Capítulo 39. Day in day out. (Día tras día).

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  Sarah dejó la habitación de Lucía luego de que esta alimentara a su niña y ambas se durmieran. En verdad, no sabía si ella podría ser tan fuerte como esa niña. No podía imaginar todo el pesar por el cual la muchacha debió pasar y, aun así, ella encontraba la forma de calmarla. ¿Acaso ese don había estado siempre allí? ¿Serían esos los poderes que el Rey Goblin le había dado? ¿Qué estaría haciendo ahora? ¿Estaría bien? ¿Por qué ella estaba tan preocupada al respecto?

  —Si... Su Majestad viene aquí, avísale que estaré en mi cuarto —susurró y la goblin cabeceó.

  —Pierda cuidado, Milady. —La futura reina cerró la puerta con cuidado tras sonreír a la nana que permanecía en vigilia, por las noches, junto a las dos niñas. Y tras un suspiro, comenzó a avanzar hacia su habitación. Estaba por llegar a su alcoba cuando sintió el ruido tras ella. ¡POP!

  —¿Jareth? —murmuró aún sin darse vuelta.

  —Sí —la sedosa voz respondió y ella giró rápido para verle.

  —Estás bien —habló aliviada tras examinarlo. Él sonrió.

  —Por supuesto. ¿Esperabas lo contrario? —él bromeó y fue atacado por un fuerte e imprevisto abrazo—. ¿Qué pasa, mi nena? —cuestionó con dulzura, a la vez que, sus brazos la rodeaban.

  —Nada. —Se separó levemente, con las mejillas encendidas, pero, él no la soltó—. Sólo... quería asegurarme de que no estabas lastimado o... algo como eso.

  —¿Oh, eso? ¿O... me echabas de menos?

  —¿Por qué iba a echarte de menos? —Frunció el cejo.

  —Tú dime. —Volvió a sonreír con un dedo en su barbilla para que lo enfrentara.

  —Bueno... es que... me prometiste a Merlín y por culpa de esa "amiga" tuya no lo trajiste. —Jareth dejó salir una risita.

  —¿Tanta proximidad por un perro pulguiento?

  —¡Merlin no es un perro pulguiento!

  —Muy bien. ¿Qué apuestas?

  —¡¿Qué?! —espetó ella.

  —¿Qué apuestas? Yo lo traigo, si no tiene pulgas, tú ganas algo que escojas, dentro de algunos límites, claro. Y si tiene pulgas, yo gano algo que elija. ¿Qué dices?

  —¡No! —Él imitó un cloqueo—. ¡Yo no soy una gallina! —Jareth elevó los ojos al techo y siguió cacareando con fingida distracción. Sarah gruñó—. ¡Estúpido Rey Goblin, yo no soy cobarde y acepto! —Repiqueteó su dedo en su hombro—. ¡Mi perro no tiene pulgas! —El rostro del monarca dibujó una amplia sonrisa.

  —¿Entonces, cuál es tu recompensa? No puedes echar atrás lo del matrimonio —"Yo sé eso", pensó ofendida tan sólo porque él lo sugiriera—, no puedes pedir que libere a tus amigos ni que quite mi poder sobre ti. —"¡¿Y qué, entonces?!" Sarah meditó muy bien lo que pediría ya que, las dos últimas opciones habían pasado por su mente y él ya las había descartado como posibles.

  —Mh... —Se llevó un dedo a los labios—. ¿Qué podría pedir? Si yo gano... —Se mordió los labios. ¡Qué frustrante, era como si ya nada le hiciere falta y lo poco que hubiera pedido él se lo había prohibido!—. ¡Oh...! ¡No lo sé! —clamó agotada—. ¡¿Qué más puedo pedir si no me ha hecho falta nada desde que llegué aquí?!

  —¿Una cita a solas con tu atractivo prometido? —la provocó.

  —Eso es lo que a ti te gustaría... —Y de repente, sonrió como si hubiera tenido una gran idea—. ¡No, espera! ¿Jareth, nosotros podemos ir al Aboveground?

Dulce como un durazno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora