Capítulo 8

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Si, ¿Qué estaba haciendo con mi vida? Si me preguntabas esto antes de todo lo que pasa ahora, la respuesta era sencilla. Me gustaría acabar la carrera y comenzar un master, seguir trabajando en lo de hasta ahora para pagarlo. Quizás encontrar a mi verdadero amor, en pocas palabras, sentar cabeza. Es raro teniendo solo veinte años pero tampoco me gustan las grandes experiencias, soy “tradicional”. Y, ¿ahora? Me conformaría con salir viva de toda esta comedia, porque es lo que es, una comedia para quien permite que me pase esto.

Aparte sus manos de mi cuerpo y me aleje de él despacio. Giré para quedar frente a frente aun en la bañera. Él suspiró y cruzó sus brazos con una mirada bastante enfadada. ¡Encima se enfada él! ¡Se enfada! Me pinchas y no sangro.

-          No sé por qué pones esa cara. La enfadada debería ser yo, ¿No crees? Piénsalo, no te conozco de nada, y desde que paso lo del sanatorio no paro de pensar qué demonios pasa. Le pregunto a mi compañera y me suelta, sutilmente, que estoy loca. Pero no lo estoy y si llego a estarlo será por tu puñetera culpa, y encima vas y te enfadas. Esto es flipante. –

-          ¿Te parezco atractivo?

Su cara seguía con un semblante serio. La típica cara de pocos amigos. Le miré enfadada, ya no aguantaba más, me incorporé en la bañera y salí del agua. Ya me daba igual mi desnudez, ya me había visto desnuda. Cogí  la primera toalla que tenía a mano y comencé a secarme.

-          ¿Pero tú me escuchas cuando hablo? Estoy aquí por estar, por lo visto. Además, que pregunta más estúpida. No te conozco de nada y tampoco quiero hacerlo –

Pude ver como su cuerpo se “tumbaba” en la bañera y se relajaba. De su cuerpo no se veía nada, al descubierto solo quedaba su cabeza. Sus facciones se relajaron un poco y cerró los ojos.

-          Que no me conozcas no tiene nada que ver para que me consideres o no atractivo. Es cuestión de gustos pero por lo visto no he podido conquistarte. Es extraño, no te sientes atraída por mí y eso me irrita. Nunca me había costado tanto seducir a una hembra –

-          ¡Oh! Lo siento mucho señor “te guiño un ojo y ya te tengo en la cama” por no caer ante sus encantos. ¿Quiere que me fustigue? –

Mi tono irónico hizo que girará su cara para mirarme envuelta en la toalla. Sonrió y deslizó su mano a través de la bañera quitando el tapón para vaciarla. Mientras ésta se vaciaba él  continuaba su reposo allí, tranquilo.

-          No estaría mal. Sería un buen castigo para una mujer tan insolente y problemática como tú. Pero me has caído bien. Eres una mujer con carácter y eso me gusta. Las problemáticas son las mejores. –

Una vez la bañera estuvo vacía se levantó y salió. Me quitó la toalla y comenzó a secarse él. Sus acciones despreocupadas me molestaban muchísimo, actuaba como si no pasara nada. Abrí la puerta y salí del baño camino de mi habitación dejándolo atrás. Cuando llegué saqué un conjunto de ropa interior rosa y me lo puse, quedándome solo en ropa interior. Cogí el peine que estaba encima de la mesita de noche y quité el coletero de mi pelo mojado. Notaba el pelo muy enredado y con varios nudos, así que cogí el peine y con cuidado comencé a desenredarlo. Cuando había casi acabado, entró en la habitación Azael con mirada divertida, muy distante a la mía que era todo lo contrario. Tenía unas ganas de matarlo tremendas, y lo intentaría, sino fuera porque sé que él me mataría antes a mí. Aparté mi mirada de él y me giré hacia la almohada para sacar mi pijama de abajo. Mi querido pijama rosa de Winnie the Pooh de pantalón corto y camiseta de manga corta.  Comenzó a carcajearse a mis espaldas sin ningún pudor. Se mofaba de mi pijama.

-          No me lo puedo creer, Rachel. Por favor, tienes veinte años, ¿Cómo puedes usar aun este tipo de pijamas? Madura ya. –

Seguía descojonándose en mi cara y me giré a enfrentarlo.

-          ¿Tienes algún problema con lo que uso o dejar de usar? Me gusta Disney, y me gusta Winnie the Pooh. Me parece adorable y si tienes algún problema con eso, coges y te vas, porque nos haces un favor a los dos, no te veo más y tú no tienes que contemplar mi poco maduro pijama. –

No me di cuenta pero Azael ya estaba en frente de mí, mirándome con una sonrisa. Pasó el dorso de su mano derecha por mi mejilla acariciándola y rió bajito confundiéndome.

-          Tú sí que eres adorable. Adorable y enigmática, a la par de tonta y problemática. Está decidido. Tengo que conquistarte. Será complicado pero no imposible, además todas las mujeres que me he propuesto tener las he tenido, tú no vas a ser la excepción. Te molestaré tanto que al final tendrás que entregarte a mí simplemente por aburrimiento y por no aguantarme más. –

Su tono de voz era convencido. De verdad se creía que podría conquistarme.  ¿Tan fácil parezco?

-          Bueno, inténtalo. Pero con el trabajo y las clases dudo mucho que me puedas ver. Así que yo iría desistiendo en el tema. –

-          Te equivocas pequeña, nos veremos más de lo que crees. En el mismo horario, todos los días más en los que te quiera citar, y tendrás que obedecer.

Mi cara era de estúpida total.

-          Recuérdalo bien mi pequeña, siempre consigo lo que quiero. – 

You're my demonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora