Días 37 y 38.

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Día treinta y siete:

El deseo de aliviar mi dolor sigue creciendo y creciendo. El involuntario deseo de querer golpear algo de vidrio sigue apareciendo.

Es imposible para cualquiera poder cumplir ese deseo cuando tienes a miles pares de ojos mirándote todo el tiempo. Los chicos no han dejado mi departamento estos últimos dos días, y tengo el presentimiento de que no se irán pronto.


Día treinta y ocho:

Los chicos me están forzando a volver a terapia desde que se dieron cuenta de que no he ido a nuestras sesiones y que he estado ignorando las llamadas de Sara. Ellos dicen que es lo mejor y que necesito ayuda.

Así que aquí estoy, escribiendo esto en la enorme oficina de Sara, con ella mirándome intensamente. Puedo sentir sus ojos perforando los míos, y tengo un poco de miedo de mirar hacia arriba y encontrarme con su mirada.

Ella me ha estado regañando durante la pasada hora, y cuando finalmente paró me dijo que escribiera, ya que yo me había negado a parar de hacerlo. Ella piensa que escribir esto es malo para mi salud, ya que te hablo a través de este diario cuando ni si quiera estas aquí, dice que nunca podre curarme si sigo escribiendo aquí, ella dice...

Pero no te quiero dejar atrás. No puedo hacer eso. Te amo, y siempre lo hare.

Es solo que nadie lo entiende.

99 días|| Brunaela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora