Veía todo oscuro, los párpados le pesaban. Sentía como apenas podía mover los dedos de la mano. Tenía un fuerte dolor que le oprimía el pecho, le costaba respirar. Escuchaba voces cerca de donde estaba él. No podía distinguirlas.
Estaba despierto, pero no podía abrir los ojos. Ya habían pasado horas desde que las voces callaron, no les entendía. Hablaban entre murmullos, pero aún concentrándose solamente en su oído no podía entender les.
Las voces volvieron a aparecer, esta vez sonaban adentro de su cabeza. No entendía lo que le decían, parecía un lenguaje que no comprendía. Tenía muchas voces en la cabeza, casi no podía pensar. Su brazo izquierdo le empezó a doler.
El dolor le era insoportable, quería gritar pero no le salía la voz. Antes de llegar al hombro sintió como se le quemaba la piel, podía olerlo y eso lo desesperaba más.
Comenzó a distinguir los tonos de las voces, parecían cánticos mágicos. Su dolor se amplificaba con cada nota grave. las voces cesaron. Su brazo izquierdo le dejó de doler, sintió los cosquilleos en su mano como si algo se moviera. Pudo abrir los ojos.
La habitación estaba a oscuras, le dolía la cabeza. Las voces las escuchaba cada vez más lejanas en su cabeza. se sentó sobre la mesa de mármol blanco. No podía ver demasiado, había una especie de neblina espesa que por todo el lugar. Se paró con dificultad, el piso a su alrededor comenzó a caer.
Daniel cayó sentado sobre la mesa de mármol, se asustó al ver como se desprendían los adoquines. Estiró el pie hacia el piso, estaba firme. Se volvió a para con sumo cuidado, miró a su alrededor y la mesa de mármol ya no estaba. Miró hacía el suelo, vio un vacío que le trajo un fuerte dolor en el pecho. Dejó de mirarlo y empezaron a aparecer adoquines en una línea irregular, de mientras al neblina desaparecía a medida que se creaba el camino. Lo miró con cautela y avanzó.
Cada paso que daba lo alejaba de las voces en su mente, pero al contrario su mano sentía que le quemaba cada vez más.
Pasó un rato hasta que el piso se dejó de crear, miró hacia atrás y vio cómo se caían los adoquines como domino. Se levantaron adoquines negros alrededor, se formó un círculo bastante grande y él estaba en el medio.
La niebla comenzó a envolverlo, era tan espesa que apenas podía ver más allá de su mano. Comenzó a sentir que la mano izquierda le quemaba, la levantó rápidamente. En la contra palma le salía humo y podía oler su piel quemándose. Gritaba de dolor pero no podía hacer nada, cayó de rodillas.
Pasos escuchó, levantó la cabeza hacia la neblina que se disipaba. Una persona salió de ella. Una mujer bastante alta caminaba con gracia, llevaba una túnica blanca que le llegaba hasta los muslos nada más. A medida que se acercaba la mano le ardía más, al mujer parecía regocijarse en su dolor.
Se paró enfrente de él, posó sus ojos sobre él. Los ojos negros como la noche lo miraban fijamente, sentía como si podría ver a través de él. Le produjo un escalofrío, apartó la mirada de su cara. Vio en su cuerpo runas, no podía entenderlas. Las miraba fijamente para ver si alguna le resultaba conocida, se sorprendió. Las runas comenzaron a moverse por todo su cuerpo.
La mujer le tomó la mano que le dolía, comenzó a sentir que le quemaba hasta los huesos.
- ¿Cuanto para ti vale tu vida? - Dijo con una voz muy delicada la mujer - No debe tener mucho valor considerando quién eres - Se rió entre dientes.
Daniel se había olvidado del dolor, por una extraña razón eso le molesto más de lo que pensaba. Comenzó a crear una espada con la mano libre. La mujer rápidamente acercó su otra mano y absorbió la magia. Se había llevado más maná de él que al que había utilizado. Se sentía pesado y cansado.
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Edad Oscura - El Imperio del Alba
FantasyDaniel es un adolescente de 18 años. Su maestro le encomendó la entrega de una carta. Según su maestro sería su última prueba de su entrenamiento, pero era solamente la iniciación de La Hermandad de las Sombras. Con sus nuevos compañero...