Capitulo 3

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Mis sentidos se paralizaron. No pude percibir cuando la sombra comenzó a avanzar en mi dirección, es más, en un abrir y cerrar de ojos lo tenía delante mía, acuclillado, mirándome fijamente. No sé por qué pero fui incapaz de apartar mis ojos de su mirada castaña. El tampoco apartaba la suya. Se olvidó de todos los demás y se centró solo en mí persona. Reuní el valor suficiente para poder desviar mi mirada de sus ojos y poder escrutarle mejor. Incluso de cuclillas se notaba a leguas que era un hombre alto y musculado. No me malinterpretéis. No es un culturista de estos que da asco verlos, estaba jodidamente bien proporcionado, podía notarse a través de las sombras que le rodeaban. Subí mi mirada a su cabeza de nuevo, las faz era muy masculina. No encontré ni un rastro de pelo en su cara, sin mencionar las cejas que eran totalmente proporcionadas al igual que su cuerpo. Sus ojos son castaño pardo protegidos por unas largas pestañas negras y pobladas. Su nariz era mediana y perfecta, y sus labios no eran muy finos pero tampoco muy grandes, aparentaban ser suaves. Su pelo negro y corto estaba desordenado. Ese hombre era jodidamente perfecto y lo más importante ¡corpóreo!

Dirigí mi mirada hacia mis compañeros. Mike miraba al demonio con mala cara, pero tampoco hacia mucho esfuerzo por moverse, temblaba de sobremanera. Paul no podía parar castañear los dientes y morderse los labios, movía su mirada de un lado al otro, y Sarah no paraba de llorar, de sollozar y de rezar, algo raro en ella porque siempre había defendido el hecho de que ella no era católica y que no le gustaban las religiones. El peligro cambia el pensamiento de las personas.

La sombra extendió su fuerte brazo hacia mí, sosteniendo un mechón de mi pelo en su gran mano y llevándoselo después a su perfecta nariz aspirando el aroma de mi pelo, sonrió. Se enderezó y se movió hasta el centro del círculo, rompiendo de una pisada el tablero que momentos antes habíamos utilizado. Echo una mirada rápida a todos nosotros.

-          Como veo que ella… - movió sus ojos hacia mí y un escalofrió recorrió mi espalda. – No me ha respondido, no daremos la invocación por perdida. Haremos una pequeña prueba. Los alrededores de este lugar son extensos, escondeos lo mejor que podáis y yo trataré de encontraros. No os diré las consecuencias que puedan ocurrir sino no sería divertido. Tenéis un minuto para correr, desde ya. –

El demonio sonrió y de alguna manera abrió las puertas de la capilla para que pudiéramos huir y escondernos. Es cierto, el lugar era extenso pero no había mucho donde esconderse, además de que todo estaba muy oscuro. Era como jugar a las tinieblas. Perdí la pista de mis compañeros enseguida, ni siquiera nos dirigimos una simple palabra al salir de la capilla, de la cual fui la última en salir, porque mis compañeros taponaron la entrada al intentar salir los tres a la vez. “El compañerismo escasea en el grupo”. La sombra se dirigió a mí con estas palabras cargadas de ironía y maldad. No pude girarme a mirarle pero él si me miraba a mí. Sentía su mirada sobre mí. La misma sensación que dentro del sanatorio, la misma.

Me cansé de correr por que no veía por donde iba, me cansaba a lo tonto. Lo poco que veía se parecía muchísimo a lo que había visto momentos antes. ¿Estaría corriendo en círculos? Oí como una rama detrás de mí se quebraba, asi que me gire para comprobar si podía ver la cosa que la había roto, pero no había nada. Comencé a andar hacia atrás, mi mente me decía que lo que había roto la rama debería aparecer por delante de mí y no por detrás así que me alejé caminando despacio y de espalda. Cuando estuve lo suficiente lejos del lugar y al comprobar que no había nada, giré mi cuerpo para poder caminar de frente pero mi cara chocó contra algo cálido y duro. Un brazo rodeó mi cintura y el otro retiró mi pelo hacia un lado de mi cuello. Quién me cogió acercó su boca a mi oído.

-          Te encontré, pequeña. -

You're my demonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora