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Por la posición del sol creo que deben ser aproximadamente las cuatro de la tarde. Y digo aproximadamente porque había olvidado mi móvil en la oficina de Naruto por correr detrás del no tan maduro de Konohamaru. Tampoco es que supiera mucho eso de la posición del sol pero bueno, necesito sonar interesante.

Los niños y su respectivo maestro se encontraban a unos pasos delante de mí; iba maravillada con los alrededores, tenía tiempo sin salir más allá de la aldea y todo se sentía tan familiar. Recordé la vez que estuve con akatsuki. Fueron buenos y confusos tiempos.

—No den un paso más.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta que todos habían dejado de caminar hasta al chocar con la espalda de Konohamaru. Solo es unos cuantos centímetros más alto que yo.

—Yo iré, Konohamaru-sensei—murmuró Boruto, decidido.

—Iremos todos—corrigió Sarada, ajustándose las gafas. Qué bonita niña; podrías haber sido más bonita pero tu papá me mando a la muy lejos.

—Mitsuki, quédate con Lucy—enunció Konohamaru, mirándome.

Como su espalda no me dejaba ver tuve que empujarlo un poco para poder encontrarme con aquella maravilla. Era la cosa más bonita del universo, lo quería para llevar.

—¡Pero mira esa lindura!

No pude evitar salir corriendo hacia la cosa linda; los niños gritaban cosas que no podía escuchar porque estaba sumida en mi mundo de colores pastel y brillitos. Soy cliente frecuente.

—Lucy, no des un paso más—advirtió Konohamaru.

—Lucy-san, no te muevas—el sharingan apareció en los ojos de mini emo. Mitsuki asintió dándole la razón y Boruto estaba a punto de salir corriendo.

—¿Por qué?—pregunté confundida—. ¡Es solo un lindo y gigante panda!

Al pronunciar aquellas palabras el lindo animal comenzó a gruñir. No recordaba que este panda era el que se les había escapado una vez, y seguro que ahora lo iban a capturar y terminar las dos misiones.

Mitsuki estiro su brazo y me sacó del lugar como si fuera un costal de papas; no pude evitar lastimarme un poco en el acto. Mientras sobaba mi espalda los niños intentaban atrapar el animal pero obviamente, no lo lograron. Sus caritas de decepción eran lindas, a excepción la de su maestro.

—¡Bueno!—llamé su atención—. ¡Suerte para la próxima!—por dentro estaba un poco feliz de que no atraparan al lindo panda, así que para no dar sospechas de mi alegría comencé a caminar.

—¡Estaba así de atraparlo!—me dijo Boruto al alcanzarme—, para la otra si lo atrapare. Ya veras, Lucy.

Al menos su padre usaba el "chan". Estoy segura de que este niño trataba de impresionarme, es como mi hermanito. A los pocos segundos Mitsuki nos alcanzó y se disculpó por lo de antes; Sarada platicaba algo con Konohamaru sobre la misión inicial. Y hablando de ella, debería de visitar a Sakura y molestarla un rato. Aún me faltan personas por honrar con mi presencia.

Fue cuestión de minutos para que nos encontráramos en el lugar que Naruto había ordenado para "reconocimiento de terreno". Konohamaru les dijo algo a los niños y me suplicó que no me moviera hasta que ellos terminaran. ¿Cuántos años cree que tengo? Todos siguen tratándome como una niña pequeña.

—¡Konohamaru se subió un gusano a mi zapato!

¿Ya mencione mi odio hacia los insectos? Creo que sí, pero lo vuelvo a decir: odio los insectos.

Con todo el miedo del mundo y la ayuda de una ramita logré quitar el asqueroso gusano de mi zapato. Para prevenir que más cosas raras se arrastraran por mi cuerpo me salí de esa área y comencé a caminar sin perder de vista a los niños; ellos estaban bien, pero digamos que mi sentido de orientación no es muy bueno.

Conexión. |Naruto Shippuden|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora