Seción Espiritual.

9 2 0
                                    

Tocamos el timbre y esperamos impasientes. Despues de unos minutos escuchamos una voz.

-¿Quién es?- Era una voz de... ¿hombre?. Segun recordaba la voz que me atendio por telefono era de una mujer.

-Eh, hola. Mi nombre es Louis Tomnlinson y busco a Mrs. Orange.

-Oh, claro.- Y se escucho la puerta abrirse, lo primero que vimos fue a un señor algo grande, no aparentaba más de 50 años, con una sonrisa- Pasen.

-¿Usted es Mrs. Orange?- preguntó Liam.

-¿Eh? ¡No! Mrs. Orange es mi esposa- dijo aquel señor mientras nos guiaba por un pasillo, que cada vez se volvia obscuro.

-¿Por qué esta muy obscuro?-pregunte a aquel hombre.

-Para que los espiritus esten tranquilos, así tambien le facilita a mi esposa comunicarse con ellos. Así que tranquilos chicos.- abrio lo que parecio escucharse, una puerta.- Por favor, entren. Mi esposa los atendera.- dijo mientras cerraba la puerta detras de nosotros.

En pocos segundos un pasillo de velas se ilumino. Y a unos cuantos metros se contraba una mesa con dos sillas. En la mesa se podia observar una esfera de cristal color morada y unas velas. Del otro lado de la mesa se encontraba una silueta, que supimos que era Mrs. Orange. 

-Acerquense, por favor.- caminamos dudosos hasta quedar enfrente de la mesa- Sientense y ¿quién de ustedes dos, apuestos jovenes es Louis Tomnlinson?- pregundo, al mismo tiempo que nos mirada detenidamente.

-Soy yo.- dije nervioso.

-Muy bien, puede decirme en que le puedo ayudar.

Le conte todo detenidamente, sin saltearme ningun dato. Ella solo escuchaba atentamente sin interrumpirme.

-Muy bien- me miró- Voy hacer el Ritual del Reencuentro, que abre todos los caminos 6 derriba todas las murallas.

Me fijé en que iba tal cual salía en la fotografia de la página web: con los ojos muy pintados y raya negra, pendientes largos plateados y una especie de redecilla, también plateada, que me cubría la cabeza. La luz de las velas, entre rojiza y amarillenta, se reflejaba en los pendientes y en la redecilla produciendo una atmósfera incómoda.

Y pensé que a lo mejor aquel Ritual del Reencuentro podía funcionar.

Mientras, Mrs. Orange enumeró los ingredientes que iba a utilizar: una Cruz egipcia, un medallón de oro de una persona muerta, agua de lluvia y diez monedas antiguas. Metió todo menos el agua en un cuenco grande. E inició el Ritual.

-Tengo que obtener tu permiso para poder cambiar tu destino. No puedo cambiar tu destino porque sí, sin más, si no, estaría privándote de tu libertad. Entonces, yo te pregunto: ¿me das tu permiso?

-Sí- respondí sin dudar.

Luego la médium cogió la botella de cristal que contenía el agua de lluvia y vertió casi toda en el cuenco.

-Dame tu mano derecha- me pidió.

Alargué el brazo y Mrs. Orange estiró el suyo y nuestras manos se tocaron.

-¡Ah!- exclamé encogiendo el brazo.

Me había dado un fuerte calambre.

-¿Qué pasa aquí?- preguntó ella frotándose la mano.

Se incorporó y alzó la voz con los ojos cerrados.

-¡Vete de aquí! ¿Quién eres tú? ¿De dónde vienes?

¿Con quién hablaba aquella mujer? ¿Con nosotros?

Abrió los ojos de repente. Estaba como traspuesta, los brazos en cruz.

Continuó gritando en la penumbra. Parecía como si hubiese enloquecido de pronto. Entonces se encendió la luz y entró su marido.

-¿Qué te oasa?

-¡No! ¡No! ¡Vete! ¡Que se marche!

El marido nos hizo ademán de que salieramos de la habitación. Esperamos, asustados, mientras oíamos de loa gritos, cada vez más discontinuos.

Finalmente, después de unos minutos el señor Orange vino hasta nosotros.

-Ha ocurrido algo inesperado. Hay una vibración muy fuerte en el ambiente. Lo siento.-se disculpó-. Ahora mi mujer no puede hacer nada más. Debe descansar. Quizás otro día...

Nos acompañó a la puerta de la casa. Allí nos pidió cincuenta dólares. Y nos fuimos.

Resurrección Donde viven las historias. Descúbrelo ahora