Capítulo 21

784 60 12
                                    

Dos semanas más habían pasado y aún no se me notaba nada, aunque Azael estubiera empeñado en que sí. Ahora se comporta de otra manera, quizás por que Minerva está encima suya con que no me debería dejar sola y que como siguiera así sería un mal padre. Empiezo a creer que exagerá un poco.

- Enserio Minerva, estoy bien. Solo necesito que no estes pegada a mi las venticuatro horas de este mundo. ¡Un poco de soledad, por favor! -

- ¡Ais que chiquilla! Solo me preocupo por tu salud. ¡Pero nada! Quieres soledad, ¡Pues soledad tendrás! - y con una sonrisilla divertida salió del gran salón dejándome sola frente a la chimenea encendida.

Me encontraba sentada en el suelo, sobre una gran alfombra suave roja a detalles negros. Paz por fin. De hecho, me tomé el gusto de tumbarme bocabajo. Echaba de menos la soledad a veces. Me puse a recordar viejas canciones que escuchaba en mi mundo. Vamos a ver, no es que en Olethros la música fuera mala, que ni mucho menos, pero era distinta y pensar en las otras canciones hacía que recorriera la nostalgia por mis venas.

¿Conocéis Alphaville y su Forever Young?

- Forever young, i want to be forever young,. Do yo really want to live forever? Forever, you’ll never… -

- ¿Me lo tengo que tomar al pie de la letra? -

Solté un grito ahogado en mi garganta. ¿Cuánto tiempo había estado Azael allí? Me di la vuelta quedando ahora tumbada boca arriba. Reí suavemente, tapando mi cara con las manos. Estaba nerviosa y avergonzada.

- ¿Desde cuándo llevas ahí? ¡Espiar está mal! ¡Maldito maleducado! -

- ¡Oye, un respeto! Soy tu marido, ¿Eso te dice algo? - negué con la cabeza mientras me volvía a sentar sobre la roja alfombra. - Llevó aquí desde que comenzaste a cantar - Azael señaló el marco de la puerta. - Ahí apoyado -

- Bueno da igual, sigue estando mal. ¡No espies! -

Con una sonrisa divertida, Azael fue acercándose a mí poco a poco. Agachándose a mi altura acuclillado. Suspiró acariciando mi mejilla. Con un ligero toque con su dedo hizo que me cayera boca arriba y él se puso encima procurando no hacerme daño. Se inclinó hacía mi cogiendo mis manos y me besó en los labios abriéndolos con su lengua.

- ¿Cuántas veces te ha dicho Minerva que no te tumbes bocabajo? El embarazo Rachel. -

- No puedo evitarlo. Pienso que dentro de poco no podré hacerlo y me entra la tentativa de hacerlo -

Volvió a apoderarse de mis labios y de mi lengua, dejándo mis manos a un lado y pasando a acariciar mis piernas y cintura.

- ¿Qué después no podrás hacerlo? Sabes que para este tipo de cosas yo siempre estaré para ti. Para las otras también pero para esta sabes que no tendrás problemas. Eres como un pequeño bocadito dulce para mí. - mordió suavemente mi cuello y suspiré. - Adoro tus hormonas revolucionadas -

Comenzó de nuevo a besarme. Pasé mis brazos por su cuello y el comenzó a levantar poco a poco el camisón, quitándomelo a a cada caricia que daba sobre mi blanca piel. Tuve que separarme un poco de él para poder deshacernos del camisón de seda. Lo único que quedaba en mi cuerpo eran las bragas.

- Es injusto - susurré - No me puedo tumbar bocabajo pero si podemos hacerlo, ¿No dañará ésto más al bebé? -

- Tendrá que estar cerca de papá y que mejor manera de estarlo que el papá esté cerca de mamá, ¿No crees? -

Se quitó de arriba y se apoyó a mi lado, acariciándo mi vientre con suma ternura. No pude evitar mirarlo embelesada y él lo notó. Cambió su mirada a la mía y me sonrió. Recogió con su dedo un mechón de mi pelo y comenzó a darle vueltas.

You're my demonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora