Miraba a través de la ventana, Daniel, veía como iba anocheciendo. Los colores rojizos daban paso a los matices de violeta, las primeras estrellas resplandecían en lo alto.
Le molestaba todavía la mano, la levantó para contemplarla. De la daga salían pequeñas líneas curvas en dirección a su brazo. Hizo magia con la mano, pero no cambió nada. Podía hacer completamente seguro.
- ¿Hermosa no?
Daniel giró rápidamente la cabeza, está sentada en su cama la diosa. Le molestaba el hecho que no se había dado cuenta. Esta vez le podía prestar más atención, tenía el cuerpo bien definido. Piernas largas y esbeltas, una cintura chica. Su cara era redonda con los pómulos marcados, un pelo lacio y recogido negro como la noche más estrellada.
Sonreía como si supiera que la contemplaba, se recostó en la cama.
- ¿Cómo entraste aquí?
- No divaguemos con respuestas que ya conoces - hizo un gesto con la mano para despreciar la pregunta - Vine a darte tu primera orden.
- Yo no pienso seguir tus órdenes - Se dio la vuelta cuando terminó de decirlo, miró por la ventana.
Un breve silencio sepulcral se instaló en el ambiente. Daniel ya estaba preparado para pelear sí era lo que ella quería, dibujaba en su mente la espada que quería empuñar. Sintió una gran furia proveniente a su espalda, comenzó a crear la espada. Pero fue tarde, algo ya lo había atravesado.
Daniel miraba a su pecho, sus ojos no podían creer lo que veía. Le había atravesado el brazo, lo que más le consternó es que no lo sentía. No podía ver sangre en la mano ni saliendo de la herida.
Sintió una leve respiración a un lado de su cuello, era tan fría como las nevadas de Dalarar. La diosa acercó su cabeza y apoyó su mentón en su hombro, comenzó a mover su mano. Daniel no quería admitir su derrota aplastante. Cerró los fuertemente y escupió cada palabra con una sonrisa fingida.
- ¿Cuales son tus órdenes?
Sacó su brazo del cuerpo de Daniel, este automáticamente se revisar el pecho. Suspiro aliviado, se dio vuelta a mirar.
- Tienes que ir a sacar a un hombre de la cárcel y los dos se tienen que dirigir hacia el este donde el sol nace.
- ¿Y cómo es este supuesto hombre?
- Tu insignia te mostrará quién es - Daniel levantó la mano y miró la marca - Tienes que apresurarte o los necrofagos lo encontraran antes que tu.
Desapareció en una nube de polvo, dejándolo con más preguntas.
Daniel salió de su habitación rápidamente, miró para todos lados en busca de los guardias. No veía a ninguno, se movió silenciosamente hacia la puerta de Isaac. Tocó tres veces y se escuchó un fuerte bramido. Sintió un escalofrío, algo lo acechaba en la oscuridad. Isaac abrió la puerta lentamente, Daniel entró sin pedir permiso. Lo apartó de al puerta y la cerró detrás de él.
Isaac se veía muy mal, parecía que una yunta de bueyes le había pasado por arriba. Pero estaba lo suficientemente despierto como para estar enojado. Daniel se disculpó y le preguntó dónde está las celdas.
Estaba bastante obstinado Isaac, no le iba a decir dónde quedaba hasta que no le explicará su razón para ir hasta alla en esas horas.
Daniel se resignó y le explico todo. Desde la lucha de la quimera hasta al orden de la diosa. Isaac lo escuchó con atención, cuanto terminó la historia lo miró con dudas. Aguardo unos momento y se comenzó a desvestir. Daniel lo miró con asombro, le pregunto que hacia pero este no le presto atención.
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Edad Oscura - El Imperio del Alba
FantasiDaniel es un adolescente de 18 años. Su maestro le encomendó la entrega de una carta. Según su maestro sería su última prueba de su entrenamiento, pero era solamente la iniciación de La Hermandad de las Sombras. Con sus nuevos compañero...