🌠Capítulo 39: "...un Huracán que atravesar"🌠

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31 de octubre de 2013

Agitarlo no surtía ningún efecto en él.

—¡Patrick! —Sin soltarlo, lo llamaba por su nombre con una gran desesperación en la voz—. ¡Patrick, reacciona! ¡Por favor, Patrick! No... No te... ¡Patrick, no te vayas!

El pavor de perder a ese extrañamente tierno y gruñón amigo, le impidió pensar con claridad. Lo único que se vino a la cabeza fue sacudirlo, sin detenerse, con la esperanza de que sus ojos se abrieran o su respiración volviera a la normalidad. El latido de su corazón era débil, escuálido como el de un enfermo. Pero seguía allí, y necesitaba averiguar cómo mantenerlo.

—¡Vamos, Patrick!

Lo sacudió por los hombros, le jaló el cabello y le dio repetidas bofetadas. Desafortunadamente, ni siquiera las cosquillas, su último recurso para hacerlo reaccionar, funcionaron. Se sintió perdida, angustiada, destrozada.

El pulso de Patrick descendía al mismo ritmo que su desesperación aumentaba. Miedo no era un concepto que lograba describir cómo se encontraba en aquel instante. Pensó que, en el fondo, perder las sensaciones no era gran cosa si lo comparaba con la incapacidad de experimentar las emociones. Resultaba escalofriante que sus manos no pudieran detectar la temperatura corporal de Patrick o sus dedos, la suavidad de su cabello; mas, la tenencia de saber lo que era preocuparse, aterrarse... querer a alguien. Perder eso, sería mucho peor. Le quitaría lo que la volvía una persona.

Al llevar el oído al pecho del chico, se dio cuenta que no resistiría mucho más en ese estado. Tenía que actuar, y rápido. No tuvo más tiempo de temer por su vida, ni siquiera de procesar el extraño terror que la inundaba. Porque si lo perdía...

¿Qué sentiría si lo perdía?

Sacudió la cabeza y dejó el cuerpo inerte de su amigo en el suelo. Si Canalizaba para salir de allí y buscar a los demás, corría el riesgo de no poder regresar por Patrick. El solo hecho de no saber en cuál Mundo se hallaban (tanto sus amigos, como ella misma) era un claro argumento que le invalidaba la opción de pedir refuerzos.

Contempló el lugar para intentar llegar a una conclusión: se trataba de un desierto, parecido al del dibujo animados sobre el correcaminos y ese coyote que trata de comérselo. Deseó que no hubiera animales. Entonces se le ocurrió.

Corriendo con el espíritu de ese pájaro infantil, se aventuró en la búsqueda de Khÿrapa que pudieran ayudarla. ¿O era Suvhâe el término para Pacientes?

Al demonio el idioma, no lo necesitaba.

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—¿Cómo sabemos que mi hermana no está ahí dentro? —le preguntó Lauren señalando la decimotercera puerta que se pasaban sin siquiera tocar.

John intentó sonar confiado, como alguien que sabía lo que estaba haciendo.

—Jazzy está en uno de los Cětari Kosmos, lo que significa que llegar a ellos no es normalmente por una puerta, sino por un ascensor o escalera.

—¿Normalmente?

—Esperemos que ella no salga de lo común.

La caminata se había hecho eterna, John desconocía la cantidad de tiempo que llevaban recorriendo el lugar, porque el paisaje siempre era el mismo: blanco. Sin embargo, este era su nuevo y único método para acceder a cualquier Mundo, puesto que, debido a la falta de memoria de sus dos amigas, no tenía suficiente Energía para Canalizar hacia uno de ellos. O tal vez sí, no recordaba muy bien los cálculos, y a pesar que se consideraba una persona que corría riesgos, no quería ponerlas en peligro viajando a un lugar peligroso del que no podrían salir.

Coma (Entre comillas, #1) [¡Disponible en las principales librerías de Chile!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora