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|Perdón por la grosería, fue inevitable|

Por el momento me había quedado a dormir en el departamento de Sakura; quería conseguir algo lindo para mí pues no quería causar molestias. Estaba optando por tomar el antiguo departamento de Naruto, pero seguro habría un montón de ratas e insectos. Aunque claro, ya tenía en mente quien iba a limpiarlo por mí.

Eran aproximadamente las ocho de la mañana; Sakura ya había dejado el departamento y Sarada estaba de misión, como siempre. A su edad yo comía lodo.

Hoy era un bonito día y no había nada interesante en el departamento así que salí, compré algunas flores y me dirigí a un lugar en especial. En todo el camino había pensado lo que iba a decir, pero creo que lo mejor es dejar que las palabras fluyan.

Al llegar, acomodé las flores y di un gran suspiro.

—Hey, ¿cómo estás?—comencé—, perdón por venir hasta hoy, Neji.

Sacudí un poco la tumba y me senté al lado; el aura era deprimente. Algo se movió dentro de mí; jamás había experimentado la muerte de alguien cercano. Todos aquellos momentos que pase junto a Neji llegaron a mi destrozándome un poco. Él había sido real, más que un simple personaje 2d y yo lo sabía, era por eso que el hecho de que ahora no estaba conmigo me mataba cada vez más.

—Han pasado un montón de cosas—continué—, me hubiera gustado que fueras parte de ellas. Y si vine hasta ahora fue porque no tenía el valor suficiente para mirar una roca en vez de tus ojos de ciego. Perdón sí eso te molestaba pero me gustaba verte enojado. Hasta sentía que me gustabas porque eras cool.

Limpie un poco mi cara y me puse de pie, seguro que me veía patética llorando de esa forma—. Tengo que irme, pero vendré luego. Y lo siento por...

—¡Lucy-chan!

Esa vocecita. Esa linda y chillona vocecita me había sacado de mi lado deprimente. Limpié las lágrimas y gire para ver a aquella personita. Himawari, junto a su madre, estaban a unos cuantos metros, está última sonriendo con nostalgia.

Sacudí mi ropa y me acerqué a ellas—. ¡Hey, pequeño demonio!—tomé a Himawari en los brazos—. ¿Qué tal, Hinata?

—Lucy-san, es bueno verte—sonrió—. Naruto-kun me dijo que estabas por aquí así que pasamos a saludar.

—Sí, yo también quería saludar.

¿Y cómo diablos supo el oxigenado que estaba acá? ¿Instalaron cámaras o algo? Bueno, eso lo investigaría luego, por ahora estaba concentrada en la niña en mis brazos y en unos papeles que traía Hinata en sus brazos. Por cierto, eran demasiados.

—¿Son para Naruto?—señalé los papeles y ella asintió.

—Los olvidó y son muy importantes, voy a llevárselos.

—¡Mami, quiero ir a jugar con Lucy-chan!

La niña casi me deja sorda pero me pareció buena idea. Podría cuidar de Himawari en lo que Hinata llevaba los papeles a Naruto; algo así como la buena acción del día. Total, me llevó bien con los niños pequeños.

[...]

—¡Niña del demonio! ¿Dónde diablos estas?

Teníamos más de media hora jugando a las escondidas y yo aún no podía encontrarla. Ya había recorrido todos los rincones de la casa de Naruto como diez veces y la niña seguía sin aparecer.

Cuando estaba a punto de darme por vencida Himawari salió de uno de los estantes de la cocina con una sonrisa de maldad adornando su rostro. Juro que revise ahí.

¡Su puta madre!—grité, pero luego me arrepentí.

Himawari, inocente, se acercó a mí—. ¿Qué significa "su puta madre"?

He creado un monstruo.

Me agache a la altura de la niña y la miré con temor—. No lo vuelvas a decir, por favor.

—¿Pero qué significa?

Tenía que inventar algo, no podía dejarla con la duda, es muy feo.

—¡Es una expresión de felicidad!—mentí—, pero no la digas, ¿vale?

—Vale—sonrió.

Suspiré, aliviada. Tomé mi celular y comencé a revisar mis redes sociales en lo que Hinata llegaba; nunca me cansaré de agradecer a quien trajo el Internet a este lugar. Tenía los correos de todos para molestarlos, sobre todo a Sasuke, aunque ya me bloqueo. Era divertido ponerle cosas melosas y muchos corazones para su frío e inexistente corazón.

También tenía el de Gaara, pero no lo molestaba porque me daba vergüenza. Además él es una persona ocupada. 

A los pocos minutos la puerta se abrió, dejando ver a Naruto. Himawari corrió a él con una expresión de felicidad.

¡Es una expresión de felicidad!

Señor Jesús, dime que no lo va a decir.

—¡Papá! ¡Su puta madre!  

Lo dijo.

Naruto me miró con confusión y lo único que pude hacer fue esconderme debajo de la mesa. En cuestión de minutos él ya estaba frente a mí con una mirada asesina.

 —Lucy-chan—canturreó—, ¿qué le enseñaste a mi hija?

—¡Te juro que se me salió y no supe como remediarlo!—chillé. Luego me di cuenta que solo era un clon—. Oye, eres un clon.

—¡No cambies el tema!—me tomo del brazo y me saco de debajo de la mesa—. Olvídalo, el original quiere verte, esta con Sasuke en la oficina.

¿Acaso dijo Sasuke? ¿Mi víctima número uno? ¿El emo de mi corazón?    

—Iré enseguida.

Recogí mis cosas, me despedí de Himawari y partí de inmediato a la oficina de Naruto. Más por la curiosidad que por ver a Sasuke. Aunque ya aprovechando debería decirle que me desbloquee.

En el camino me tope a Hinata y me disculpe con ella por haber convertido a su hija en un monstruo más de lo que ya era.

Cuando llegué a la oficina ni siquiera me moleste en tocar; Naruto estaba detrás de su escritorio leyendo unos papeles y Sasuke a su lado. Que bonito todo.

 —Hey, señores ocupados.

—¡Lucy-chan!—saludó Naruto, con una sonrisa, como siempre. Aunque este agotado siempre te recibirá con alegría.

—Lo que me temía—murmuró Sasuke. Y por otro lado tenemos a señor depresión. 

Me encanta esa felicidad que sale de la boca de Sasuke. Todo en él grita alegría y diversión. Sigue así chico fiesta.

 —¿Me necesitaban?—pregunté, curiosa. Oxigenado sonrió y Sasuke maldijo.

Señor emo, depresión, maldición; hay un montón de apodos para Sasuke y mil maneras de molestarlo.

 —Lucy-chan, ¿qué te parece ir con Sasuke a entregar algo?

—Una mala idea.

—Lo mismo digo—apoyó Sasuke.

—Es una misión—aclaró Naruto, serio.

¿Ir de misión? ¿Con el emo? Definitivamente es una mala idea. ¿Qué tal si me usa de sacrificio para uno de sus rituales? No, no, no. No puedo morir tan joven y menos por culpa de este ser extraño. Me niego.

—Una misión a Suna.     

Pensándolo bien ir a Suna luego de todo este tiempo no es una mala idea. Lo feo y lo malo es con quien voy a ir.

Tendré que sacrificarme para poder ver a Gaara. Señor, que todo salga bien y no me dejes caer en la mano de Sasuke el psicópata, amén.







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