Capítulo 11

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—¡¿Qué?! —exclaman Jules y Patrick al unísono.

—He dicho que Patrick y yo estamos en una relación. Así que, como pareja, nos encantaría tener un tiempo a solas, Su Alteza —digo dirigiéndome al príncipe.

—¿Me está echando? ¿De mi propia casa? —pregunta Jules, haciendo una falsa cara de indignación.

—No lo estoy echando, Su Majestad, solo le estoy pidiendo muy poco sutilmente que nos deje solos —contesto.

Jules duda al principio, pero luego suelta un suspiro y termina por alejarse. Patrick, que se mantuvo al margen durante toda la conversación, me mira incrédulo y exclama:

—¿¡Por qué le has dicho eso!?

—Para que no moleste más y podamos seguir con nuestro entrenamiento. ¡Vamos! ¡Ponte en posición! ¡Ya has tenido suficiente descanso!

***

—¿Qué pasa, Sophie? Has estado rara últimamente —comento.

—Es que estoy muy aburrida. Han pasado dos meses desde que llegué y no he salido mucho del palacio —murmura pensativa—. ¡Ya sé! —grita— Mañana, viernes, iremos a un bar. La hija del dueño es amiga mía y me invitó.

—Como tu dama de compañía, debo decirte que eso es una mala idea —Sophie empieza a susurrar algunas frases en protesta—. Pero como una persona con diecinueve años, debo decirte que te espero en la puerta de salida de la cocina mañana a las nueve de la noche.

—¿¡Enserio irás!? —chilla y abraza un almohadón que hay en su cama.

—Sé que aunque te diga que no vayas, lo harás de todas maneras. Por eso, prefiero ir contigo y evitar que te metas en problemas con los reyes y con la prensa.

—Pero... ¿tienes qué ponerte?

—Sí, no te preocupes por mí.

***

—Sophie, no es por ofenderte, pero debo ser sincera: no pareces princesa.

Ella luce un vestido negro que apenas y cubre lo necesario. Con un escote muy pronunciado y unos tacones muy altos.

—Stacy, no seas mala. Ni que estuvieras vestida de monja. Ese short es muy corto y resalta tu culo. Por cierto, lindo culo. Además, tú ya tienes novio, yo no, y quiero uno.

—Cómo te vistas no tiene nada que ver con eso. No deberías buscar a un chico que no te mira a los ojos, sino más abajo. ¿Además, qué hay de Damien?

—Si él no está interesado en mí, no pienso esperarlo.

Conciencia, tengo un mal presentimiento.

Mantente alerta. ¿Llevas armas?

Solo un cuchillo en cada media, y eso es lo que más me asusta: llevar solo cuchillos.

***

—¿Bailas, muñeca? —un chico lindo, castaño, le pregunta a Sophie.

—¡Claro! —grita ella sobre la música.

Le dirijo una mirada cautelosa, pero ella me ignora, me guiña un ojo y se dirige hacia la pista de la mano del joven. Resignada, llamo al camarero y le pido que me traiga vodka con jugo de naranja.

—Una chica no debería estar sola en un bar —dice un hombre castaño.

—¿Damien?

Protegiendo a la Familia RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora