Capítulo 19

893 59 16
                                    

- Contigo no creo poder tener más que ganas de vomitar - escupo con rabia las palabras. ¿Cómo he acabado aquí?

Y como si el demonio me hubiera leído la mente, cosa que no descarto del todo, respondió.

- Te desmayaste en el bosque. Seguramente a causa del cansancio. Aunque la verdadera pregunta es que hacías tú sola rondando por el bosque a altas horas de la noche. ¿No te han dicho que es peligroso que las bellas damas vayan solas? La noche confunde a muchos…ya me entiendes - 

Acarició con su pulgar mi mejilla. Un toque rasposo y rápido. Sus manos no estaban para nada cuidadas, eran bastante rudas y distaban muchísimo de las de Azael… ¿Qué estaría haciendo él ahora mismo?

- ¿Quién demonios eres tú y qué estoy haciendo aquí? - el demonio rio con autosuficiencia, alejándose de mi.

- ¿Eres para todo tan impaciente, pequeña? Mi nombre es Ebal, ¿de qué sirve saberlo ya? - 

Mi mente comenzó a trabajar conforme escuché el nombre del demonio. ¿Ebal? ¿De qué me sonaba? Mientras mi vista no paraba quieta en un punto fijo, cruzamos miradas. Sus ojos mostraban su diversión, miraban expectantes algo que, en esos momentos, no sabía si podría concederle. Entonces pasó rápido por mi mente. Ya lo sabia.

- Se quien eres. Tienes el poder de inocular lujuria y pasión, haciendo que cualquier mujer se obsesione con cualquier tipo de hombre, da igual como sea, no consiguiendo tranquilidad hasta entregarse s sus deseos. He leído sobre ti. - 

Su rostro mostró una sonrisa. Sus ojos centelleaban de emoción contenida. Disfrutaba con la situación y yo cada vez estaba peor. ¿Debería haberme callado?

- ¡Me alegro que me conozcas! Me ahorras muchas cosas, pequeña. Aunque deberías saber que no es verdad todo lo que cuentan los libros. Piensa que son escritos por los de tu especie y no creo que contrasten nada de este tema, ¿o me equivoco? - 

No contesté. En realidad, parte de razón tenía pero no se lo diría. No a él. Volvió a acercarse a mi, de forma lenta. Sabe que su presencia me incomoda.

-  Es muy cruel que nos tomeis como unas criaturas tan horribles. ¡No hay por que luchar ni inventar! No somos tan malo. Creo que Azael ya se ha encargado de demostrate eso…¡Oh! Cierto, ¡perdona! No me acordaba que has decidido abandonarle, por eso estás aquí, ¿cierto? - 

No, eso sí que no. No puede cambiar las cosas como quiera que parezcan.

- ¡No inventes demonio! ¡No he abandonado a nadie! Y estoy aquí por que, ¡ Un estúpido demonio ha decidido que lo esté! Preferiria mil veces estar muriéndome de frio en el bosque antes que estar en la misma habitación que tú. -

Su faz se endureció pero sin dejar de lado su expresión de disfrute. Intentó acorralarme de nuevo, intenté huir de él pero fue más rápido, y de un movimiento me agarró del brazo, lanzándome de nuevo hacia la pared, estrellando mi espalda en la fria superficie.

- No seas tan cruel conmigo, Rachel. - pegó su cuerpo al mio, aplastandome aún más entre él y la pared. - Dios no velará por ti… - 

Su boca a escasos centimetros de la mía. Mis ojos cerrados y apretados me impedian verlo pero nuestras narices se rozaban, su aliento chocaba con el mio y sus labios se acercaban.

Mierda…

- Yo de ti la dejaba en paz Ebal - 

No hubo nada. Noté su cuerpo alejarse de mi lentamente y pude abrir mis ojos por fín. Su voz, era su voz la que habló. Al mismo tiempo que Ebal giraba hacia la persona de la que provenia la voz, yo fijaba mi mirada allí. 

You're my demonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora