- ¿Quién es él? - dijo Safira rompiendo el silencio.
Daniel no le prestaba atención, sólo miraba al recluso. Lo inspeccionó de arriba a abajo, estaba igual que aquel día. El rubio parecía estar divirtiéndose, se apoyó sobre la reja. Carraspeo y pronunció.
- Me llamo Edwind señorita - Pronunció apaciblemente.
A Daniel le molesto.
- Nos vamos.
Les dijo a los demás, Isaac lo detuvo. Lo miró a los ojos tratando de que recapacitara. Safira no entendía lo que pasaba, Ether se fue a los brazos de ella.
- ¿No te puedes liberar tu mismo? - Lo miró sobre el hombro.
- Como no sabras ya que eres un trox, estoy en una jaula mágica que me restringe.
Daniel no sabía lo que era un trox, pero de seguro era un insulto.
- Sabes que me tienes que sacar de aquí, no te queda otra - Dijo Edwind, sonreía como si hubiera ganado con solo esas palabras.
Safira e Isaac lo miraban desconcertados a Daniel, no tenían idea de a qué se refería. Daniel apretó el puño con fuerza y suspiró.
Creo una espada y arremetió contra la puerta. Antes de tocarla se había desvanecido entre sus manos la espada. Daniel se mostró sorprendido, Edwind sé limitó a reír a carcajadas. Llegó a la conclusión de que también impedía usar magia del otro lado.
Tendría que haber una manera pensaba, recorría cada rincón con sus ojos. Un frío sepulcral le soplo en la nuca, rápidamente llevó su mano para taparse y miró para atrás. Sólo estaban Isaac y Safira que lo miraron raro. Volvió a mirar a delante.
Comenzó a sentir algo que le recorría la espalda, se transformó en dos sensaciones frías que lo congelaban. Sintió más pesado su hombro, miró de reojo. La diosa había apoyado su mentón, sus manos lo rodearon y lo abrazaron. Sentía mucho frío al lado de ella.
La diosa acercó su boca al oído de Daniel, no dejaba de mostrar la sonrisa burlona de siempre. Dijo unas palabras casi inaudibles, incluso para él que se las dijo al oído. Intentó memorizarlas dibujándolas en su mente. Tomó un respiro y pronunció.
- Bron ais.
Sus ojos habían cambiado, pasaron hacer como los de un reptil. Una pupila negra alargada y un iris que abarcaba todo su ojo de color amarillento cercano al naranja. También su forma de ver había cambiado. Veía en la oscuridad tan nítidamente como en el día, el colores sepia.
Isaac y Safira se asustaron, dieron unos pasos hacia atrás. Daniel miraba hacia todas partes, hasta llegar a un resplandor en en centro de la puerta de la jaula. Una runa de sello resplandecía, Daniel acercó su mano con la marca de la diosa. La mano brillo y después de unos momentos el sello se rompió.
Edwind abrió la reja tranquilamente, abría y cerraba los puños como si estuvieran adormecidos. Daniel sintió un fuerte dolor en los ojos y los cerró. Al abrirlos luego de un momento habían vuelto a la normalidad.
Isaac quiso preguntarle qué fue aquello que le pasó, pero Daniel se excuso diciendo que no era momento para dar explicaciones. Asintió de mala gana Isaac y comenzaron a moverse.
El necrofago había desaparecido, el marco de la puerta estaba en el suelo. La pared estaba tan dañada que incluso con una leve brisa se caería. Daniel observaba a Edwind, no permitiría que hiciera nada tonto. Isaac le hizo señas para decirle que estaba despejado, siguieron avanzando.
Isaac volvió a conjurar la llama, se veía todo carmesí. En el suelo de piedra había marcas de garras y sangre, todas estaban frescas. Caminaron con cautela, Safira miraba en las jaulas a su alrededor. Todo prisionero que no le había resistido la reja se encontraban sus partes desparramadas por toda la celda.
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Edad Oscura - El Imperio del Alba
FantasyDaniel es un adolescente de 18 años. Su maestro le encomendó la entrega de una carta. Según su maestro sería su última prueba de su entrenamiento, pero era solamente la iniciación de La Hermandad de las Sombras. Con sus nuevos compañero...