24. Seis metros bajo tierra.

176 5 1
                                    

-¿Hay algo en lo que pueda ayudar?-. Preguntó Citlali.

-Todo está en orden, la funeraria se está encargando de todo.

-Si estas de acuerdo, me gustaría verla y despedirme de ella.

-Claro, adelante.

Citlali caminó  hacia la cama de Lucy.

Se sentó al lado de ella.

La miró.

-Mi niña-. Le dijo al fin.

Sus parpados se llenaron de lágrimas.

Si voz comenzaba a cortarse

Tragó saliva.

-Recuerdo cuando ibas a visitarme al consultorio, platicábamos  sobre  mis pacientes de   la  escuela. Recuerdos que han marcado mi vida y no podré olvidar. Siempre con tu hermosa sonrisa, que te caracterizaba, una sonrisa tan contagiosa en tu rostro. Era la mejor manera de alegrar el día, y solo tú podías hacerlo.

Citlali tomó la mano de Lucy, la acaricio suavemente y con lentitud, disfrutando de los últimos momentos que pasaría a su lado.

No pudo seguir conteniendo las lágrimas. Soltó el llanto devastadoramente, a mares, empapando con sus lágrimas la delicada y pequeña mano de Lucy.

Pasaron una o dos horas.

Los encargados de la funeraria llegaron a casa de Lucy.

Subieron hasta la habitación.

Intercambiaron un par de palabras con la mamá de Lucy.

Nos pidieron que saliéramos de la habitación.

Nos dirigimos hacia la planta baja.

Angie y Beatriz irían a casa a cambiarse de ropa.

Diego se dejó caer en el sofá y colocó sus codos sobre  sus  piernas, tapando  sus  ojos  con ambas  manos.

Comenzó a llorar.

Me acerqué  a  él lentamente; y lo miré fijamente.

Acaricie su espalda.

-Estoy contigo.

Lucy en el cielo con diamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora