Capítulo XI

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Oculto entre las sombras, Elié observó impotente cómo los coches de policía invadían la calle. La herida del pecho ya no sangraba, aunque aún sentía un ligero hormigueo en el lugar donde debía de estar el agujero que aquel viejo entrometido le había hecho. <<He tenido suerte, ha estado cerca del corazón>>, poco consuelo ante la impotencia de no poder hablar con Eva.

Volvió a tocarse el lugar donde le habían disparado. Su cuerpo había escupido la bala y la carne ya se había regenerado, aunque aún tenía un tono ligeramente rosado. Era consciente de que había estado muy cerca de la muerte; si aquella bala hubiese atravesado su corazón todo habría terminado de la forma más absurda posible.

¿Quién había matado a aquellas personas? No paraba de darle vueltas al asunto desde que recobró la consciencia y se ocultó en una esquina cercana. Mientras observaba al viejo que le disparó hablando con la policía, no paraba de cavilar sobre las posibles implicaciones de Aladiah en aquel asesinato; sin embargo, no encontraba ningún motivo para que el viejo guardia hubiese asesinado a aquellos humanos a sangre fría. No, aquello no era propio de Aladiah. Podía ser algo imprevisible, pero no era un asesino.

Entonces vio aparecer un coche azul que le era tremendamente familiar. Lo observó con suspicacia, intentando recordar de qué le sonaba tanto aquel chevrolet. Vio bajar a una chica de piel morena, joven. La estudió minuciosamente, analizando cada uno de sus movimientos; había algo en aquel coche que le desconcertaba, pero no conseguía desentrañar los secretos que le ocultaba.

Un leve cambio en el viento que soplaba a su espalda le alertó. Se giró justo a tiempo de ver la imponente figura de Aladiah observándole con gesto divertido a unos cien metros. Tensó instintivamente todos los músculos de su cuerpo mientras revisaba cada rincón de la calle; era consciente de que el centinela negro debía de estar muy cerca, acechándole.

— Vaya jaleo se ha montado en casa de tu amiga —dijo Aladiah sonriendo.

— ¿Has sido tú? —preguntó Elié sin dejar de prestar atención a todo lo que le rodeaba.

Aladiah se encogió de hombros. Su mirada se volvió lobuna y despiadada por unos instantes. Elié descifró en aquella mirada lo que sus ojos no podían mostrarle y se movió rápido hacia el otro lado de la calle. Abdou llegó a rozarle el brazo, aunque no consiguió agarrarle. Ahora los dos habían revelado su posición.

Recorrió con la mirada todo aquello que le rodeaba, intentando encontrar una vía de escape. Aladiah y Abdou bloqueaban los dos extremos de la calle. A derecha e izquierda, altos muros de piedra guardaban con orgullo los límites de las propiedades colindantes.

Abdou adivinó su intención y se lanzó como un rayo sobre su espalda. Elié se movió con rapidez a la derecha y evitó la embestida. Tenía que apresurarse; sabía que no tenía demasiadas posibilidades enfrentándose a los dos; la única opción era huir.

Aladiah avanzó hacia él; Abdou recuperó la posición y bloqueó el extremo opuesto del callejón. Elié desenfundó la daga y lanzó una estocada dura y rápida contra Abdou. Este fintó a la izquierda y esquivó el golpe. A su espalda, Aladiah sacó las dagas que llevaba ocultas bajo el chaquetón. No tenía tiempo, Aladiah casi estaba sobre su espalda. Si le rodeaban, estaría muerto en cuestión de segundos.

Observó con el rabillo del ojo los muros de piedra. Saltarlos no sería problema. Podría intentar despistarlos entre el intrincado laberinto de callejuelas de aquella urbanización; sin embargo, Eva estaba a pocos metros de distancia, totalmente expuesta. Si le perdían, podrían optar por deshacerse de la chica antes de tiempo.

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⏰ Última actualización: Aug 25, 2016 ⏰

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