Capítulo 1

793 34 8
                                    

 Abro los ojos aún con sueño y me encuentro con la pared de mi cuarto. En mis brazos tan solo tengo el peluche que él me regaló. La cama está tan vacía sin su compañía... Odio despertarme y automáticamente sentirme así, tan vacía como mi cama. Cierro los ojos intentando dormir más para acortar el día que me espera, pero él no se va de mi cabeza. Misión imposible. Me estiro en las sábanas sin ganas de nada y miro por la ventana que queda a la altura de mi cadera. Hace frío y hay alguna nube en el cielo. Perfecto. Me preparo un poco de desayuno y me pongo mis pitillos favoritos, los rojos rotos, abro el cajón y escojo una camiseta negra de My Chemical Romance. Intento hacer algo con mi pelo, acabo con una coleta y los auriculares. Salgo de casa hacia la playa, pienso pasar todo el día en la arena escuchando música, sin pensar en él, en lo lejos que está de mi. Y fracaso. Me siento en la arena mirando el mar, apoyando la espalda en el muro que separa la playa del paseo. Recuerdo una de nuestras citas, andando por aquí de la mano, me giré y él me miraba embobado, sonriente. Jamás he amado como le amo a él. Recuerdo cada palabra que ha dicho, cada abrazo, cada beso... Nuestro primer beso fue en aquella excursión a la montaña que hicimos todos juntos...

 - Voy a buscar madera para la hoguera mientras montáis las tiendas, chicos. –Dije cogiendo la linterna. Habíamos llegado tarde por perdernos de camino aquí, y faltaba poco para que anocheciese.

 - Te acompaño - Le miré sonriendo, llevaba meses enamorada de uno de mis mejores amigos, pero no pensaba decirle nada, no estaba dispuesta a perder su amistad, era demasiado importante para mí.

 - Vale.

 Estuvimos andando un rato entre el bosque, agachándonos a veces para coger ramas del suelo que estuviesen secas. Él se paró unos pasos delante de mí y tiró todas las ramas en el suelo, se giró emocionado hacia mí:

 - ¡Mira, Erika! -Corrió en mi dirección y cogió mi mano, haciéndome soltar la madera- Tienes que ver esto.

 Pasamos los árboles con su montón de ramas en el suelo y aparecimos en un pequeñísimo claro que abría la vista a todo el valle. Era alucinante, el sol era naranja empezando a esconderse tras las montañas, a nuestros pies el valle se abría a izquierda y derecha con el río surcando sus curvas. Era el único espacio para observar el paisaje, a los lados teníamos árboles y nos habíamos metido mucho en el bosque, bastante frondoso. Este era el único claro antes del acantilado, tal vez nadie había estado allí antes. No podía apartar los ojos de todo aquello pero noté que me estaba mirando. Giré la cabeza, y allí estaban sus ojos verdosos, clavados en mis pupilas.

 - ¿Qué pasa, Michael? -Vi cómo cogía aire y lo aguantaba, apretó mi mano, que aún sostenía y cerró un momento los ojos, cuando los abrió, se leía determinación en su perfecta mirada.

 - Me encanta cuando dices mi nombre. Me encanta cuando me sonríes cómo si todo lo que deseases fuese tenerme delante, me encanta cuando me abrazas, cuando vas a cada uno de nuestros conciertos, cuando cantas nuestras canciones y me miras, y entre toda la gente, tan solo puedo verte a ti. Me encanta cuando escribes, cuando vemos películas juntos, cuando andamos por la playa, cuando pillamos la bici y no tenemos rumbo. Me encantas tú. -Le miré como jamás le había mirado, le miraba pensando que Mike podía quererme.- Me encanta cuando te pones roja. 

 No sabía qué decir. Mi cabeza iba a explotar. No encontraba palabras, no sabía lo que estaba pasando, por una vez en mi vida no tenía nada que decir. Y Mike miró mis labios. Mi corazón se saltó un latido. Pasé mi mano libre por su nuca, acercándome a su altura mientras él agachaba su cabeza hacia mí. Besé sus labios, después de tanto tiempo. Michael puso su mano en mi cadera acercándome a él, profundizando el beso. El Sol se ponía en el horizonte y nuestras manos seguían unidas, como nuestros labios.

