14: "Duelo en el edén"

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Cruz y Tamma llegaron a la quinta "Edén" en poco menos de diez minutos. Cada uno tomó tres cargadores, los guardaron, y salieron del vehículo, el cual dejaron estacionado frente al portón principal de manera descarada. Un guardia de seguridad muy bien vestido se encontraba de pie en su garita, mirándolos a través del cristal que los detectives supusieron era blindado. El guardia les dijo que pasaran adelante, pues la señorita los estaba esperando. Armando le preguntó si había visto algún movimiento sospechoso en el área, pero el guardia negó con la cabeza. 

-El apoyo viene en camino -dijo Cruz, quien entró primero, con el arma en la mano izquierda. Su dedo índice estaba paralelo con el cañón, para evitar accidentes. 

Tamma estaba a su derecha, sosteniendo el arma con ambas manos; se dedo índice colocado igual que el de Armando. Su compañero la miró y ella asintió, haciéndole saber que estaba lista. Cruz se volteó y le hizo una seña al guardia, quien tocó un interruptor desde su cabina que abrió la primera reja de la espectacular residencia de la modelo. 

Ivana abrió de par en par unas puertas de cristal unidireccionales que fragmentaron el reflejo del cielo nocturno. Llevaba el vestido que Daniel Köpfli había diseñado para ella; no tenía maquillaje y sus ojos estaban enrojecidos. 

Abrazó a los detectives, quienes no supieron cómo reaccionar. Les dijo:-Gracias por venir, detectives. Adelante, adelante -y les señaló el camino con su brazo derecho. Cruz y Tamma caminaron hacia las entrañas de la casa, sobre una alfombra verde que ahogaba el sonido de los pasos. 

Ivana cerró las puertas tras ellos, no sin antes mirar al guardia afuera, quien asintió y desde su cabina pasó el seguro. Luego tomó un arma que se encontraba dentro de su escritorio, y se colocó un dispositivo de manos libres bluetooth. 

-Están aquí -dijo, y dejó su posición para entrar a la casa. 

Adentro, los detectives se encontraban junto a Ivana en la cocina, quien preparaba un té. Armando, aún con el arma en su mano, chequeaba las esquinas y clavaba la mirada en los rincones oscuros de la casa sin parpadear, como un tiburón. Gabriela estaba junto a Ivana, con una mano sobre su hombro, preguntándole sobre lo que había pasado. La muchacha le dijo que Leonardo estaba alterado por todo lo que estaba pasando, y que le había prohibido dejar la casa por razones de seguridad. 

-Fue víctima de un secuestro Express ayer, detective... -dijo Ivana. 

Gabriela esperó la reacción de Armando, quien dio un par de pasos hacia atrás y miró a su compañera. 

-¿Supongo que estaba preocupándose por mí al no dejarme salir? Yo quería estar presente en el tributo a Aurora... 

Gabriela asintió y luego miró a su compañero. Sin decir palabra, ambos pensaron en un apellido: Navarro. Los casos de secuestro por parte de elementos dentro de la policía, o en colaboración directa con antisociales no eran raros. 

-Me hizo jurar que me quedaría en casa y que no saldría, pues no quería que me pasara nada. 

-¿La agredió físicamente? -preguntó Gabriela. 

Ivana guardó silencio. 

-Señorita Granados... 

-Aquí no -susurró en voz baja. El dejo de vergüenza en su voz era genuino. El corazón de Tamma se ablandó, y le pidió a Armando que las siguiera, y que esperase fuera del dormitorio. Cruz accedió y las escoltó hasta el piso superior. El detective le echó un vistazo a su reloj, y se preguntó dónde carajo estaban los refuerzos que había pedido. 

Dentro de la habitación, Ivana le mostró a Gabriela el resultado del "arranque" de Leonardo. Al apartarse el cabello del área del cuello le mostró unas laceraciones, y al quitarse parcialmente el vestido que llevaba, le dejó ver unos moretones en las costillas. 

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