Capítulo 8: mudanza Parte 2

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JAYDEN

Llegamos a mi piso con Jess. No era muy grande, pero podíamos convivir los tres perfectamente. Era un 4rto con terraza, pequeña, pero había terraza.

-sígueme, te enseñaré tu habitación-le dije a Maya.

Después de dejar las llaves volví a coger la maleta de Maya. Por dios esa maleta pesaba mucho más que ella.

La conduje hasta la habitación al lado de la mía.

-si tienes algún problema vienes a mi habitación, es la de al lado-dije-cuando acabes me avisas y te enseño el piso.

-muy bien, gracias-besó mi mejilla, entro en la habitación y cerró la puerta.

Me quede paralizado. Sonaba a tontería, pero no podía creer que me hubiese besado la mejilla.

Después de que se me pasase el ataque de shock me fui a mi habitación.

Las paredes eran negras, de ellas colgaban mis guitarras eléctricas, no sé tocarlas, pero me gusta tenerlas. También colgaban fotos con Jess, Maya y con mis amigos del instituto. Mi cama estaba al fondo, al lado de la ventana y mi armario enfrente de esta.

Me quité la camiseta y me tumbé a escuchar música en mi cama.

Después de unos diez minutos alguien picó la puerta de la habitación.

Me levante de la cama y fui a abrir. Maya apareció en mi campo de visión.

Dios, nunca me acostumbraré a verla sin las gafas y los aparatos. Era hermosa sin ellos, pero extrañaba a mi nerd.

-dime.

-eh... pues... no llego a la parte de arriba del armario, ¿me podrías ayudar a poner mis camisetas?-preguntó nerviosa al darse cuenta de que no llevaba camiseta.

-sí, claro.

Cerré la puerta de mi habitación y entré en la suya.

-son estas-dijo señalando las que estaban perfectamente dobladas encima de la cama.

Iba cogiéndolas y dejándolas en la parte de arriba del armario cuando me di cuenta de que una de ellas era mía, de cuando tenía 13 años.

¿Cómo la podía tener todavía? ¿Se la pondría?

-Maya.

-dime

-¿eres una acosadora o algo?-pregunte.

-depende de la persona, ¿por?

-porque tienes una camiseta mía de cuando tenía trece años-contesté.

Su cara fue épica. Parecía un tomate, un tomate muy lindo.

-yo... eh... me la dejaste y no tuve ocasión de devolvértela-contestó-a veces me la pongo de pijama.

-¿te vale?

-sep.

-madre mía, ¿tan gordo era?-pregunté.

-no, solo que yo estoy más delgada-respondió.

-no si eso lo he notado-contesté.

-oye, que ya sé que estoy buena pero no me mires.

-baja ego que sube Maya.

-tu ego era peor en el instituto así que no te quejes.

-ya, era el más popular.

-ya, no veas la vergüenza que nos daba a mí y a Jess cada vez que teníamos que ir a decirte algo en la cafetería-dijo-sobre todo a mí.

-sí, ya me acuerdo, parecíais tomates-recordé riendo.

De repente noté un cojín aterrizando justo en mi cara.

-eso por reírte.

-con que esas tenemos-contesté-te vas a arrepentir.

Y así empezó una guerra de almohadas.


Hace siete años...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora