Solía preguntarme cada tanto: "¿qué pasaría si la lluvia no existiera?" Es decir, qué pasaría si desapareciera de repente, si de un día al otro ya no llorara el cielo.
Me rindo, no sé que pasaría.
Al mismo tiempo, esta tarde me pregunto: ¿qué será de mí si ya no estás? Tristemente, es algo que no puedo responder. En este punto te compararé con el caso de la lluvia. Si dejara de llover, en este caso si te irías, si de un día al otro desapareciera, en este caso: si ya no supiera nada de tí ¿qué pasaría? ¿qué sería de mí?
Me rindo. No sé que pasaría si te fueras de mí, quisa ya no duelas si no estás. Te fuiste, pero algo tuyo siempre queda.
Ahora llegamos al punto en el que ya no hay retorno. De tanto jugar al "te quiero", y al "no, yo te quiero más" nos pasamos el uno del otro que ya quedó una gran distancia entre nosotros. Hay un precipicio, del que estoy segura saltaría si estuvieras allí para sostenerme. Nos dijimos tantas cosas, tomamos decisiónes, que para bien o para mal nos dejaron convertidos en esto.
Fuiste lluvia de tiempo indeterminado. Tan indeterminado, que te acabaste convirtiendo en diluvio, pero...¿recuerdas cariño que te dije que yo no sé nadar?
El agua me llega a la boca, sube por mi nariz, hasta terminar por hacerme cerrar los ojos. A manotazos de ahogado intento defenderme de que arrases conmigo. Pero no se aprende a nadar en un día, ni tampoco se olvida en dos. Me rindo, no sé nadar.
No es que te fuiste por cuenta propia, te fuiste porque te dije que te fueras. Cerré la ventana y te abrí la puerta para que huyas de tan temible desastre. Es que para mí eras todo eso que no quería perder, eras todo lo que quería tener y se me hacía imposible. Eras lo más real que tenía, y me duele. Tú sabías todo eso, sabías que te amaba y sin titubear, te fuiste.
Yo no soy de esas clases de personas que esperan a perder a alguien para decirle cuanto lo quieren. Es por eso que cada noche antes de dormir, te dedicaba un "te amo". No sabía cuál iba a ser el último, es que me negaba que nuestra historia terminara como tantas otras. Eramos la esepción de cualquier autor.
Ya han pasado unos malditos 33 días , unas 792 horas y 47.520 minutos. Uno más o uno menos, no lo sé. Es que no quiero que pienses que te extraño, porque no es así. Me rindó, no sé cuantos segundos han pasado.
Con tanta presencia rompías todos mis esquemas. Me dolían los cachetes de tanto reír a tu lado ¿a tí no?
Me encantaba mirarte. Realmente, no podía entender como llegabas a encajar en un mundo tan pequeño.
Te desvaneces cual llama ante el agua, te vas con la rapidez de la luz, me atormentas como un terrible pesadilla y no dejas vivir tranquilo a mi corazón. Ya a muerto y resusitado tanto que ya empezé a dedicarle un "te quiero" cada día. Es que descuide a lo que más tendría que haber cuidado. Lo puse en manos de un cazador disfrazado de caballero. Te puse dentro de mi corazón, te advertí que tengas cuidado, porque había llegado de otras batallas recientes. "Cuídalo, estás en él". Con tu arma empezaste a hacerlo sangrar por dentro, querías salir sin hacer ruido. No sentí nada hasta que te ví fuera, llevandote toda esperanza que tenía. Te retorciste en otro corazón, en otra cama, con otra piel, con otros labios. Quedé desecha, te llevaste todo y yo, yo me rindo.
En tanto tiempo, se han ahorcado canciónes, fusilado atardeceres, maldecido despedidas y maltratado momentos. Pero jamás, en ninguna de esas se ha descuvierto cómo olvidar a un ser humano. Yo que creía poder encontrar el antídoto, me rindo, no lo he encontrado.