Capítulo 14

43 3 2
                                    


Pensé que iba a ser mas doloroso, tan egoísta es mi cerebro que no pude ver ni un film de mi vida, tampoco es como si tuve una vida larga, solo fueron 18 años de respirar, comer y dormir, tal vez por eso no paso nada...o fue tan rápido que no lo recuerdo.

-¡HEY!-.

Que persona molesta, ¿No puede notar que estoy en paz?.

-No molestes Cami, hoy entro tarde-.

-¿Cami?, deja de fantasear y mueve tu culo maldita floja-.

Me desperté en el living, mientras los párpados se me despegan lentamente, me percaté de que tengo una suave manta sobre mi cuerpo, mamá siempre me la da cuando nos sentamos a ver películas, se pone a mi lado y la compartimos, huele a ella, la extraño. Levante a penas la cabeza y me sorprendí al ver la asquerosa (pero sensual) cara de Lucían observándome enojado, con los brazos cruzados. No me agrada moverme, no voy a cambiar de opinión con respecto a mi comodidad, así que meto la cabeza debajo de la manta y me hago bolita.

-¿No me escuchaste?, tengo que limpiar, mueve tu cuerpo hacia tu cuarto señorita-.

Como dije, no me gusta moverme, pero no le importó, me levanto y me llevo en brazos hasta mi cuarto.

-Mira lo que tengo que hacer, no eres tan liviana niña-.

-Tenemos casi la misma edad, no me jodas, no soy ninguna niña....¿que paso anoche?, porque me quede dormida ahí y no recuerdo nada-.

-.....te mareaste, seguramente por girar la cabeza sin parar y después te caíste-.

Me bajó suavemente a mi cama y salio por la puerta.....¿yo marearme y después dormirme por lo que hice?, nonono, algo paso y no me quieren decir, después de Cami creó que cualquier cosa existe, pero esto es imposible de creer.

Narración normal

Meilin se quedo flojeando por media hora hasta que por fin se pudo levantar y se dirigió al baño, en el transcurso se podía ver muy poco pero se podía escuchar perfectamente lo que pasaba en la cocina.

-¡Como sea!, no te metas en mis asuntos, veras como te lo hago pagar si algo sale mal-.

-P..pero-.

-Cierra la boca o juro que te volveré a usar, no te acostumbres-.

Era inevitable escuchar, sus gritos eran muy fuertes, se podía escuchar a Carla llorar, era una situación horrible. No es de buena educación seguir escuchando cosas ajenas, así que Mei siguió caminando hasta llegar al baño, ahí se escuchaba menos los gritos, lo peor es que si seguían con esa costumbre de gritar no tendría otra opción que despedirlos, y le dolía pensar así, no por Lucían, sino por el cariño que le generó Carla en el poco tiempo que estuvieron, nunca había compartido tantas cosas en común con una mujer.
Luego de bañarse y prepararse algunas cosas que iba a necesitar hoy, se percato que había mucho silencio, todo se había apaciguado de una manera increíble, se supone que había pasado tan solo 1 hora, era mas que seguro que estarían hablando en la cocina o haciendo cosas de la casa, aunque no se pondría a revisar, la idea era ir al cuarto y dormir un buen rato hasta que llegue la hora de irse. Al pasar por en frente de la habitación en donde Lucían y Carla dormían siempre, le llamo la atención el ruido de un golpeteo continúo muy similar al que produce la piel si se produce dicha acción, su cara se ponía cada vez mas roja con el aumentar el tiempo en el que permanecía parada sin poder darle una explicación a la situación, buscando el buen sentido a todo, hasta que se escucho un gemido de Lucían, seguido por uno de mujer que fue reprimido antes que gritase del todo. Su cuerpo tomo el mando por cuenta propia haciendo caso a lo que es debido, moverse de ahí antes de que se den cuenta que ella estaba en la puerta.
Los únicos en la casa eran los dos sirvientes y Meilin, no podía permitirse pensar que Carla y Lucían estuvieran haciendo cosas indebidas, mas estando en hora de trabajo y siendo hermanos sobre todas las cosas.

