Capítulo 3 - La Carta

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La luz del sol le daba directamente en la cara, se tapaba con la mano Daniel. Giraba alrededor de la cama. Abrió los ojos súbitamente, se levantó de la cama. Esto lo sorprendió, se encontraba en una cama tapado con sábanas blancas. Se frego un poco los ojos, al lado de la cama había una mesita de luz blanco con un jarro con agua y un vaso. Sintió una resequedad en la garganta, se sirvió agua y la tomó.

Un poco más despierto se dio cuenta que estaba rodeado de cortinas blancas, al lado había una silla con su mochila. Agarró rápidamente la misma, la registró, estaba todo lo había dejado allí y suspiro aliviado.

Se llevó la mano a la frente, dónde recordaba el golpe del adoquín. No tenía marca de ninguna clase, se paró de la cama. Se puso la mochila a su espalda, caminó hasta la cortina de enfrente y la abrió.

Miró para todas partes, Daniel se ubicaba en la mitad de la sala. Había más camas como en la que estaba él, rodeadas de cortinas y un ventanal detrás. El suelo llevaba unas baldosas de color beige y cada tres una negra. Salió de las cortinas y se paró en el centro.

Había unas puestas a ambos extremos de la sala, ambas salían a más ventanales. Las miró y decidió ir por la de su izquierda, caminó con lentitud. De las camas a su espalda, salió una mujer. Iba vestida con un vestido blanco y una cofia roja, era una enfermera.

La enfermera dejó caer una bandeja metálica con varios utensilios médicos, esto hizo que Daniel diera un pequeño saltito. Entraron dos guardias por cada puerta, los guardias son diferentes a los de la ciudad. Tenían espadas cortas, un escudo redondo y ropa de cuero, todo de color blanco. Corrieron hacia él, giró la muñeca y con un destello azul apareció una carta amarilla. La arrojó rápidamente al suelo.

Los guardias quedaron estupefactos con la cortina de humo, Daniel se deslizó por el costado. Salió hacía la puerta silenciosamente, la atravesó y corrió por el pasillo.

El pasillo no era muy extenso, tenía ventanales a un lado y puertas al otro. Corrió hasta llegar a una encrucijada, se movieron guardias por el lado derecho. Carrio para el izquierdo, el camino se parecía bastante al otro pasillo.

Volvió a llegar a otra encrucijada con el mismo resultado, guardias por la derecha. Pensó rápido, se dirigió directamente contra los guardias. Giró la muñeca y apareció otra carta amarilla, la lanzó directamente contra los guardias. Estos levantaron los escudos en defensa y explotó la nube de humo. Los guardias pararon por un segundo y Daniel los saltó por encima. Se alejó corriendo, hasta llegar a una recamara.

Se detuvo en el medio de la sala, la puerta se cerró detrás de él. Observo todo a su alrededor. El piso era color esmeralda salvo el círculo del medio que era cómo zaphiro. La habitación era redonda y tenía balcones con baranda de madera. La pared de un gris metálico.

Durante unos minutos no pasó nada, pero presentía que nada iba bien.

Un fuerte silbido rompió el silencio, Daniel abrió grande los ojos y saltó para atrás. Se había clavado una flecha en el lugar en dónde estaba. Observó rápidamente de dónde venía, pero no había nadie. Otro silbido se escuchó, Daniel lo volvió a esquivar. Era otra flecha, pero provenía de un lugar diferente.

Observó de vuelta, pero tampoco vio de dónde provenía. Eso lo estaba impacientando, creo otra carta amarilla y la lanzó en el medio de la sala.

Oculto tras el humo, creo una carta blanca y la lanzó a un costado. Corrió para el otro lado, antes de cruzar lo último del humo castaño los dedos.

Dos Daniel salieron directamente de costados opuestos del humo, ambos se pusieron a girar en círculos.

Miraron alrededor para ver el próximo movimiento de su atacante, no salió ninguna otra flecha. Disminuyeron el paso, pero no perdieron de vista los balcones.

Edad Oscura - El Imperio del AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora