Sarah logró traspasar la sala del trono y alcanzar la puerta principal del castillo que permanecía cerrada. Intentó abrirla sin suerte alguna y no tenía tiempo para perder, así que se dirigió hacia otro pasillo que nunca antes había recorrido. Corrió por él hasta llegar a unas escaleras que conducían a un sótano; junto a estas, dos goblins durmiendo en horas de guardia. En el aire podía percibirse cada vez más fuerte la fragancia a durazno, cedro y pino. Sarah no lo pensó dos veces y descendió las mismas, ¡debía hallar un escondite! Sujetándose la falda descendió con prisa, iluminada por las pocas antorchas. Al descender el último escalón, notó que allí había más oscuridad que en las escaleras. Próximo a la antorcha más cercana, había un pequeño estante con un candelabro y una vela, se apoderó de ellos y aprovechando el fuego encendió la mecha y avanzó. Cuando advirtió de qué lugar se trataba y quiénes lo ocupaban se llevó una mano a su boca, controlando el grito de angustia. ¡Él...! ¡Él los tenía encerrados! ¡A todos!
De entre las sombras, tras su espalda, surgieron dos manos revestidas de negro. En la celda, los ocupantes todavía dormían profundamente, como todos los días, hasta que los guardias les trajeran su ración matutina.
—¡Hoggle! —consiguió exclamar antes de que una de las manos cubriera sus labios y la otra se apoderara de su cintura. En un parpadeo, el candil cayó al suelo y una oscura y dominante bota extinguió la llama para, luego, esfumarse con la chica.
Hoggle despertó al sentir su nombre, pero, todo estaba a oscuras. Tan sólo se sentía el aroma de un mechero quemado y un dejo de durazno, cedro y pino.
—¡Sarah! —masculló por lo bajo presintiendo que ella había estado allí y que, ahora, estaba en peligro.
Sarah pensó que iba a desmayarse ante el fuerte agarre del que se veía sujeta. Pese a quedar totalmente a oscuras, sabía que no estaban en el mismo lugar, así como sospechaba quién era su captor.
—Bueno, bueno... —murmuró la aterciopelada voz con regodeo en su oído—. ¿Pero... qué tenemos aquí, mh? ¿A un pequeño gazapo extraviado? ¡Qué lástima! —Chasqueó su lengua como negando un fatal destino para su presa—. ¡Y tan... lejos de su madriguera! —Sarah comenzó a temblar pensando que todo había sido una argucia; que todo lo que había buscado era vengarse de ella. ¿Qué sería de ella ahora; qué torturas le esperarían?—. Supongo —siguió la voz acariciando su oído—, que no vale la pena gastar explicaciones contigo, cosa preciosa. Así como dicen que no hay mejor ciego que el que no quiere ver, presumo que se atribuye también a los sordos y... en tu caso, podemos aplicar ambas conjeturas. ¿No es así, mi mascota? —Liberó sus labios para rodear sus hombros y aguardó unos segundos. Nada. Salvo su temblequeo, ni una palabra, ni un movimiento. Bajó e inclinó su cabeza para verla desde su posición. Sarah podía sentir el masculino pecho totalmente pegado a su espalda—. Exactamente así se ven las presas antes de que sean tomadas... —Volvió a aproximarse para hablarle a milímetros de su piel—. Y yo... pienso tomarte... conejita... —Aspiró sobre la curvatura de su lóbulo hasta su hombro sin siquiera rozarla—. Sospecho que sabes tan deliciosa como hueles... y... yo soy un depredador... —Recorrió con sus labios y su nariz la piel de su cuello de regreso a su oreja.
—P-por... —su voz parecía estrangulada—. P-por favor...
—¿Por favor? —Carcajeó por lo bajo—. ¿Por qué debería el malvado, perverso, odioso, engreído, demente, maldito demonio, tramposo, insoportable, pervertido, patán, sucio, desgreñado, degenerado, canalla, detestable, insoportable, bastardo, cruel, idiota, embustero y estúpido Rey Goblin ceder a una imploración de su pobre e ingenua víctima? —Sarah cerró los ojos reconociendo que todas esas palabras, alguna vez, habían salido de sus labios—. ¿Cómo luego, voy a complacer tus expectaciones de ser el desalmado villano?
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Dulce como un durazno.
FanficEl durazno no fue tan efectivo cuando el Rey de los Goblins quiso hacerle olvidar todo... Ella recordó que debía salvar a su hermano de su propia estupidez y dejó al rey solo, en medio del salón de baile. Semejante atrevimiento no suena ni se ve bon...