 Intentaba secarme las lágrimas pero eran demasiadas. Después de ese beso nuestras vidas han cambiado a mejor. En 1 año y 3 meses no nos hemos separado, peleas todas las parejas tienen, pero salir con Mikey es una gran ventaja, sabe cómo soy y yo sé cómo es él. Y ahora lleva tres meses de gira. Tres meses enteros con un internet de mierda que apenas nos deja comunicarnos, y un horario que no me permite llamarle siempre que quiero. Por no decir de este terrible vacío que me hace sentir jodidamente triste y sola. Mi cama sin él es demasiado grande, mis sábanas me dan frío y mi peluche no tiene ninguna comparación con sus brazos. La música sigue sonando en mi reproductor aleatorio y para más desgracia empieza a sonar los primeros acordes de "Beside You", la canción que Michael escribió para mí. Miro el mar que tengo enfrente, intentando buscar calma sin preocuparme del paseo con gente que tengo detrás de mí. Me muevo un poco hacia delante y me tumbo sin importarme la arena. Estiro los brazos. Quiero hacerme físicamente grande, ya que por dentro me siento enana y frágil. No me quiero mover de aquí. Todo duele y su música, su guitarra, su voz, se me filtran por todo el cuerpo. Lloro desesperada, por amor, por soledad, por añoranza, por mí y por él... Poco a poco me quedo dormida, flotando en mi amargura y mis recuerdos.

 Me despierto pero no abro los ojos, aspiro el aroma de la playa y otra vez su olor acompaña al aire. Casi siempre, cuando me despierto, aún creo que puedo sentirle. Muevo la cabeza para empezar a estirarme y algo me hace cosquillas en la nariz, me la froto con fuerza y abro los ojos.

 - Siempre me ha gustado cómo te rascas la nariz, parece que te la vayas a arrancar con el puño o algo.

 No puede ser. Lo que me había hecho cosquillas era el pelo de Michael. Está tumbado al revés y su cabeza estaba pegada a la mía, sus piernas apoyadas en el muro del paseo, flexionadas. Le miro y no le doy tiempo a mi cabeza para que piense. Estiro mi brazo y acaricio la mejilla de Mike, tiene los ojos brillantes, intenta no llorar. Ser fuerte, pero qué más da eso ahora, estamos juntos. Lloro en silencio y acerco mí frente a la suya.

 - Te quiero.

 Las lágrimas acumuladas de Mike se derraman por su cara hasta sus labios, paso mi dedo para eliminarlas y se me eriza el pelo.

 - Yo también te quiero, Eri, te quiero muchísimo. - Nos acercamos y nos besamos. Tras tanto tiempo, tantas noches en vela, tantas lágrimas, tantos pensamientos negativos. Es un simple roce, pero que lo es todo para mí. Se levanta y me tiende la mano. La agarro y me pongo en pie, automáticamente le salto encima, rodeando su cintura con mis piernas y le abrazo fuerte.

 - ¡Estás aquí! -Grito llena de alegría- ¡Has venido a por mí! -Le miro a los ojos sin bajarme- ¡De verdad estás aquí! ¡Michael te quiero! ¡Te he recordado cada segundo! ¡No podía más era todo tan...!

 Mike me besa sin dejar que terminase la frase, me junta más a él y ajusto mi mano izquierda a su pelo, tirando un poco. Esta vez es más que un roce y profundizamos el beso. Nos separamos para coger aire y nos miramos durante un tiempo. Él sonríe muchísimo y mi cara debe tener el mismo aspecto. Me bajo para darle un respiro y cojo su mano, dirigiéndole a la playa.

 - Y, ¿qué tal tu gira de estrella del rock?

 Michael me mira sonriendo y negando con la cabeza, me da un último beso y empezamos a hablar. Tenemos todo el tiempo del mundo para ponernos al día. Hasta que se vuelva a ir. Pero es lo que tiene enamorarse de un guitarrista.

VuelveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora