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Al cumplir los trece Kise ingresa en la prestigiosa secundaria de Teikou. Se siente ciertamente emocionado, por conocer gente nueva, personas que puedan aceptarlo con todo lo que implicar ser el mismo. Pero también siente la angustia ante la probabilidad de un rechazo.

Aun así, se mantiene con la frente en alto, y tomando aire da un paso hacia adelante.

Su primer año transcurre tranquilamente, ha logrado la aceptación de algunos de sus compañeros, aunque son en su mayoría mujeres, quienes se admiran de sus rasgos físicos tratándolo como si fuese un idol, y esto empeora cuando es obligado por una de sus hermanas a hacer una audición para una empresa de modelaje. Es rápidamente aceptado, quizá deba agradecer al padre que no conoció por el físico heredado. Y es entonces, cuando decide centrar su tiempo en buscar alguna actividad física a realizar, empezó con futbol, luego siguió el tenis, poco después inicio con la natación, y pronto el ciclismo. Sin embargo, poca emoción guarda cada una de ellas, cada una fue desechada en cuanto el mejor jugador fue fácilmente superado.

Kise sabía de su habilidad para replicar los movimientos que las personas a su alrededor pueden llegar hacer, con tan solo una mirada. Al inicio no le pareció del todo especial, creía ingenuamente que era algo que todos podían realizar. La primera vez que lo intenta fue con una danza que su hermana practicaba en medio de la sala, ella se movía torpemente buscando imitar los movimientos de la mujer en la televisión, el permaneció en silencio mientras jugaba con su nintendo, veía de reojo los tropiezos y saltos que daba, por lo que evitando llamar mucho la atención se retiró silenciosamente hacia su cuarto, y cerrando los ojos empezó a rememorar cada movimientos visto, su cuerpo se movió por sí mismo, y fue un chiflido de su otra hermana quien entraba en la habitación, la que lo despertó de su ensueño. Había copiado con total exactitud una complicada danza que su hermana venia intentando hacer desde hace semanas. Jamás pensó que dicha habilidad funcionaria también para el deporte. Ahora ve lo fácil que resulta.

Por desgracia los problemas surgen gracias al don otorgado, sus compañeros de equipo lo suelen mirar con recelo, miradas que le remontan viejos tiempos, y a su vez evitan hablar con él, ante la envidia de una habilidad que no se pidió poseer. En los recesos, varios de ellos le buscan pelea, arrinconándolo en algún lugar oscuro y alejado del resto, lo insultan, tratándolo de insolente, prepotente. Kise los mira con desdén, harto de toda su mierda infantil, sabe que solo buscan con desesperación un modo de comprobar que son mejores, aun si el método requiere el uso de la violencia. No existen razones por las que deba defenderse, no cuando sabe que sus palabras no serían escuchadas. Uno de ellos enfurece y lo estampa contra la pared, buscando exasperadamente su atención. Kise permanece en silencio, su mirada se torna gélida, tan distinta a la sonrisa que muestra a sus múltiples admiradoras. El chico tiembla por un segundo, pero no se deja intimidar, se prepara para dar un golpe.

Un ruido seco es lo que se escucha, el chico se tambalea. Kise busca la razón de dicho sonido, y lo encuentra en el suelo.

Redondo y naranja, un balón de baloncesto.

Poco después se escucha la voz de una chica, por encima de ellos, menciona algo de un profesor viniendo con ella. Por lo que los chicos se echan a correr. Kise desaparece poco después, pero antes mira a la joven de pelo rosado, parece estar junto a alguien pero esta persona no está en su rango de visión. Da un ligero movimiento de cabeza en reconocimiento, y se aleja.

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Sensorial  » [ AoKi ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora