabras. Jaime medía un metro con ochenta centímetros, la cargaba sin dificultades sobre sus hombros para que ella obtuviera una mejor visión y creía estar en la cima del universo. Sus padres estaban preocupados por el comportamiento de su hija, era algo inusual, comenzó a llegar a las 3:00 de la madrugada y salir a escondidas a la una de la tarde, se distanció de todos y presentían que la perderían en cualquier momento si no actuaban ahora, nadie fue capaz de comunicarse con ella. Cassandra acudió con Alex como medidas desesperadas, le habló de lo que sucedía y la angustia que la invadía, ella se tomó la libertad de investigar al individuo y encontró que estuvo detenido por posesión de armas y drogas, no era alguien de fiar. — Ayúdame por favor, no quiero perder a mi mejor amiga de esa manera — suplicó Cassy, pero Alex parecía ser inmune a todo eso, en un lugar seguía guardando un rencor por Vanessa, esperaba que ella se disculpara con él. —Alejandro, tienes que reaccionar, yo creo que ella hace esto por ti, se pelearon por tonterías y ambos fueron orgullosos como para aceptar su error, ¿sabías que ella ha estado enamorada de ti por un largo tiempo?, indirectamente cree que te va a olvidar con ese tipejo, enséñale que no, yo sé que tú también sientes algo por ella— exclamó perdiendo la pacienciay esto ocasionó que Alex reflexionara mejor la situación, la mayoría de lo que había dicho era cierto y estaba dispuesto a rescatarla. Tenían que hallar la manera de interceptarla, luego llevarla hasta un lugar del cual no pudiese escapar y no le quedase más remedio que oírlos. Debían apresurarse sino queríanque fuera demasiado tarde, sin embargo no todo sale como lo planeas, ya que un día antes de la "intercepción", Jaime pasó a buscar a su compañera de aventuras en una esplendorosa motocicleta de carreras color negro con líneas verse electrizante, Vanessa pareció quedar hechizada por un encanto fantasioso y sin objeciones se trepó a ésta con un casco negro, aferrándose al torso de Jaime salieron con una velocidad endemoniada, rumbo a las afueras de la ciudad, a recorrer carreteras entre bosques llenas de curvas y otros peligros. Karla llamó alarmada a todos avisando, las acciones de su hermana mayor, en cuestión de minutos tuvo a todos en su casa listos para salir en búsqueda de ella —Se va a matar la escuincla, ¡por Dios santo!— gritaba su mamá una y otra vez dando vueltas por la casa tal león enjaulado. —Basta de esto hay que avisar a las autoridades para que los detengan inmediatamente— determinó marcando furiosamente las teclas del teléfono.

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