Capítulo VII

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Tras salir de la cafetería, Elié comprendió que la vestimenta de Silder llamaba demasiado la atención. Contó de nuevo el dinero que le había quitado a Adriel y supuso que tenían bastante como para coger un taxi que les llevara hasta Dansville y comprar algo de ropa para el Consejero; si seguían llamando la atención de esa manera, los centinelas no necesitarían rastrearle para dar con él.

Hallaron una tienda de ropa deportiva a unas manzanas de distancia. Cuando salieron del local, Silder tenía un aspecto mucho mas <<humano>>. Vestía unos pantalones caqui de montañismo, una camiseta negra de manga larga y unas botas de trecking marrón oscuro. Elié también aprovechó la ocasión para deshacerse del traje de chaqueta negro y optó por comprar exactamente la misma ropa que el Consejero, aunque una talla más grande.

— Parecemos un equipo de algo —bromeó Elié al salir de la tienda.

— ¿Que es "un equipo de algo"?

Elié sonrió con ganas. Aquel tipo no conocía el mundo de los humanos, al menos no esta versión moderna; sin duda aquello iba a ser divertido.

— Nada, déjalo, busquemos un taxi.

— ¿Un taxi es una de esas máquinas que se mueven por el suelo con ruedas?

— Exacto. Debemos comportarnos como humanos y viajar como ellos.

— Estoy deseando ver una de esas cosas por dentro. Por cierto ¿cómo se llaman esos papeles con los que has hecho el trueque?

— Billetes.

— Vaya, creo que estos humanos son menos prácticos que hace unos siglos. ¿Sabes? Pensaba que necesitaríamos al menos dos gallinas y un cerdo para que nos diesen la ropa.

— El mundo ha cambiado, consejero.

— Ya lo veo. Todavía recuerdo a Alhfayette y la misión que le encomendaron los miembros del arcano.

— Sí, fue hace mucho tiempo. El pobre tuvo que pasar meses y meses en un barco para que los humanos se dieran cuenta de que el mundo era redondo. ¿Qué fue de él?

— Decidió que no le interesaba la inmortalidad y murió desterrado en las montañas negras. Como tantos otros.

Les llevó bastante tiempo encontrar algún taxista dispuesto a hacer más de cuatrocientos kilómetros. Por supuesto, tuvieron que pagarle por adelantado, y aquello les dejó sin un dólar para volver a Storain. Si el Consejero le había dicho la verdad, el primer objetivo de los centinelas sería encontrarle a él para averiguar el motivo de su despertar, así que en cierto modo les mantendría alejados de la chica.

 Si el Consejero le había dicho la verdad, el primer objetivo de los centinelas sería encontrarle a él para averiguar el motivo de su despertar, así que en cierto modo les mantendría alejados de la chica

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Tenía demasiadas preguntas que hacerle al Consejero, aunque el viaje sería largo, al menos cinco horas, así que decidió dejarle que husmeara para saciar su curiosidad durante unos minutos.

La ira de los Caídos #PremiosPure #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora