✨Conoce a JHS_LCFR

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 ✎Nombre: JHS_LCFR (Jonghyun's Lucifer / Lolli Lucifer) — también pueden llamarme Marina.    

País: Argentina.

Géneros preferidos para leer y escribir: Slight!Angst (Angustia leve), student!AU (universo alternativo — secundaria / universidad). No obstante, a la hora de leer, pocas cosas me frenan.

OTP favorita y la que me desagrada: Me gusta mucho, muchísimo, el ChenMin / Xiuchen, aunque en el fondo adoro a todas las OTPs y nOTPs o parejas no canónicas posibles... es poco probable que algún ship no me guste.

Un reto que desearía cumplir: Poder hacer un fic de ciencia-ficción o fantasía bueno, porque no me he quedado conforme con los pocos trabajos que he hecho en ese género.

Sobre mí y mi trabajo: De finales 'felices a medias' (como me gustan llamarlos), con situaciones / consecuencias plausibles. Trato de tener los pies en la Tierra a la hora de escribir, y me resulta inevitable hacer lo mismo con mis personajes. Me gusta (¿Me especializo en...?) tocar esas fibras que tiemblan y terminan aguándole a uno los ojos, aunque en realidad, prefiero que los demás definan mi trabajo.

Drabble:


[Sin Título]

 (Chanbaek)

El líquido llenó la mitad de su vaso en cuestión de segundos, lo supo al sentir un par de gotas salpicando sobre sus dedos, curvados alrededor del vidrio como si fuese el único cabo que podía mantenerlo en tierra firme. Una tierra de barras de placas de acrílico, mesas redondas con banquetas de almohadones incómodos y telas demasiado brillantes, absorbiendo toda la luz.

Porque el antro estaba, en sí, consumido por la penumbra e iluminaciones de tintes violáceos, tiñendo el blanco de su camisa a rayas grisáceas, demasiado delgadas, demasiado juntas y e inútiles.

Al levantar la mirada, encontró dificultosa la tarea de escrutar al responsable, puesto que el flequillo negro tapaba sus pequeños ojos. No obstante, pudo decir de quién se trataba al instante.

Porque sólo Chanyeol usaba ese exagerado reloj dorado con tantos anillos.

—¿Qué rayos crees que haces? —susurró, molesto, inmóvil—. No te pedí que lo llenaras de nuevo —el líquido rojo seguía subiendo, las pequeñas olas y burbujas acariciando el borde del vaso con fervor—. Eh, te dije...

—Hace cuarenta minutos que castañeas los dientes —contestó el muchacho—, tus dedos romperán el cristal en cualquier momento de tanta presión, las venas en tu antebrazo me lo dicen —Chanyeol tenía esa manera extraña de expresarse, sus ojos entrecerrados por el cansancio y la luz brindando esa imagen de joven buen mozo y enorme, demasiado largo y cansado del mundo, soltando palabras que delataban su fascinación por escrutar el mundo hasta el más mínimo detalle.

Baekhyun parpadeó para poder calmarse, cerrando los ojos antes de suspirar.

—Si no vas a pagarme, no me mires.

Chanyeol sonrió con tristeza, ladeando la cabeza un poco, casi esperando a que el morocho pudiese desanudar sus pestañas para poder mirarlo fijo.

—Tú eres el que debe pagarme, has estado bebiendo desde que llegaste —la botella descansaba a centímetros de los dedos entrelazados de Baekhyun con el vaso. Chanyeol se rehusaba a soltar el recipiente porque sabía que, si las gotas de condensación dejaban de caer por sus falanges, no sería capaz de contenerse—. Aunque, pensándolo bien... si has vuelto aquí...

—Cállate.

—¿Problemas financieros? —Chanyeol chasqueó la lengua en el momento en que Baekhyun abrió los ojos, mirando efusivamente hacia un costado.

—Problemas financieros... y la boda de alguien importante.

Entonces el rostro del joven camarero se durmió, sus labios sellados en una línea recta, apenas dejando salir alguna que otra palabra.

—Vaya, lo siento.

Baekhyun arqueó una ceja, repentinamente contento: rascándose a medida que reía, dejó que la música le tapase los oídos un momento. Luego se decidió a bajarse el puto vaso con aquel brebaje rojo: como siempre (como todo lo que preparaba Chanyeol), el trago estaba delicioso.

Perfecto, como Chanyeol.

Con todo en su justa medida.

—¿Sentirlo? Nunca sentiste nada por nadie en este lugar, Chanyeol —disparó sin reparos, el grave de los parlantes martillando su pecho—. De hecho, creo que eres el único que verdaderamente se divierte aquí, aunque eso implicaría reconocer que tienes corazón.



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