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Los siguientes días no volví a ir a Konoha. Las pequeñas vacaciones de la universidad se habían terminado y ahora estábamos realmente atareados: exámenes, conferencias y visitas a juzgados.

No pude evitar sentirme estúpida por mi comportamiento aquel día. Digamos que el hecho de que Konohamaru me haya consolado no me gustaba mucho.

Me reuní con algunos amigos, entre ellos Yuta, y hablamos de cosas triviales. La imagen de Jun y Gaara rondaba por mi mente.

Al llegar a casa fui directo a mi habitación: 10:02 pm. El mapa de Konoha aún seguía como mi fondo de bloqueo. Suspiré. Me sentí estúpida, de nuevo, y luego me recosté reflexionando sobre mi vida y la tarea que no había terminado.

Los eventos sobre aquel día seguían en mi mente, por alguna razón cuando volvía a pensar sobre ello se me hacía lo más estúpido del mundo. Estaba consciente de que nada era lógico, pero diablos, todo era confuso.

A pesar de que me había dicho de que entre menos supiera mejor, tenía curiosidad.

'La curiosidad es natural, uno quiere saber cosas'—dije, a nadie en específico.

'No si vas a acabar en problemas por ser curioso'—o eso creí.

Que se apareciera en mi habitación como si fuera de él ya era algo normal. Sasuke no conoce los límites o la privacidad. Sobre todo lo último.

Encendí la luz de la habitación para poder ver al hombre que invadía mi espacio.

Ahí estaba él, recargado en mi escritorio, mirando a través de mi alma. Seguro está muy oscuro ahí dentro.

—¿Qué haces acá?—traté de que mi voz sonara molesta, pero el tartamudeo no había ayudado en absoluto—. No sé ni para qué te pregunto, siempre haces lo que quieres.

—En esta ocasión, Naruto me mandó—me sorprendió su sinceridad, y sobre todo, que obedeciera a Naruto sin rechistar—. Vamos a Konoha.

—Nunca.

—No te estoy preguntando.

Fue cuestión de segundos para que me encontrara sin movimiento en el hombro de Sasuke. El muy maldito estaba usando ese sucio truco de nuevo. Una serie de hand seals y ya estábamos en aquel bosque tan familiar.

Y él muy desgraciado no dejo que tomará mi móvil.

[...]

Las noches en Konoha son demasiado frías. No llevaba más que un simple suéter rosado y creí que iba a morir de hipotermia.

Mi cuerpo se sentía tan pesado y el hecho de que no pudiera mover ningún músculo ni siquiera para hablar me estaba matando. También estaba entrando en pánico porque Sasuke no se dirigía al edificio del Hokage, sino a la casa de Naruto.

Santas lechuzas. Oh, hoy daban maratón de Harry Potter, maldito Sasuke.

El señor tenebroso, ah no, Sasuke, dio tres golpes a la puerta y enseguida Hinata salió. ¿Acaso esperaba nuestra llegada?

Entramos —Sasuke entró conmigo en brazos— a la casa sin decir nada, como si todo hubiera sido planeado o tal vez ya hasta se comunican por la mente, ya saben, magia ninja. En el pequeño comedor se encontraba Naruto sosteniendo unas hojas. Pensé en los niños pero debían de estar dormidos, ya pasaban de las diez.

Sasuke me dejó —aventó— en una silla y desactivó/quitó/me desembrujo de lo que sea que me haya echado encima y por fin volví a tener movilidad. Él se sentó en la silla más alejada porque asocial siempre.

—Lucy-chan—comenzó Naruto—, te preguntaras porqué estás aquí.

—¿Por qué tú lo ordenaste?—formulé con una mueca, estaba sonando como película mafiosa.

—Sí, y también por...—su rostro se ensombreció. Sasuke se cruzó de brazos. Hinata se posicionó al lado de Naruto. Yo quería hacer pis.—. ¡Por qué estaba preocupado!

Exhale, ni siquiera me había dado cuenta de que había contenido la respiración. Sentí frío en mis pies y me percaté de que tampoco tenía mis botas puestas. Estúpido Sasuke.

—¡No vuelvas a desaparecer de esa manera Lucy-chan! ¡Estaba muuuy preocupado! ¡Quería buscarte pero Hinata dijo que te dejara descansar unos días! ¡No pude esperar más y mandé a Sasuke por ti, qué buena decisión tomé!

Quería llorar porque tenía frío, mi vejiga iba a reventar y también por Naruto. No sé cómo le hace para siempre ponerme sensible; desearía que en realidad fuera mi hermano mayor. Escuché movimiento en el piso de arriba, tal vez los niños se habían despertado por los gritos de Naruto.

—Lucy-san, ¿te encuentras bien?—la melodiosa voz de Hinata invadió mis pensamientos.

—No, quiero ir al baño—me sorbe la nariz.

Vejiga vacía, Lucy llena de alegría. Me sequé las manos y salí del baño un poco más calmada con respecto a la situación.

Naruto me esperaba afuera con las mismas hojas que lo había visto antes en las manos. Las observó unos segundos, suspiró y luego me las extendió.

—¿Qué es eso?—dudé en tomarlas, pero aun así las acepte, sin ver su contenido.

—Información clasificada: tu expediente—su rostro se tornó serio y mi corazón latió con fuerza—. Lucy-chan, ¿conoces los mundos paralelos?







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