Unknown Known 2: Rose |BTS|

Capítulo 35

—¡July! — grito preocupado.

—Recibió una bala en la cabeza y murió...— confesé.

Mi padre murió en combate en Irak, debido a un ataque sorpresa, fue lo único que le dijeron a mi madre, y lo único que logre escuchar desde el otro lado de la puerta cuando apenas tenía 9 años de edad.

—Ju...— Yoon Gi fue callándose.

No había nada que me hiciera sentir mejor en un momento como ese.

—Sabes por qué fue...— reí forzadamente.

—No...

—Trato de salvar el perro de un niño del lugar que estaba en pleno fuego. — confesé. —Pero ambos murieron...

Yoon Gi no dijo ninguna palabra más y solo me abrazo.

—Por eso tu saltaste cuando me iban a disparar a mi...— musito.

—Uhm...

—Pensaste que si salvabas al indefenso cachorro lograrías hacer lo que tu padre no termino.

—¿Qué? — lo mire confundida.

—Al final terminaste salvándonos a los dos. — no sabía a donde quería llegar Yoon Gi.

***

Luego de que las cosas se calmaron un poco, las lágrimas cesaron por un momento, Yoon Gi estaba recostado en mi cama y yo sentada al filo de esta, con las manos entrelazadas, mirando un punto muerto de la habitación.

—July...— susurro Yoon.

Me di la vuelta, este estaba jalando uno de los extremos de mi camisa, hacia él.

—Ven...— suplico.

—No. — lo ignore.

—Por favor. — insistió.

—Deberías de estar en la enfermería. — dije seria.

—No me gusta, me aburro. — suspiro frustrado.

—¿Por qué viniste aquí?

—Bueno...— se alejo de mi e hizo contacto visual. —Digamos que me desperté y encontré algo extraño en mi cara. — dijo furioso.

En ese momento recordé la broma que le había realizado cuando este estaba durmiendo en la enfermería.

—¿Te gusto tu bigote? — reí.

—Mucho...— me fulmino con la mirada. —Te hare uno a ti para que también te guste...

—¡No! — grite.

Trate de levantarme para huir de él, pero este me rodeo con más fuerza entre sus brazos, una vez entre ellos ya no había escapatoria.

Pero debido a la herida de Yoon Gi en el abdomen, logre liberarme.

—Duele...— se quejó.

—Te llevare a la enfermería.

—No...— musito.

—Terco...

—Gracias. — rio.

***

"—¡Te odio! — grite tratando de liberarme de su agarre.

—Yo no podría decir lo mismo...— musito.

Al verlo a los ojos, esa mirada cristalina, me detuve, no forcejee más.

—¿Por qué me haces esto? — pregunte.