Manantial de la Sima

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Harry y yo nos acercamos al Manantial de la Sima.

-El cordón umbilical que alimenta a la madre Tierra- dijo él en tono solemne.

Yo no entendí nada pero no se lo dije.

Aquello era una fuente de lava. La lava brotaba de la pared en estado líquido a presión y, al poco de salir, se iba haciendo cada vez más densa.

-Se puede tocar- me animo a meter la mano en el chorro.

Sin pensar en las consecuencias, rocé la lava con la punta de los dedos.

Entonces metí las dos manos. La presión me hacía cosquillas.

-No te has quemado porque tienes el corazón puro.

-Ya... Eso se lo dirás a todos o a todas- bromeé.

-Bebe- me sugirió.

-No pretenderás que...

-Confía en mí.

-No tengo sed- me excusé.

-Eso es que aún no estás preparado.

Yo no entendía tanto enigma y me asusté un poco. Además, ¿y si beber aquella lava me sentaba fatal?

-No pasa nada.-Harry se había dado cuenta de mi temor.

Me cogió de la mano y me llevó hasta unas piedras que había a la derecha del manantial. Aquellas piedras tenían forma de silla. Me senté en una. Era muy cómoda... Apoyé la cabeza contra la pared.

Él arrancó una estalagmita que había cerca. Aquella estalagmita, como el resto y también las estalactitas, no eran de agua. Era de lava. Toda aquella cueva era de lava.

Se acercó al Manantial de la Sima y puso la estalagmita debajo del chorro de lava líquida. La estalagmita se fundió y se mezcló con la otra lava.

Yo me quedé embobado mirando la corriente de lava.

-¿Qué es este mundo naranja? ¿Quién eres tú? -le pregunté con voz rota.

-Yo seré quien tú quieres que sea. Ya te lo dije antes.

-¡Dale con los enigmas! -Alcéun poco la voz. Harry se rió.

-Me voy a enfadar en serio- le advertí.

-No te lo tomes tan a pecho, hombre.

En verdad no están enfadado, estaba ansioso, nervioso...

Y confundido.

¿Y si todo aquello era un simple producto de mi imaginación?

Observé a Harry detenidamente.

¿Era un sueño?

Se inclinó y bebió un par de sorbos del manantial.

-¿Dónde estamos?- le pregunté otra vez mientras iba junto a él-. ¡Y no me digas que donde yo quiera que estemos o algo por el estilo, eh!

-Ha valido la pena la larga espera.

-Venga, no quiero más evasivas, por favor... Te lo ruego.

Harry era desesperadamente encantador.

-Contéstame, venga... ¿Dónde estamos?

-En el Manantial de la Sima...

-Eso ya lo sé...

-Entonces, ¿por qué lo preguntas ?

-¡Me doy por vencido! -exclamé y me abalancé sobre él.

Me recibió con los brazos abiertos y me levantó en volandas como hacía mi padre cuando yo era pequeño.

-¿Quieres beber ahora? -me preguntó.

Y me depositó en el suelo.

-Estoy un poco mareado.

Me puso las manos en las sienes y el mareo desapareció.

-¿Eres un brujo o algo así? ¿Eres Harry Potter?

-¿Ahora te apetece un trago del Manantial de la Sima?

Miré aquella fuente de lava.

-Dijiste que era el cordón umbilical que alimenta a la madre Tierra.

Movió la cabeza en sentido afirmativo.

-Si insistes, beberé...

No sé por qué motivo, de golpe tuve el deseo irrefrenable de beber en aquella fuente.

-Me parece que ya estás preparado.

Bebí un largo trago de lava líquida.

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