Capítulo 11

1.2K 55 2
                                    

No me molesté en agarrarme a él con mis brazos, gracias a su agarre dudo mucho que pudiera escurrirme entre ellos. Cerré mis ojos porque me comenzaba a marear, ya os habréis hecho una idea de que no soy de experiencias fuertes. Aún sentía el nudo en el estómago y en la garganta, lágrimas caían de mis ojos a mis mejillas, intentaba que mi boca estuviera cerrada para que no escapara de ella ningún sollozo de ella, que no notara que estaba llorando; pero fue imposible porque por mucho que lo intentara algún leve gemido salía de mi boca y mi pecho subía y bajaba porque me costaba respirar con normalidad.

Sé que mi actitud en estos momentos causaba inquietud y malestar a Azael pero ¡qué se joda! Es por su culpa que yo esté así. Tenía mi mirada fija en mí, la notaba. Sus ojos inquisidores estaban pendientes de todas mis expresiones. Emitió un leve gruñido.

- Recuerda que nos tienen que ver como una pareja “con afecto mutuo”. No puedes llegar llorando a lágrima tendida por que sería muy raro, ¿no crees?

Sin mirarle levanté un brazo y comencé a secarme con la mano mi cara húmeda y a frotarme los ojos para que se secaran. Intenté serenarme lo máximo que pude. Después con mi mano apreté su brazo para indicarle que yo estaba listo a lo que él sonrió y murmuró: Buena chica, vámonos. Me agarró mucho más fuerte y noté como mi cuerpo se sentía muchísimo más ligero que antes. Cuando quise darme cuenta estaba de pie con él aun agarrándome pero en una habitación totalmente diferente.

La habitación no era para nada simple. Las paredes eran de piedra pulida en las que colgaban espadas y sables que se parecían mucho a los que utilizaban los musulmanes árabes. El suelo era de madera oscura, seguramente barnizada porque brillaba mucho, como si fuera nueva. La estancia estaba decorada con una lámpara de araña compuesta por velas, un sillón en una esquina de la habitación tapizado en rojo acompañado de una pequeña mesa baja redonda en la que descansaban pequeños platos de cerámica decorados, en la pared donde se encontraba la puerta de madera se encontraba también el armario, un gran armario de dos puertas que parecía bastante antiguo pero muy bien cuidado, en la pared central de la habitación o mejor dicho pegada a ella se encontraba la cama con sábanas de color chocolate y bordados dorados que destacaban, además la cama poseía unas hermosas cortinas semitransparentes de seda, al igual que las sábanas, a los lados de la cama habían dos mesitas de noche, en la pared de enfrente de la cama había una puerta acristalada que daba a un balcón también de piedra muy amplio, y en la pared de en frente de la puerta había una ventana que la tapaba una gran cortina también de seda, debajo de la cama había una alfombra de terciopelo con un tacto muy suave y agradable del mismo color que el sofá. En conjunto era una habitación muy elegante y muy medieval pienso yo.

Azael me soltó y me empujó sutilmente hacia la cama donde quedé sentada. Contemplaba la habitación maravillada, realmente era muy bonita. Mientras mis ojos vagaban por el cuarto, Azael salió de la habitación sin decir nada y a los pocos segundos tocaron a la puerta. No respondí porque no sabía si debía hacerlo o no, pero la persona que llamó acabó entrando. Era una mujer bastante mayor con una mirada dulce, como la de una abuela hacia su nieto.

- Buenas tardes mi señora, soy Minerva, el señor me ha pedido que sea su sirvienta personal, además me ha pedido que le enseñe el castillo y los alrededores. – no pude más que mirar a la mujer confundida. Ella me miró compasiva. – Siento mucho tu situación pero por lo visto el señor te compró, por lo tanto eres de su propiedad, si no quieres problemas, por favor, obedezca al señor, yo estaré siempre a su lado, no lo dude. Ahora por favor si es tan amable la señora de acompañarme, le enseñaré el castillo y sus hermosos jardines que de seguro le encantaran –

En poco menos de dos horas vimos el castillo completo junto a sus jardines que como afirmó Minerva, eran hermosos. Es cierto, era todo muy medieval pero la gente que pude ver vestía “normal” no era ropa de época, y eso en cierto modo me tranquilizó. Después de todo eso, Minerva me preparó un baño que yo le agradecí.

You're my demonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora