Verdadera compañia

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"Mi soledad no depende de la presencia o ausencia de las personas; al contrario, odio a quien roba mi soledad sin, a cambio, ofrecerme compañía de verdad." — Friedrich Nietzsche

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—Mira Adrien—dijo una niña de bonitos ojos azules y un vestido amarillo—hice una corona de flores.

— ¡Ah! No es justo, a ti si te salen estas cosas—dijo un niño de cabello rubio despeinado.

Ambos infantes estaban sentados en el patio de la mansión de la familia Agreste. Se veían totalmente concentrados en sus manualidades de ramas de árbol y raíces. El niño llevaba su traje de gala manchado y las mangas recogidas. Su pantalón negro estaba lleno de pasto. La niña tenía su vestido manchado de lodo en la orilla y sus zapatos blancos ahora eran grises.

Pero a ninguno de los dos les importaba.

—Me quedo bonito—dijo la niña poniendo la corona en la cabeza de él.

—A ti todo te sale bien—dijo Adrien.

— ¿Qué haces?—pregunto Chloe al verlo luchar con algunas flores.

—Te quería dar un anillo—dijo Adrien suspirando.

— ¿Por qué?—pregunto Chloe acercándose al niño.

—Porque te lo mereces—comento Adrien sonriendo totalmente feliz pero siguiendo frustrado sin poder lograr hacer el anillo.

Una pequeña Chloe de nueve años de edad se sonrojo. Su madre siempre le daba cumplidos. Su padre igual, aunque los suyos iban más hacia el hecho de que debía ser perfecta para su imagen. Así que sonrió cuando su mejor amigo le hizo aquel cumplido. Chloe al ver la frustración del rubio, puso su propia corona en su cabeza.

Adrien no dijo nada mientras su amiga le acomodaba la corona de flores. Chloe le sonrió ampliamente. Siempre era dulce con Adrien, a diferencia de muchas otras personas. Y Adrien lo sabía muy bien, por eso siempre se sentía muy genial al lado de Chloe.

—Te ves muy bien—dijo Chloe tomando su mano y jalándolo hacia dentro de la mansión.

En la mansión se encontraban reunidos ambas familias. Los Agreste habían amasado una fortuna gracias al ingenio de ambos quienes se habían desarrollado en el ámbito de la moda, los Burgeois tenían dinero después de haber hecho crecer el hostal de la madre de la señora hasta convertirlo en el mejor hotel de París. Después de eso, André había presentado su candidatura a alcalde de la ciudad. Los círculos por los que ambas familias se movían eran parecidos, así que no paso mucho tiempo antes de que se volvieran amigos y socios.

—Mira mamá—grito Chloe al entrar a la sala— ¡hice una corona! ¿A qué le queda bonito a Adrien?

Adrien, como cualquier pequeño niño de siete años se puso rojo y trato de quitarse la corona, pero su pequeña amiga se lo impidió. Las señoras rieron al ver su relación, ambas sin dejar de pensar en lo lindos que se verían sus hijos como pareja algún día. La señora Burgeois no tardo nada en sacar una cámara y tomarle una foto a los dos niños.

—Vamos Adrien, ¿a que te queda bonito?—pidió la rubia.

Chloe suspiro observando esa vieja foto que su difunta madre había tomado. Chloe tenía guardado en un cajón todos los recuerdos y apenas a unas horas de haber escuchado a Adrien técnicamente negar la amistad que tuvo con ella, estaba furiosa.

Tomo dicha foto, junto con algunas más que tenía por ahí de los años de amistad y los rasgo una por una a la mitad. En verdad quería a Adrien, pero estaba muy enojada y por desgracia no podía darle un golpe a este mismo. Así que saco todas sus revistas de moda y rompió todas sus fotos.

Mas que extraños ||Miraculous Ladybug|| #ChangerMLBFandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora