Capítulo 15

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Narra Mei

Los sueños en donde muero se volvieron costumbre por lo que parece, ese sentimiento de tranquilidad junto con momentos en que veo a Cami, nunca pensé que conocerlo se volvería trauma, de ser así hubiera dejado que la hipotermia lo consumiera hasta matarlo.
No podría asegurar si anoche soñé o sucedió realmente la escena de los hermanos, ya que Carla no se movió ni un poco de como la había visto cuando se acostó.
Me levante para preparar alguna cosa para desayunar, ¿Porque me levanto temprano teniendo tiempo para dormir?, simple, no me gusta el hecho de levantarme tarde, siento que pierdo tiempo y no aporto nada productivo, pero eso no significa que moleste a los demás. La deje durmiendo hasta que una hora después reacciono al ver que en aquella bolsa de dormir no podía ver el bulto que hacia falta en el suelo, a todo esto, yo estoy sentada a los pies de su cama, con un taza de té verde mientras continuo leyendo"Velocidad" luego de parar a causa del sobresalto de la mujer que se encontraba con aquellos ojos rojos por llorar tanto y una pequeña sonrisa que se produjo sin ninguna razón.

-¿Que te causa gracia?-.

-Nada, verte tan seria, con anteojos y cruzada de piernas, me recuerdas mucho a un viejito que disfruta de su tiempo libre-.

-De ser así, ese viejito si que se la pasa bien....¿desde cuando ya me hablas con tanta fluidez?-.

-Mis disculpas, pensé que iba en serio lo que usted me había dicho hace unos días, trato de no ser tan.....¿respetuosa?-.

-Siendo sincera pensé que ya éramos amigas-.

-Dios mio, ¿como puede pensar eso?, no es que no me guste la idea, pero aun usted no me termino de conocer del todo, ¿y si no le caigo bien luego?-.

-Perdón, mala costumbre de mi país y mala educación la mía, cambiando de tema nuevamente, vamos a la cocina, te puedo preparar algo si gustas-.

Apenas puede levantarse de mi cama, estaba aun mas blanca que de costumbre y no demostraba mucha salud, pero ella me seguía mostrando su sonrisa, parecía que ni el peor de los días podría borrar esa alegría que lleva en el alma y se nota seguramente a kilómetros, cualquier chico caería de rodillas. Mientras caminamos, puedo notar su esfuerzo por poner un pie frente al otro hasta que logro agarrar el ritmo de la caminata.
Ella eligió café y yo un intento de lo mismo pero con leche, el mio esta horrible, pero ella parece conforme. En ese momento de silencio mientras pienso un tema para hablar, no tengo mejor idea que comentar lo de anoche.

-Sabes que...anoche tuve un sueño bastante raro, mas que sueño, fue demasiado real la situación-.

Su sonrisa desapareció dejando preocupación en sus ojos.

-No se lo que hayas escuchado, pero si te puedo asegurar que hable con Lucían solamente y decidió irse a vivir solo, renunció-.

-Obviamente te estas salteando partes de la historia, pero esta bien, supongo que la casa estará mas tranquila-.

Nunca sentí tanta pena por alguien como lo sentía por Carla, aunque lo sucedido sigue siendo sospechoso, no cambio de opinión al decir que es un ángel y es tan hermosa como uno, dan ganas de ser ella al cumplir veinte.
Cuando me di cuenta, se había terminado su café y yo seguía sin tomar ni un poco, el timbre de la casa sonó en el silencio ensordecedor, salvando esta situación incómoda, ya no quedaron temas de conversación y soy pésima en ser social.

-Yo voy a la puerta y tu si gustas de café aun, ¿me puedes servir?-.

-Nono, yo voy a la puerta y sirvo el café, no puedes poner un pie frente al otro sin caer en el intento y quieres moverte, hoy sera mejor que te tomes el día-.

Enséñame a vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora