Capítulo 22. ¿Cómo que se van?

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  Tras el almuerzo, Sarah pudo regresar a su habitación para descansar y, luego, disfrutar de un baño. Las memorias de Toby todavía le dolían, pero, con la seguridad de que, por lo menos, actualmente, estaba donde debía estar.

 Sarah se sintió morir cuando, por la tarde, se enteró de que, al día siguiente la familia entera partiría a sus tierras. ¿Ella... sola con Jareth? Es decir, el Rey Goblin. ¡De ninguna manera! Se dijo con ironía.

  —¡¿QUÉ?! —clamó desde el fondo de su alma al oír las palabras de Erwin, mientras, dejaba su taza de té.

  —Que mañana, por la tarde, nos iremos. Nos encantaría quedarnos más tiempo, pero, mis fincas necesitan ser dirigidas y ya hemos abusado bastante de la hospitalidad de Jareth.

  —¡Yo estoy segura de que no! —ella clamó en un desesperado intento de que alguno de ellos permaneciera más tiempo—. ¡A él le encantaría que se quedaran aquí! —trató de comprometerlo.

  —Realmente... —sonrió él con maldad— NO. —La observó con desparpajo; aquellas dos lagunas verdes se agrandaron consternadas—. JAMÁS me atrevería a ser TAN egoísta como para pedirle a mi tío que renuncie a su amada finca, así como NO permitiría que Gontran y mi adorable prima tengan que prescindir de su cálido hogar por estas frías paredes de piedra. Y CONRAD DEBE retomar SUS estudios para convertirse en un HOMBRE de bien. Y por otro lado, YO tendré MÁS tiempo disponible para enseñarte CÓMO COMPORTARTE junto a TU encantador Rey. —Terminó mostrando alegremente sus marcados caninos en todo su esplendor.

  —¡Pero...! ¡Pero...! —ella trataba urgentemente de hallar una excusa.

  —Pero nada, mi chiquitita. NO puedes retener a las personas en CONTRA de su voluntad. —Volvió a sonreírle. Ella ahora estaba a punto de explotar. ¡¿Cómo se atrevía a burlarse de ella?! ¡¿Cómo se atrevía justamente él a decir algo así?!—. ¿Verdad, tío?

  —Muy cierto. De todas maneras, Lady Sarah, no estamos tan lejos y nos encantaría que Jareth y tú fueran de visita.

  —¡Oh, sí! —Alin exclamó emocionada—. ¡Por favor, Sarah, ven un día de estos a visitarnos! ¡Te mostraré mis jardines y podremos charlar por horas! ¡Además, tenemos una laguna en la cual podemos refrescarnos en estos días de calor!

  —Eso suena excelente, Alin —le correspondió su primo con los codos apoyados en la mesa y los dedos de sus manos entrelazados frente a su mentón—. Les prometo que iremos a verles antes de los esponsales. ¿Verdad, mi amor? —se dirigió a ella. ¡De veras que esos ojos podían despedir llamas! Rió dentro suyo cuando ella giró su rostro para verle; ¡era tanta su rabia que ni siquiera podía hablar!

  —¡Oh, cierto! Nuestras más sinceras felicitaciones a ambos. —Erwin inclinó levemente su cabeza con solemnidad.

  —Gracias, tío. Cuando vayamos, les haremos saber cuándo será el GRAN día.

  —¡Entonces, será perfecto que vengas a casa antes de la boda, Sarah! ¡Hay un montón de cosas por hacer para que todo salga perfecto! Y con gusto te ayudaré en lo que necesites.

  —¿Qué tal escapar? —murmuró por lo bajo. Jareth, sentado a su lado, la trajo hacia sí; ella puso su brazo entre medio de ellos restringiéndole pegarse a ella.

  —¿Oh, cosita, nervios prenupciales? —Ella lo fulminó—. Tengo un buen método para apaciguar eso —susurró confidente en su oído.

  —NO. Gracias. —Lo empujó con mesura por respeto a los presentes, pero notablemente molesta. El soberano se mostró hilarante.

Dulce como un durazno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora