Un fuerte estruendo se escuchó afuera y un resplandor violeta iluminó la habitación. Los rayos resonaban en toda la casa cada vez que caían sobre la montaña. Sara caminaba por el pasillo sosteniendo una vela, se dirigía a ver a su hermana Sally en su habitación.
Le tenía miedo a las tormentas, los árboles se sacudían como si fueran telas al viento. La lluvia se había intensificado, tanto que se podía escuchar cómo caía sobre el tejado. Había llegado a la puerta, golpeó tres veces sobre ella. Espero unos segundos y entró sin esperar respuesta.
Sally estaba acurrucada en la cama, temblaba de miedo. Sara se acercó, dejó la vela sobre una cajonera y se sentó a su lado. Rápidamente Sally salió de las sábanas, la abrazo fuertemente. Le devolvió el abrazo, le decía que todo iba a estar bien.
Un trueno resonó en toda la habitación, Sally dio un pequeño saltó. Seguía temblando, Sara intentaba calmarla pero sin resultado. Logró acostarla y taparla. La peinaba con los dedos, comenzó a cantarle la canción que le cantaba su madre. La madre había muerto a causa de la peste, los médicos llegaron meses después.
Los estruendos habían parado y la lluvia se volvió ligera. Miró por la ventana, las luces de los faroles volvían a las ramas de los árboles más tenebrosos. Se levantó para cerrar las cortinas.
Se escuchó un fuerte ruido, provenía de afuera de la habitación. Sara pensó que el viento pudo haber hecho estragos, esperaba que no se haya roto nada. Agarró la vela y le dijo a Sally que esperara ahí. Salió de la habitación sin hacer ruido, apenas había entornado la puerta.
Camino por el pasillo, no había cuadros que lo decoran solo la madera opaca. Llegó a la entrada, que servía también de comedor. No encontró nada fuera de lugar, el ruido apareció de vuelta.
Busco un poco más, pero seguía sin encontrar el ruido. Volvió a escucharlo, pero esta vez varias veces. Por un momento se asustó Sara, había pensado en fantasmas. Comenzó a buscar por todas partes, apuntaba con la vela a cada sombra que se movía. Después de unos minutos suspiro, se dijo a sí misma que eran su propia imaginación. No sabía de dónde provenía el ruido, pensó que podían ser las ramas de los árboles que golpeaban contra las casas. Escuchó un ruido demasiado fuerte, tanto que le hizo tirar la vela. Alguien había roto la puerta.
La figura de una persona se dejaba ver en la puerta, no podía distinguir nada Sara por la oscuridad. El viento tan fuerte apagó la vela que se encontraba en el piso. Sara retrocedió unos pasos, estaba asustada. No se movía del lugar ni tampoco hablaba, la luz de los faroles del exterior le daban un aspecto atemorizan te. El hombre empezó a caminar hacía ella, Sara siguió retrocediendo hasta que se tropezó.
Escuchó unos pasos que provenían detrás de ella, miró rápidamente para el pasillo. Estaba Sally corriendo hacía ella, se dirigió directamente hacia ella. La abrazo en suelo, Sara se horrorizo más. El hombre no se inmuto, las miró desde las sombras. Sara se levantó súbitamente, intentó hacer que volviera a la habitación Sally pero sin ningún resultado. Miraba rápidamente hacía el hombre de mientras que trataba de apartarla.
Levantó la mirada, apareció otro más en la puerta. Este desapareció durante un segundo de su vista y volvió aparecer frente a ella. Vestía con una capa violeta oscuro, con una capucha sobre la cabeza. Su mirada y sonrisa mostraba locura. Tenía los pómulos muy marcados de tanto reír, sus ojos marrones estaban apagados como si no tuviera alma. La miraba de arriba hacia abajo, se quedó mirando a Sally.
¿Qué vas hacer Dale? - dijo el otro hombre, se le notaba enojado.
Dale se puso en cuclillas, estiró su brazo para tocar a Sally. Sara la apartó de su mano, este la miró con despreció.
Sólo me divierto - dijo este en un tono burlón.
Sabes bien cuales son nuestras órdenes - Sonaba autoritario.
Le hizo un ademán con la mano como restando le importancia, volvió a tratar de tocar a Sally. Esta le golpeó la mano y ocultó la cara tras el vestido de Sara. Eso no le agrado a Dale que ahora ya no sonreía, mostró una cara de indiferencia tan horrible que Sara casi da un grito. Este empujó a Sara, la fuerza la tiró al suelo. Sally no llegó a caerse, la había agarrado Dale de brazo.
Sally forcejeaba para soltarse, Dale la levantó del piso sosteniéndola del brazo. Sara corrió a ayudarla pero este fue más rápido y la golpeó con el dorso de su mano libre, que hizo que chocara contra la pared. Empezó a gritar, eso parecía regocijas a Dale. El hombre que hasta ahora estaba inmóvil le puso la mano en el hombro. Dale se le volvió a desfigurar la sonrisa.
No sigas - Dijo.
No vuelvas a interrumpir mi diversión si no quieres morir - Lo miró de reojo Dale.
Hay que apurarnos y reunirnos con el resto de los acólitos - dijo con voz tenue.
Dale soltó una maldición y acercó su mano libre al pecho de Sally. Dejó de gritar y forcejear. La soltó, cayó inerte como una bolsa de papas. Sara se movió rápido y la agarró del piso. Sally estaba fría al tacto, ya no respiraba y su piel blanca iba tomando un tono azulado. Los ojos los tenía abiertos como platos, parecían vacíos. Sara comenzó a llorar, su hermana había muerto.
Dale se fue caminando hacia la puerta, de mientras hablo.
Será mejor que te apures - Lo dijo conteniendo su ira.
La tormenta había comenzado de vuelta, por la puesta entraba entraba un viento frío y la lluvia. El hombre se acercó hacia Sara, está seguía llorando. Se arrodilló junto a ella, está lo miró e intentó alejarse. Los sollozos fueron más fuertes cuando comenzó a acercarle la mano a su pecho.
Sara comenzó a implorar por su vida, incluso le dijo que la tomara,que todavía era casta pero no se inmuto. Ella seguía tratando de convencerlo, él le puso la mano sobre el pecho. Sara lo miró directamente de mientras seguía llorando. No tenía expresión en su rostro, una barba bien cuidada remarcaba su cara cuadrada. Su piel blanca mostraba algunas cicatrices, los ojos azules la veían directamente a los ojos como si pudiera ver su alma.
Un resplandor blanco iluminó al contra palma de su mano, de a poco fue retirando la mano del pecho de ella. Sentía como se desvanecía sus fuerzas, sintió una ola de frío que le recorría el cuerpo. De a poco fue perdiendo la visión, todo se teñía de negro a su alrededor. Lo último que vio fue la expresión de tristeza en esos ojos azules.
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Edad Oscura - El Imperio del Alba
FantasyDaniel es un adolescente de 18 años. Su maestro le encomendó la entrega de una carta. Según su maestro sería su última prueba de su entrenamiento, pero era solamente la iniciación de La Hermandad de las Sombras. Con sus nuevos compañero...