Capítulo 17

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Tuve una ducha larga y tranquila. Pensaba en todo lo que podía suceder. Estaba nerviosa, ¿como no lo iba a estar?

Salí del área del baño. Abrí la puerta que me llevaría a mi habitación. Vi el reflejo de alguien; presentí lo que venía. Se erizó mi piel, comencé a sentir miedo.

- Anda, no será tan malo. -dijo con su tono malicioso

Ya estaba ahogada en lágrimas.

Minutos después se escuchó la puerta abrirse, justo cuando mi padre deslizaba mis bragas.

-¿¡Qué demonios haces!? -dijo mi madre gritando asombrada.

Tenía miedo, felicidad, me sentía bien. Al fin me creería.

Mis padres tuvieron una larga discusión. Mi madre, obviamente, terminó echándolo de la casa. También llamó la policia para una Órden de Restricción, o algo así.

Me sentía un poco segura.

-¿Estás bien, cariño? Soy una tonta por no haberte creído, por no haber atentido la situación. Estaba ciega, y volví a ver de la peor manera. Lo siento mucho. -decía mamá mientras no paraba de abrazarme, mucho menos de llorar.
-Mamá, nadie lo hubiera imaginado. Te perdono. -dije acariciando su rostro, tratando de quitar sus lágrimas.

Luego de una escena emotiva, entre lágrimas, abrazos... ¿Reconciliación de madre e hija? Sí, eso.

-¿Vamos por unos helados? -dijo mamá con su gran y blanca sonrisa.
-Claro, mamá. -dije bajando de la cama.

Esa sonrisa me recordó a Mirada de Café. Tan bonita, y perfecta sonrisa. Pensándolo bien, hasta tienen un parecido. Ivette, mi madre, tiene los ojos tan cafés como los de él.

Ignoré esos incoherentes pensamientos.

-¡Mamá, casi lo olvido! -dije bajando las escaleras
-¿Que sucede? Ya estoy lista; dejame buscar el bolso.
-Mamá, atiendeme. Quedé con mi Tomas.. -me interrumpió
-¿Con tu qué? -dijo con una sonrisa de lado.
-Olvida eso, no sé de dónde salió. Quería decir que quedé a verme con un amigo. Hace tiempo que no nos encontramos y... -vuelve a interrumpirme y ruedo los ojos.
-Sé que quedaste con Tomas. Tranquila, también iremos. -guiñó un ojo.

No estaba segura de qué estaba pasando. De seguro era un sueño, una visión demoniaca, no lo sé.

Luego de saborear nuestros helados, iríamos al lugar. Esa playa que por primera vez significó mucho para mí.

- ¿A la playa, verdad? -dijo mamá mirando el camino mientras conducía
- Sí, ¿como sabes tanto? -dije confundida
- Te seguirás sorprendiendo, en serio. -dijo con un tono raro, no muy común en ella.

El camino se volvió tenso, y frío. No hubo palabras, ni sonidos, sólo el motor del auto se hacía notar.

Querido diario (•terminada•)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora