03: "Diva"

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La pareja de detectives estaba de pie frente a sus vehículos, estacionados a un lado de la entrada. Gabriela sacó de su bolso una tableta y entró a la red de la policía, Armando daba sorbos esporádicos al café caliente que sostenía con la mano derecha. Entre sorbos, dejaba el vaso separado a milímetros de sus labios. Esperaba que las emisiones del café negro y sin azúcar, al entrar por su nariz, actuaran sobre su cerebro para hacerlo trabajar a sobre marcha. 

Gabriela empezó a mover sus dedos sobre la tableta, llenando la planilla del proceso de cadena de custodia de evidencias físicas. -Pulgar -dijo su compañera, y le tomó la mano sin mirar, pues ya sabía que estaba en posición. Cruz siguió con la vista fija en el horizonte mientras su pulgar era escaneado. Lo retiró cuando el aparato emitió un sonido de aprobación, y a continuación Gabriela hizo lo mismo. 

-¿Tenemos el teléfono de Aurora? -preguntó Armando, terminando lo que quedaba de su café. 

Gabriela miró al frente, se mordió la comisura del labio y respondió:-No. 

-Qué vaina

Era obvio que el teléfono iba a darles un historial del día (o los días) anteriores a su muerte. Cruz tomó el vaso como si estuviese jugando baloncesto y lo lanzó dentro de la papelera. Fue un tiro de tres puntos; Gabriela le dio una nalgada. Cruz parpadeó un par de veces, sonrió y sacó su teléfono, era hora de llamar a Rondón. 

-¿Aló? 

-Cruz. Comisario, no tenemos el teléfono de la víctima. ¿Será que Timaury está muy ocupado? Me gustaría contar con él para la investigación. Él es el hombre para esta situación. 

Cruz le hizo una seña a Gabriela para que añadiera el nombre de Carlos Timaury a la investigación. Obtendrían su data biométrica más tarde. 

-Casi nada -le respondió Rondón entre risas-; me pondré en contacto con él ya mismo. Estoy moviendo una pieza importante, Cruz. No me fallen. 

-Jamás -interrumpió Gabriela, quien se había unido a la conversación desde su manos libres. Armando la había agregado. 

-Cuida a Gabrielita, Armando. 

-Siempre. 

Tamma agitó la cabeza lentamente mientras sonreía. 

-El examen toxicológico y el de ADN se van a tomar su tiempo, quiero que ustedes dos se adentren en el mundo de la víctima. Esa escena de la moda y el espectáculo parece un mundo aparte. Como el de los médicos. 

Armando y Gabriela asentían en silencio. 

-Otra cosa, pasen por alguna sub delegación a dejar sus vehículos. Es mejor que manejen uno del cuerpo. El movimiento por la ciudad se les va a facilitar. 

-Entendido, cambio y fuera -dijo Armando, y colgó. 

Subieron a sus vehículos y manejaron hasta la sub delegación más cercana, donde dejaron sus vehículos y se pusieron al volante de una camioneta blanca donde cabía con fácilmente un escuadrón pequeño de brigada de respuesta inmediata. Gabriela quería manejar, y Armando no se opuso. De hecho, tener las manos libres le permitiría trabajar en algo que tenía en mente desde que dejaron el sitio del delito. Sacó su tableta y empezó a trabajar en un gráfico del caso. Colocó el nombre de Aurora en el extremo izquierdo y dibujó una línea recta que luego se bifurcó mientras se preguntaba: ¿secuestro u homicidio? 

Dejó la línea diagonal con la palabra secuestro en letras rojas y se fue con su corazonada, el homicidio. 

-¿Qué crees, Gabriela? ¿Un ex-novio o un admirador? 

-Las últimas veces que leí artículos sobre ella no parecía estar en ningún tipo de relación. Al menos de manera oficial. Lo del ex-novio puede ser una posibilidad. Recuerdo haber visto una foto de ella con un actor... No recuerdo el nombre del tipo, pero con una paseada por cualquier página de espectáculos resuelves eso. 

-Bien -y volvió a dividir la línea negra. Era una hidra digital. Colocó EX-NOVIO y ADMIRADOR en letras rojas, y dibujó signos de interrogación debajo de cada uno de los nombres. Movía la cabeza levemente y de manera inconsciente gracias a la música que había colocado Gabriela. Le gustaba escuchar un género llamado Future Jazz. Esta banda era nacional. 

-Entonces, príncipe, ahora mismo vamos camino al atelier de Daniel Köpfli -dijo Gabriela. 

-¿Quién? 

-Hombres. Köpfli es un diseñador nacional, con el que Gabriela colaboró más de una vez. Su última colaboración fue hace un par de meses, por cierto. Vas a tener que meterte un puñal de moda. Ya. 

Armando sonreía mientras agregaba el apellido del diseñador en el gráfico. -¿Sospechoso? -preguntó Armando, llevándose el bolígrafo digital contra la sien derecha, para rascar una molestia repentina. 

Pararon en una luz roja, Gabriela buscó en sus bolsillos y Armando le pasó el paquete de chicle que había comprado esta mañana. 

-No sé, no sé. Quizás. ¿Todo es posible a estas alturas, no? Mientras más opciones tengamos, mejor -empezó a masticar mientras Armando empezaba a navegar en internet buscando información sobre Aurora. Revisó las publicaciones que Gabriela le sugirió, las más importantes, y no vio nada fuera de lo común en las últimas noticias. Bien, pensó Armando, la información está contenida y los padres no han dicho nada todavía. 

La canción que escuchaban en ese momento hablaba sobre estar enredado en la tela de la araña. 

Cruz dejó la tableta sobre sus muslos y miró por la ventana. Se sentía como viajar por avión. El día estaba empezando a cobrar fuerza, y las mañanas en esta Caracas del 2020 eran cálidas, se hacía lo que se podía con respecto a las emisiones de los vehículos y a la quema del combustible, pero mucho del daño causado era irreversible. 

Vio a unos cuantos valientes en bicicletas. La gran mayoría, sin embargo, utilizaba motos. El espacio para transitar se había reducido y tener una moto era sencillamente el mejor método para moverse a través de la ciudad. 

Cruz volvió la cabeza hacia la tableta, tomó el bolígrafo y lo hizo girar entre sus dedos mientras leía una entrevista con Aurora hecha hace un par de semanas para una revista de modas latinoamericana, Diva. González tenía 25 años, nació en la capital, y, según la entrevista, se tomaba la vida un día a la vez. Le costaba levantarse temprano a veces, y más de una vez se había quejado por la invasión a su vida privada. Creía que las muchachas no tenían que buscar la aprobación masculina. Armando resaltó esto último, pues la industria de la moda, si bien evocaba la imagen femenina al instante, era otra de las industrias dominadas por hombres. 

Cruz resaltó otras líneas en el artículo y las pegó en un documento en donde tiraría todo lo relevante y se encargaría de organizarlo durante su descanso. Le dijo a Gabriela que recibiría una copia y total libertad para editarlo y agregar lo que ella considerara relevante. 

Aún les faltaba medio camino por recorrer, y el tráfico no los estaba ayudando. 

Próxima parada: el atelier Köpfli, ubicado en Altamira.

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