Capítulo XXII

21 2 4
                                    

El rostro de Alice se hizo grotesco y me miró sin piedad, sintiendo rabia o tal vez impotencia.

- Mírame a los ojos Dom... mírame -repitió al ver que no la atendía-
- Debes irte a Colombia Alice.
- Paso de un continente a otro a buscarte, llevo días días cuidándote como a un bebé... por ti Dom, por ti -dijo en un tono más alto y haciendo énfasis en ambas palabras- dejé a mis padres, y ahora ¿sólo vienes a decirme... "te vas para Colombia"? No puedo creer lo desagradecido que eres Giandomenico -dijo saliendo de la habitación como hoja que se lleva el viento fuerte-

"Quizá aún no alcanzo a comprender la magnitud de lo que hize" pensé una y otra vez... "debe estar muy molesta como para hacerme llamado Giandomenico, nunca me había dicho mi nombre completo" me sentí mal por ello. Era cierto que de una manera u otra, ella tiene que volver a su país, pero fui crudo al decírselo y eso fue lo que la hizo explotar. Por eso es tan importante, que aunque sepamos que cosas debemos decir, see prudentes y agraciados al hablar, pues aunque sean las palabras necesarias, si no van dirigidas con un buen todo o al tiempo a apropiado, puede que no lleguen al corazón o logren el objetivo que se espera de ella.

Pasaron un par de horas y Alice no había vuelto, impotente comencé a sentirme debido a que no podía levantarme de allí para ir a buscarla. Me quedé dormido entre abundantes pensamientos.

Sentí la puerta cerrarse. Ella entró.

- ¿Dónde has estado todo esté tiempo?
- ¿Desde cuándo te importan las cosas que hago? -dijo sin mirarme y haciendo algo a mis espaldas-
- Claro que me interesa lo que haces... todo me importa Alice.
- Claro, me imagino cuanto -agregó sarcásticamente-
- No tienes que comportarte así mi amor.
- Espera, dejame entender algo -dijo volteándome y mirándome a los ojos- acabas de echarme de aquí -alzó la voz colocando las manos en su cintura- después de todo lo que he hecho y vienes a decirme que no tengo porqué estar así. Es increíble -agregó mirando hacia el techo-
- No te he echado, ni tampoco has dejado que me explique acerca de la decisión. ¿Por qué te apresuras a enojarte? Ven sientate aquí -le dije tocando un puesto a mi lado en la cama-
- No tienes nada que explicar... al final, el resultado es el mismo. Quieres que me vaya a Colombia.
- Es lo mejor Alice.
- Claro... y yo pensando que un "nosotros" era lo mejor. Mientras tú en realidad piensas en que me vaya a mi país, ¿cómo puedo ser tan estúpida?
- No digas esas cosas... quiero un "nosotros para siempre" pero en estos momentos... no hoy, tampoco mañana; pero debes volver con tus padres.
- Claro y dejarte solo. Porque te recuerdo que soy yo quien a estado aquí... sólo yo. Porque ni tus padres han sido capaces de venir a verte. Cuanto te quieren -dijo molesta y ofendiéndome-
- Claro... mis padres -bajé mi cabeza, salió una lágrima- no me quieren, afirmas -dije mirando su rostro- no deberías hablar cosas que no sabes Alice.
- Oye...
- Nada -la interrumpí- sal de la habitación.
- ¡Que Salgas! -le grité-

Ella impresionada salió sin cerrar la puerta y ahí quedé yo, sin seguir su rostro, sintiendo en la piel de mi rostro como se deslizaban las lágrimas en ella.

Distante Amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora