¡No todo lo que sepas es verdad!

2.5K 82 28
                                    

Nota: Este capítulo fue escrito de un forma un tanto confusa, así que si lo consideran necesario, favor de releerlo. Gracias

París, una ciudad misteriosa y enigmática, con edificios antiguos llenos de esplendor. Magníficos y llenos de historia. ¿Cómo sería en sus mejores tiempos? Quizás un duque tomaría su paseo Matinal junto a su esposa por aquél parqué que sé encontraba a unas calles. Incluso llegar a imaginar a la familia real en los jardines del Palacio de Versalles, con sus elegantes atuendos, llega a ser una esquisites a la imaginación.
Sin embargo, no hay necesidad de ir a tales extremos. Sólo basta imaginar a gente en las mañanas haciendo compras en los puestos ambulantes que, sin duda había en la calle Broca, y si la memoria no fallaba, seguían siendo concurridos. Para Nataniel Kutzberg, eso solo era una pequeña línea de pensamiento.

Si, París era hermosa a vista de no uno, si no muchas personas, conocidas y ajenas al lugar. Y que, servía de inspiración para grandes artistas. No solo del joven pelirrojo, alguien astuto y vivas que sin duda podía presumir de conocer cada detalle de la arquitectura Parisina.

Si, Natanael era así, atento a cada cambio que se presentará. A cada mínimo detalle. Podría decirse que si en una planta florecía una hoja nueva, el lo notaría. Porque el joven Kutzberg no era un joven normal.

Decir que era un Artista en toda la expresión del significado era quedar corto a explicar el gran talento que tenía. Esa habilidad de plasmar en dibujos el mundo a su alrededor. Sin duda, era intrigante el imaginar cómo el poseía esa habilidad y facilidad para ello, "Un don de Dios" solía decirle la gente.

Tampoco es de extrañar aquella extraña nueva afición que ganó al entrar a la escuela secundaria. Aquellos dibujos que ahora estaban inspirados por alguien cercano, su musa.

Una joven de cabello azabache, que por simple cuestión divina, o solo suerte, había tocado en el mismo grupo que el. Quizás en ese momento el no sabría lo que se avecinaba, ni siquiera lo sospecho. Pero así era el amor, una palabra simple, para un significado complejo. Nadie, ni siquiera los mismos dioses griegos sabían realmente como funcionaba aquello, pero algo que el si sabía, le provocaba felicidad.

Nataniel nunca supo como ni porque, sólo que estaba enamorado de Marinette.

Aquella chica amable, que a sorpresa de muchos, parecía tener una baja autoestima, quedando claro en el como era molestada por la misma Chloé. Aquel pelirrojo pensaba que todo aquello que la rubia hacia en contra de su amada era una injusticia, pero el saber que el no podía ayudarla le hacía rabiar.

¿Para que servía el dibujo entonces? ¿Cómo con el podría ayudar a su pequeña y hermosa inspiración?

Preguntas que inundaban su mente. Aún no lo sabía a ciencia cierta como aquel don otorgado por Dios le ayudaría. Si no fuese por la aparición de aquella heroína de carmesí uniforme.

No lo comprendía bien, pero algo en ella lo hacía admirarla. Quizás era su amabilidad, quizás era su fortaleza. Quizás y solo quizás era aquella gratitud por ayudarlo cuando el fue akumatizado por el villano en turno.

Todo eso podía decirse que era lo que pensaba aquel joven. Quizás esa era su forma de mentirse, porque ¿Ella no podía ser? ¿Acaso el destino quería jugar con él? ¡No! ¡Eso había sido un accidente!

No podía creerlo ¿Cómo había sido tan idiota? No podría seguir alardeando de su perspicacia, no, todo estaba mal.

Cómo era posible que un poco de acuarela roja había caído sobre el retrato de su amada. ¿Que posibilidad había de que aquella mancha quedará en un casi perfecto antifaz? No podía gritar, aún estaba en clase. Sin embargo, sólo pudo mirar a la azabache sentada en la banca de hasta enfrente. Y entonces nacieron las sospechas.

Solo sígueme [Marinette x Adrien/Chat Noir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora