Capítulo 24

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- Pequeña, abre esos ojos. -alguien susurraba a mi oído.

Me sentía débil. No podía abrir mis ojos. Me dolía la cabeza en gran cantidad. Escuchaba un sin número de voces a mi alrededor. Algunas conocidas, otras no mucho.

- Por favor... -dijo una voz quebrada, y ronca.

Segundos después de haber escuchado dicha voz, muy cerca de hecho, sentí como una frías manos comenzaban a crear contacto con mis mejillas. Una mano en cada una, mientras yo continuaba con el esfuerzo de abrir mis pesados ojos. Las voces momentáneamente fueron disminuyendo, y con ellas, poco a poco, la presencia de luz en la habitación.

- ¿Qué está sucediendo? -susurré

Noté que mi voz estaba un poco distinta, mi garganta seca, y con esto de los ojos aún. Por varios segundos pude revivir el último momento que mi mente recordaba. Veía la silueta perfecta de quién parecía ser Tomas. Era su dulce voz la que todo el tiempo estuve escuchando.

15 minutos más tarde.

Me encontraba sacudiéndome las sábanas que me cubrían todo el cuerpo. Froté mis ojos, pero solo encontré dolor. Mi cabeza latía como si de otro corazón se tratara. Estaba hecha basura, y ni sé exactamente qué ocurrió.

- Ey tranquila. No debes estar en mucho movimiento. -dijo una cálida voz de mujer.

- ¿Tania? -dije haciendo mi mayor esfuerzo en abrir mis ojos.

No obtuve respuesta, y el esfuerzo fue en vano. Era como si mi propio cuerpo rechazara mis ordenes. La intriga de saber quién estaba junto a mi, ya era suficiente. No logré que mis ojos obedecieran, y entonces decidí iniciar las preguntas.

- ¿Quién eres? -dije a ojos cerrados.

No había presencia de luz en la habitación, eso me desesperaba. Digamos que no me gusta andar a oscuras, a menos que esté dormida. En ésta ocasión me resultaba muy incómodo. No sabía con seguridad a quién pertenecía esa cálida, coqueta, y hermosa voz de niña.

- Prefiero continuar en el anonimato. Espera, ¿escuchas eso? -dijo

Sentí como unas largas porciones de cabello acariciaron de manera divertida y sutil mi rostro. Podía sentir lo sedoso que era, el olor suave del coco que había sobre el mismo. Sólo fueron unos pequeños segundos, luego una brisa fría me acarició. Sentí como la luz golpeó mis parpados, y decidí preguntar.

- ¿Te has ido? -pregunté algo tímida.

No recibí respuestas al momento. Solo escuché una puerta azotar, y unos pasos insistentes que se acercaban. Volví a hacer el intento de abrir mis agotados ojos, los que por fin decidieron cooperar.

- Uy, qué ojos más rojos niña. Mejor ciérralos, te ves horrible. -dijo la voz de mi madre entre risas, mientras me arrojó una almohada a la cara.

- ¿Mamá, que ha pasado? -dije quitando del medio la almohada.

- Ataque de pánico.

- ¿Qué? -dije con una cara dramática

- Deja tus dramas. El doctor ha dicho que ha sido un poco fuerte. Tienes migraña, y has estado durmiendo dos días, por eso ese olor que inunda el cuarto, y tus ojos casi a explotar. -dijo buscando algo en su bolso.

- ¿Me he desmayado? -dije acariciándome la parte trasera de mi cabeza

- También. Tomas no te pudo agarrar a tiempo. -dijo entregándome productos de higiene.

- ¿Tomas, dónde está? -dije mientras intentaba bajar de la cama.

En el intento me di cuenta de toda la serie de cables que tenía conectadas a mi. Chupones en el pecho, suero y antibióticos en mis brazos, y a mi alrededor unas barandas de bebé.

«¿Que tanta protección?»

- En su casa; ya mismo llega a visitarte. -dijo guiñando un ojo

- Ajá, y ¿el está bien? -dije mirando los chupones en mi pecho, de color naranja.

- Luego te contará él. -dijo mirándome directo a los ojos.

Por alguna razón no me sentí bien al recibir esa respuesta. Un "mejor que tú" tal vez me hubiera animado.

Decidí tomar una ducha larga. Fueron dos días sin nada de higiene, era lo menos que podía hacer. Mientras tenía la misma trataba de hacer memoria de qué había sucedido justo antes de ese ataque.

- Okay; el enfermero, la pelea, la sangre, el pasillo, la habitación, y... su silueta. -susurraba

No lograba recordar nada más además de eso. En eso, vino un destello a mi memoria.

- La chica, una voz coqueta, su cabello, la brisa fría. ¿Un fantasma?



Querido diario (•terminada•)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora