Todo parecía ser ficticio a mi alrededor. Continuaban con el análisis diario. Es decir, querían averiguar si había algo más detrás de ese ataque. Día a día venía el doctor, y debía contarle todo. Como me sentía, física y emocionalmente, que cosas veía a mi alrededor, sucesos, hablar. Se dedicaba a ver mis emociones, ver como reaccionaba a cada cosa. Escuchaba todo sin interrupciones, analizaba cada detalle.
- Usted cree que estoy loca, ¿cierto? -dije viendo sus notas.
- Las personas felices son llamadas locas, dementes. -dijo con una sonrisa.«Éstas instalaciones son muy acogedoras.»
Estoy segura de que buscaba consolarme. No lo logró. Sabía que algo estaba mal, y nadie quería decirme, nadie hablaba al respecto. Al parecer, sólo el doctor estaba autorizado a hacerlo.
Varias horas después llegó de nuevo Tomas. Habían pasado varios días, dos para ser exactos. Dos días luego de haber escuchado aquella voz femenina que parecía seguirme, aparecer y desaparecer. Tomas me visitaba día tras día. El hospital ofrecía dos horarios de visita. El primero era en la mañana, a eso de las 8:30 de la mañana hasta las 12:30 del mediodía. El segundo de 5:30 de la tarde, terminando a las 8:30 de la noche. Venía cada vez que se le hacía posible, y ahora que recuerdo, nunca ha dejado de venir.
- Te he traído chocolates. Los mismos que te di el día de tu cumpleaños. -dijo mirando la caja de chocolates. Pude notar su sonrisa forzada. Era bastante obvio que no estaba bien con toda ésta situación. Yo tampoco lo estaba.
Le sonreí y recibí la caja de chocolates. Me arrastré en la cama para poder sentarme, y así saborear el manjar.
- Oye, ¿y los análisis? -dije casi susurrando.
Cuando desperté ya le habían informado a la familia de Tomas la enfermedad que estaba en su cuerpo. El doctor asegura que es Cáncer, pero aún no saben con exactitud en qué lugar está alojado. Sé lo mucho que le ha afectado todo. Es decir, su familia sabía todo esto, incluso dicen que en su niñez le sucedió algo parecido, pero decidieron evadir. Estaría tan enojados con ellos, pero Tomas parece no estarlo, o no lo suficiente. Me dolía verlo así. Desde que supo de su enfermedad, cuando al fin su familia decidió decirle, su rostro, color, fuerzas, todo ha cambiado en él. Sigue siendo cariñoso, protector, dedicado. Hablo de su exterior. Continúa con sus encantos, pero se notaba el dolor en su mirada. Aún no comienzan con los tratamientos, no quieren hacerlo al azar. Mi Tomas tenía manchas negras notables bajo sus ojos, sus labios secos, sin el rosado que lo distinguía, su rostro pálido, y su cuerpo delgado. Estaba enfermo, no de Cáncer exactamente. Estaba enfermo de dolor, podía ver como su alma lloraba a gritos.
«Qué injusta es la vida.»
- No hay novedades, en realidad. -dijo acariciando una de mis manos.
Luego de unos segundos levantó su mirada y me sonrió. Se subió a la cama conmigo, y comimos de los chocolates. Reímos, vimos televisión, charlamos, y hasta dormimos unos pequeños minutos. Tomas a pesar de todo, siempre venía e iluminaba. No importaba qué. A cada instante era el mismo, y por nada quería que me preocupara. Es obvio que sus intentos eran inútiles. Mientras más pasaba el tiempo, más me preocupa. No por mi, sino por él.
- ¿Vamos a estar bien, verdad? -dije sonriendole
- Si... -dijo colocando su mano en mi mejilla.Varias horas después.
Había terminado la visita. Mamá no pudo quedarse conmigo en el hospital esa noche. Todo estaba oscuro, y yo me encontraba viendo televisión. No me sentía cómoda, así que decidí encender una de las luces cercanas. Algo me interrumpió en el acto.
- No lo hagas. -dijo una suave voz.
Podía jurar que era la misma voz, la de aquél fantasma, o lo que fuera. No se escuchaba lejos, pero por la oscuridad no podía ver alguna facción, o señal de algún cuerpo, o sombra. La televisión no ayudaba mucho, sólo alumbraba la parte de mi cama, la cuál estaba a una esquina de la habitación. Por alguna extraña razón no sentía miedo, la incomodidad se había ido. Podía sentir cómo el cuarto estaba inundado de paz, tranquilidad, armonía tal vez. No sabía si debía hablar, si encender la luz debería, o simplemente ir a dormir. Algo me trajo a la realidad...
- No tengas miedo. Yo sólo busco alguien con quién hablar... -dijo, y sentí como algo pesado se sentó sobre mi cama.
Tal vez me estoy volviendo loca, eso pensé. Las situaciones me tenían bastante frustrada. Tal vez era el estrés, producto de mi imaginación. No lo sabía, pero tendría que averiguar.
- ¿Hablar? No sé qué eres, o quién. Tampoco si vienes a hacerme... -dije mientras encogía mis piernas, y las sujetaba con ambas manos, acercándolas a mi pecho.
- ¿Daño? No. -dijo, y sentí una brisa fría, pero fresca acariciando mi mejilla.Cerré los ojos ante aquella sensación. Como dije, sentía tranquilidad, algo extraño.
- No debo confiar. -dije abriendo mis ojos.
Quedé sorprendida ante lo que pude ver. Frente a mí se encontraba una jóven chica, de cabello muy oscuro, ojos azules intensos, sus labios rojizos, y un delgado cuerpo. No estaba maquillada, ni un ligero intento de eso. Llevaba puesto unos jeans desgastados, junto a una camisa color azul oscuro. No pude ver más. Ante aquella hermosa, y extraña imagen quedé anonadada.
- ¿Hola? -dijo llamando mi atención.
- Eh.. lo siento, ¿que haces aquí? -dijeEn eso se escuchaban unos firmes pasos en el pasillo. Parecía ser el doctor.
- Okay. Te dirán que soy producto de tu imaginación. Te pido que no me hagas desaparecer de tu mente. Sólo, espera a nuestro próximo encuentro. No digas como soy, sólo soy una chica. De todos modos, te haré olvidar. Adiós, dulce Andrea. -dijo desesperada, y acto seguido chasqueo sus dedos, y olvidé todo.
Se escuchó la puerta abrir. Era el doctor. Caminaba algo preocupado hacia mí. De todos modos, éstas no eran horas para visitar los pacientes, no entendía.
- Nicole, te he estado observando. -dijo manteniendo contacto visual
- ¿Qué? -dije confundida, mi mirada estaba perdida.
- He visto cuando estabas hablando con alguien. Hemos colocado cámaras sólo en ésta habitación, y te vi. Cerraste tus ojos ante un contacto, has hablado con alguien que no existe. -dijo, sus ojos reflejaban angustia, miedo.
- Doctor, yo no recuerdo nada. Simplemente veía tranquilamente la televisión. Iba a encender una de las luces, y de ahí, sólo recuerdo verlo entrar. -dije susurrando, y una sonrisa apareció en mis labios, mientras observaba sus ojos verdes.
- Bien. -se giró- Algo anda mal. -susurróRealmente era incapaz de recordar alguna otra cosa. Sólo tenía el recuerdo de su voz, nada más.
«Ésto no me está gustando.»
¿A caso si estoy loca? ¿Que tal si todo es producto de mi imaginación, todo?
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Querido diario (•terminada•)
RandomUna bestia humana, una vida dura, una nueva escuela, él, y un diario de refugio. La vida de Nicole Dawson a través de sus letras.