—¡Te odio!— Grito colérico el joven rubio. Su respiración se entre cortaba, los músculos de su pecho subían y bajaban un tanto acelerados. Y no era para menos. En cuanto se entero de las decisiones de su padre, corrió lo mas rápido que pudo con rumbo a su oficina.
Y ahí lo encontró, frente a la pintura de su desaparecida madre, fue entonces que le grito lo anterior. Sin embargo aquel hombre no se inmuto en mirarlo.
El pequeño rubio contenía esas inminentes ganas de llorar. Pero aquel llanto contenía rabia, rabia al que se hacia pasar por su padre. Rabia por lo que el quería que hiciera. Seguía sin poder creer lo malditamente infeliz que era.
Odiaba a su padre. Más que a nadie. Pero ese sentimiento era tan contradictorio, puesto que también lo quería, por la misma razón. Quizás sólo odiaba que el fuera tan exigente. Que no le prestará la atención que el quería. Sin embargo, Adrien sentía que eso no le daba derecho a querer controlar sus decisiones.
—¿Tanto te gusta?— Músito el hombre sin mirar a su hijo. Quien sólo susurró un ligero ¿ah? Como respuesta.
Aquel Adulto se giro y miró por primera vez del día a aquel joven. Quien continuaba con su semblante serio y confundido.
— ¡Responde a lo que te he preguntado Adrien!— Vocifero con fuerza y a la vez con calma y seriedad. El joven rubio apretó fuerte mente los puños a la vez que bajaba la mirada, apretando sus ojos, meneando levemente cabeza en un vano intento de tranquilizarse. Siguiendo con la cabeza baja y sin mirar a su padre sólo asintió levemente con esta.
El Sr. Agreste sintió un escalofrío a la vez que se sorprendió ante tal respuesta, giro de nuevo, regresando a su antiguo lugar. Quedando de frente a la pintura de su mujer. El silencio se hizo presente, carcomiendo los nervios del menor
—Ya no eres un niño, ¿lo entiendes? ¡Olvídate de ese capricho!— Vocifero fuertemente. En un tono que podría confundirse con enojo. A la vez que miraba de reojo al menor.
—¡Marinette no es un capricho!— Gritó sin más. Gabriel giro completamente a mirar al chico, con la ira reflejada en su rostro quien le regresaba la mirada, una mirada retadora. Y que no se había movido de su lugar.
—No me retes Adrien— musito— ¡Esa muchacha sólo esta haciendo que abandones tus planes!—
—¡QUIERES DECIR LOS TUYOS! — Volvió a exasperarse el rubio — No iré a algún lado, te guste o no— Aquel joven agitó uno de sus brazos en señal de no aceptar las órdenes de aquel hombre, quien había entrado en shock. ¿Acaso ese era su hijo?
Sin decir nada, aquel rubio corrió colérico en dirección a la puerta por donde había entrado a la gran oficina de la casa, tomó la perilla y la abrió con la intención de irse. No lo logró.
La inconfundible voz de su padre lo detuvo. Haciendo que cerrase de nuevo. Escuchando expectante al mayor. Las últimas palabras le helaron el cuerpo, y le hicieron odiar al mundo.
—¡Chicos, adivinen! ¡Hay una chica que me gusta! — Todos lo miraron sorprendidos, incluyendo la a ella.
El sólo quería proteger a su pequeña Marinette. Quería verla feliz, aún si eso era con el joven pelirrojo.
Todo, cuatro meses antes del secuestro.
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La joven azabache caminaba nerviosa, como nunca antes. Sentía como su respiración se dificultaba y su cuerpo se sentía pesado. ¿Pero cuando fue la última vez que se sintió así? En sus adentros ella no lo recordaba. Pero igual no le importaba, sólo quería llegar lo más pronto y desapercibida a su salón. Ya había pasado un par de semanas y no podía permitirse perder el año por lo que ahora pensaba era una estupidez.
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Solo sígueme [Marinette x Adrien/Chat Noir]
Fiksi Penggemar(+18) Por mas que se evite, los deseos siempre salen a flote. Pensamientos y acciones cargados de pecados y mentiras. Mas si estos son empujado por la lujuria. Por que al final solo sera un secreto. Su secreto... ¿Pero cuanto podrá durar ante...