Narra Mei

Pasados unos 10 minutos mi estómago comenzó a reclamar comida, no había tocado ni un pedazo de pan en todo el día, es mi casa de todas formas, no voy a impedir darme el gusto de salir de mi cuatro. Ahora se porque mi padre no contrata gente joven para hacer un trabajo que corresponde seriedad, ¿Que se le paso por la cabeza?, con una mujer adulta que cocine mucha comida casera, me conformo.
Un llanto reprimido se escuchaba en la cocina, sin darle importancia fui directo a lo que el estomago pedía, abrí la heladera quedándome de espalda a la mesa, sabía que Carla era causante de ese sollozo sin consuelo, pero no pienso dar brazo a torcer después de lo que escuche. Me di media vuelta y casi me ahogo, no me equivoque de persona, pero si que tenia razones Carla para llorar de dolor, tenia un ojo morado y el resto del cuerpo golpeado, tiembla tanto que parece más convulsión que temblor.

-No hace falta preguntar quien fue- trate de ser seria y no ponerla mas nerviosa de lo que ya estaba, me senté en la otra silla mientras comía una albóndiga.

-....¿aun lo esta haciendo no?- intento calmarse un poco pero era imposible disimular el temblor.

-No se a que te refieres-.

-Si que lo sabes señorita, pude verla escuchando en el pasillo, le dije que no trajera aquella mujer a la casa pero no le importó-.

-¿Y por eso terminaste así?-

-Me enoje por lo irrespetuoso que demostró ser, pero como resultados obvios, él término ganando, por favor, no nos eche a la calle, tome esta situación como una pelea de hermanos solamente, juro trabajar el doble para ocupar el lugar de Lucían-.

-Eso lo hablamos después, hoy duermes en mi cuarto, ese animal va aprender una cosa o dos cuando salga de su guarida-.

-No es necesario señorita-.

No me importa lo que diga, ese enfermo sera lindo, pero alguien lo tiene que poner en su lugar, mal criado.
Busque el botiquín de la casa y me tome el tiempo de curarla, había golpes mayormente en la espalda, como no llegaba ella, me tome el trabajo de hacerlo yo, algunos estaban desde mucho antes.

-Pasa seguido-.

-Él también esta golpeado, pero no tanto como yo, siempre es algún tema nuevo a discutir, aveces me pregunto cuando sera el día en que madure de una buena vez-.

Aveces nunca.

-Algún día, no te preocupes, vamos, estas cansada, puedes dormir en mi cama y yo en el suelo-.

Cuando pude lograr convencer a Carla, la lleve a mi cuarto para mostrarle algunas cosas que le podrían gustar, es tan lindo poder compartir con alguien mis gustos para la musica y películas.
Tanto tiempo sola, tanto tiempo sin aquella compañía que a pesar de fue pareja de mi hermano, también era mi mejor amiga, nunca pensé que volvería a encontrar alguien igual.

Pasadas las 3 de la madrugada, me encontraba entre medio de estar dormida y consciente, ya que la calefacción fallaba un poco y hace rato se puede sentir el frío dentro de la casa, mas aun durmiendo en el suelo. Pude escuchar las bisagras de mi puerta quejarse por falta de aceite, dejando entrar una pequeña luz proveniente del living, pude abrir un poco mis párpados para ver quien era el causante de tanta molestia y me sorprendió un poco lo que se pudo observar a la distancia. Se encontraban Lucían y Carla hablando de lo más normal, pasando de susurros a casi gritar.

-No te preocupes, hiciste una buena elección, eres una buena mujercita después de todo, ¿Estas segura del cambio?-.

-Si, pero por favor, no te pases de la raya, sabes muy bien que te observo-.

-¡Obviamente mujer!,(alza el dedo meñique) palabra de hermano-.

Luego de decir eso, lanzo una carcajada exagerada, como si fuese un chiste lo dicho, pero lo que mas me sorprendió fue la expresión de Lucían, Carla había estrechado aquel meñique en significado de promesa seguramente, pero él reaccionó con dolor.

-Es una promesa hermanito-.

Enséñame a vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora