Capítulo 8 - El Titiritero

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No podía ver nada, sólo oscuridad a su alrededor. El frío le entumecía las partes del cuerpo, llegaba a pensar que ya no las tenía. Ya no recordaba cuándo fue la última vez que no había visto otra cosa que negro, le parecía que el tiempo no le transcurría. No sentía hambre, ni ninguna necesidad. No le gustaba la situación, pero más le aterraba estar sola.

Escuchó un pequeño ruido a lo lejos, no era la primera vez que podía hacerlo. Sabía lo que era, lo había escuchado la mitad de su vida. Era madera siendo tallada, su padre era carpintero. Se la pasaba observando como un tronco de madera se convertía en toda clase de cosas, desde tablones para construir casas, hasta pequeños utensilios de cocina. Le encantaba acompañar a su padre, a veces su padre le hacía juguetes de madera. Pensar en eso la hacía sentir aún más sola, el ruido cesó. De vuelta estaba sola.

Había perdido la cuenta del tiempo que estaba así, ya no sabía qué hacer, no sentía que el tiempo avanzara. Volvía a escuchar el ruido de la madera siendo trabajada, debes en cuando escuchaba algo acercarse a ella. Creía escuchar pasos, debes en cuando suspiros. Quería saber qué era lo que pasaba, le producía mucha impotencia no poder hacer nada. Volvió a quedarse sola.

Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había visto el cielo que ya no se lo acordaba, se sentía tan triste. Los ruidos se intensificaron, los escuchaba mucho más cerca. Por primera vez sintió algo, una calidez que creía provenir de su mano. Rápidamente el frío se fue yendo. Comenzó a escuchar un leve murmullo, no podía alcanzar a entender. Pudo mover sus manos.

Sintió como sus dedos se movían, una leve imagen pudo ver en su cabeza. Destellos anaranjados y rojizos vislumbraron sus ojos, los cerró de golpe.Todavía no estaba acostumbrada a la luz, había pasado mucho tiempo en la oscuridad. Se restregó los ojos con las manos, no sintió el roce de sus manos.

Esto la consterno, abrió sus ojos lo más rápido que pudo. Vio la luz de unas antorchas, teñían la habitación de colores rojizos. Miró lentamente a sus manos, escuchaba un clik-clik a medida que movía la cabeza. Sus manos parecían hechas de madera, intentó gritar pero su voz no salía. Movió los dedos, un chirrido de madera contra madera salía de la unión de sus dedos. Levantó una pierna, también estaba hecha de madera desde los dedos hasta su cadera y producía el mismo chirrido. Las manos las llevó rápidamente a su estómago, produjo un golpe seco. También estaba hecha de madera, subió lentamente hasta su pecho que también estaba hecho con madera y hasta el cuello.

Estaba aterrorizada, quería salir de ahí. Miró alrededor, se encontraba sentada arriba de una mesa. Con la ayuda de sus manos, se puso de pie. Cayó desplomada al suelo, sus piernas no le respondieron. No sintió la caída, se dio la vuelta para mirar hacia arriba. Se quedó petrificada, Había un montón de muñecos de madera amarrados al techo.

Ella estaba gritando, aunque no se la escuchaba. Estaban todos hechos de madera, algunos le faltaban partes como brazos y pies, hasta incluso cabezas. Las sombras y la luz de la antorcha les daban un aspecto macabro. Intentó levantarse, sus brazos no eran lo suficientemente fuertes. Se quedó mirando hacia delante, había una puerta de lo que parecía ser madera. Pensó en irse arrastrando, eso sí le funcionaba.

Iba poniendo un brazo después del otro, le era un proceso bastante lento. llegó hasta la puerta, alzó su mano izquierda y empezó a querer tirar. Algo le impedía abrirla, miró alrededor. Noto una sombra como si fuera un hilo atado a su mano, sostenía con fuerza su mano. Empezó hacer más fuerza, el hilo se estiraba. Su brazo hizo un movimiento imposible para un cuerpo humano, tenía el brazo hacia atrás.

Se sorprendió, no le dolía. Intentó mover su brazo, pero el hilo no la dejó moverse. Sintió un tirón en su otro brazo, ahora estaba colgada con los dos brazos hacia atrás. Comenzó a querer mover sus piernas, sus piernas también quedaron en el aire. Quedó levantada en el aire, no podía hacer ningún movimiento.

Escuchó un leve silbido, los hilos tiraron de ella dejándola de vuelta en la mesa sentada. Los hilos al mantenían fija, los ojos le giraban para todas partes por el miedo que sentía. Ruido de pisadas escuchó detrás de ella, sus ojos buscaban de todas partes. Un hombre con túnica violeta apareció a su derecha y se paró frente a ella. Era el hombre de aquella noche.

Se había quedado sorprendida, asustada, él la miraba inexpresivo. Permaneció quieto delante de ella, se acercó lentamente. Estiró la mano para tocarla, pero se arrepintió a mitad de camino. Se alejó de ella, se fue hacía su espalda. Ella no lo podía ver, pero escuchaba como movía algunas cosas. Después de un rato el ruido paró, empezó a sentir un hormigueo en la espalda. Unas palabras en un idioma que no comprendía escuchaba provenir de atrás, empezó a sentir una ola de calor por todo su cuerpo.

Se empezó a sentir extraña, le dolía todos sus miembros. Unas punzadas en su espalda la hacía querer gritar. Quería retorcerse pero los hilos se lo impedían, sentía como una energía le recorría todo su cuerpo. Sólo podía ver para arriba, eso la asustaba cada vez más. Las cabezas de los muñecos miraban para abajo, tenían expresiones sombrías. Parecían expectantes a lo que le fuera a suceder, cerraba los ojos para no seguir mirándolos.

El hombre detrás de ella paró de hablar, el ardor le fue disminuyendo. Se paró frente a ella, la miró directamente. El resplandor de su mano izquierda se iba apagando. Se acercó un poco más a ella, le fue extendiendo la mano.

Intenta levantarte - Su voz era dulce y emitía un aura tranquilizadora.

Los hilos ya no la retenía, podía moverse. Noto que sus brazos le pesaban más al moverlos, ya no rechinaba la madera al moverse. Extiendo sus piernas en el aire. No quería tomar su mano, no confiaba en él. Sus ojos no se alejaban de ella, parecían inertes. se dejó caer sobre sus piernas, esta vez soportaron su peso. Se encontraba erguida, el hombre retiró su mano. Quiso exhalar pero no podía, ya no tenía aliento. Levantó su pierna derecha, intentó dar un paso pero se cayó.

Había cerrado los ojos antes de caer, no había sentido nada. Pensó que era efecto de ser una muñeca, abrió los ojos. Se sorprendió al abrirlos, el hombre la sostenía sobre el suelo. La había atrapado apenas al caer, la miraba directamente a los ojos. Parecía decepcionado, eso la molesto.

Suéltame.- Gritó con todas sus fuerzas.

Esto la dejó sorprendida, ya podía hablar. Su expresión cambió a conformidad, eso la dejó pensando. Después de unos momentos empezó a forcejear para salirse. Él pronunció unas palabras y enseguida estaba colgando de vuelta en el aire.

Los hilos la sujetaban de vuelta, la dejaron de vuelta en la mesa. Esta vez sí podía moverse, pero tenía miedo a volver a caer. Lo miró a él. Tenía la túnica violeta igual que la otra vez, sus ojos verdes la seguían mirando. La barba bien cuidada de color marrón y un pelo corto bien cuidado. Camino hacia la puerta, la abrió. Se sintió asustada, aunque fuera no quería sentirse sola nuevamente. Quería detenerlo, pero caminar no sería una opción. Quería saber por lo menos quien era, ya estaba cerrando la puerta él. Reunió todo su valor para gritarle.

¿Quién eres? - Las palabras salieron con tristeza.

El hombre paró en seco, ella sentía ganas de llorar aunque sabía que no podía. Empezó a cerrar de vuelta la puerta, la tristeza la empezó a consumir. Unas palabras resonaron en la habitación, provenía de él.

Tu asesino.

Edad Oscura - El Imperio del AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora